jueves 28  de  marzo 2024
VENEZUELA

Mariposas negras

Mariposas negras extrañamente numerosas en Caracas y que me llevan a pensar que se sienten bien porque la capital de Venezuela, con el récord de violencia y asesinatos que dolorosamente ostenta a nivel mundial, es un sheol, donde la muerte le resuella en el cogote al ciudadano 

Diario las Américas | ELEONORA BRUZUAL
Por ELEONORA BRUZUAL

No he decidido transitar la entomología. No, solo me tiene muy impactada la proliferación de horrorosas mariposas negras (les tengo grima y miedo) que se adueñan, junto con el hampa, de las noches de Venezuela, y en mi caso, del jardín de mi casa de Caracas, donde estos lepidópteros nocturnos me despiertan cada vez que los veo, y más si me revoletean, esos miedos subyacentes que pienso están en mi mapa genético y en el caso de todo latinoamericano, en el tálamo donde dicen los científicos se atesora la memoria del mundo, por tanto y en el caso de las mariposas negras, en los miedos de los hombres desde los tiempos prehispánicos. Mariposas negras generadoras de fobias, supersticiones y creencias que las han hecho mensajeras del mal augurio y la muerte.

Se dice que estos bichos voladores son oriundos de México, aunque hoy están por casi todo el continente, y en el caso del trópico, aparecen con los primeros mangos y anuncian la temporada de torrenciales lluvias. Su nombre zoológico es ascalapta adorata y se origina en la mitología griega, ya que Ascálafo, siniestro ser que subsistió durante mucho tiempo en el refugio de los muertos, un inframundo donde sus moradores eran súbditos de Hades –el invisible- el que permanece con los difuntos; inframundo cuya existencia la encontramos también en la teología cristiana y un equivalente en la hebrea bajo el término sheol, factible de traducirse como tumba o pozo de suciedad, pero siempre referido al lar de los muertos.

Mariposas negras extrañamente numerosas en Caracas y que me llevan a pensar que se sienten bien porque la capital de Venezuela, con el récord de violencia y asesinatos que dolorosamente ostenta a nivel mundial, es un sheol, donde la muerte le resuella en el cogote al ciudadano y debo recordarle a cada uno que para morir –más en tierra sin ley y sin bondad- solo se requiere que estemos vivos.

Así la bruja negra, (black witch), como se les conoce en zonas de habla inglesa, es esa que en lengua náhuatl la nombran micpapalotl (mariposa de la muerte), mictlanpapalotl (mariposa del país de los muertos), miquipapalotl (mariposa de mala suerte) y hoy, cuando la Peste castrochavista ha regado de cadáveres la tierra venezolana, nada más adecuado a nuestra realidad que sentir miedo al verlas en mayor abundancia que en otros tiempos, en esta pobre tierra mía donde la muerte se nos hizo cotidiana, los expendios de comida y medicamentos están vacíos y las morgues llenas.

La noche del pasado viernes nuestro jardín, siempre hermoso y voluptuosamente frondoso y florido, mientras teníamos la alegría de recibir a Álvaro Ybarra Zabala, ese extraordinario amigo, fotógrafo y periodista español, cuyo trabajo reconocido mundialmente y presente en espacios periodísticos de la talla del ABC de España, como también en Reportage by Getty Images, y a Ioan Grillo, colega inglés basado en México, corresponsal de Time Magazine, CNN, Reuters, The Associated Press, CBC, The Sunday Telegraph, Letras Libres y otros medios, de repente me fue hostil al presentarse sin ser invitadas muchas mariposas negras despertando mis fobias y miedos y llevándome de inmediato a la relación con esta realidad trágica que se vive aquí.

Fue Álvaro quien escogió el título de esta columna cuando sintió mi desasosiego, mientras le pedía a otro amigo presente en ese petit comité que espantara a las invasoras. El título lo escogió él  y son las dolorosas circunstancias y relaciones las que nutren el texto.

Mariposas negras que se enseñorean de la noche venezolana y nos llenan de más miedo porque pareciera que frente a la pretendida imposición de una tiranía comunista y canalla de permanecer obligándonos a todos a aceptar la desdicha, convivimos con esas tenebrosas mictlanpapalotl, que no sé si aceptar que son los muertos que regresan para despedirse. Dolorosa circunstancia ésta, donde el miedo se comparte extrañamente con la ira, porque solo furia puede causarme y causarnos saber que un grupo prepotente de un liderazgo opositor mediocre en República Dominicana, es la comparsa ruin organizada por Rodríguez Zapatero, Leonel Fernández y Martín Torrijos, tres ratas bípedas importadas que vinieron para garantizarle a la Peste castrocomunista que habrá diálogo y con él la certeza de que todo continuará igual, no importando que el pequeño Oliver Sánchez, de apenas ocho años, igual que otros miles de enfermos de cáncer, abandonados sin medicamentos ni esperanza, falleció el martes pasado rogándole a su acongojada madre: ¡Déjame descansar, mamá! 

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