lunes 25  de  marzo 2024
PERIODISTA COLOMBIANO

¿Todo tiempo pasado fue mejor?

MIAMI.-
Ese niño no conoció la televisión de antes, los programas educativos o el humor blanco y poético de Roberto Gómez Bolaños, el Chapulín Colorado, El Chavo del 8; ni siquiera sabe quién fue la Chilindrina, el profesor Jirafales ni Don Ramón y mucho menos distingue a los compadres Viruta y Capulina o al popular Cantinflas. 

Por RAÚL BENOIT

MIAMI.- Cuando el sobrino de 12 años de una amiga preguntó por qué tanto alboroto por la muerte de un tal Chespirito, el cual no le parecía nada chistoso y por el contrario lo ve ridículo, confirmé claramente cómo cambió el mundo en las últimas décadas. 

Ese niño no conoció la televisión de antes, los programas educativos o el humor blanco y poético de Roberto Gómez Bolaños, el Chapulín Colorado, El Chavo del 8; ni siquiera sabe quién fue la Chilindrina, el profesor Jirafales ni Don Ramón y mucho menos distingue a los compadres Viruta y Capulina o al popular Cantinflas. 

La partida de Chespirito me hizo recordar con nostalgia la televisión que me sedujo hace cuarenta años, el humor sin ofensas e inocente, las noticias dadas con seriedad y no lo que es ahora, un espectáculo de modelos en pasarela. 

La mayoría de las jóvenes que estudian comunicación social quieren ser ricas y famosas, dejando a un lado la esencia del periodismo que es servir a la sociedad y contribuir al desarrollo de las naciones. 

El mundo falso y sobreactuado de Nickelodeon y el canal Disney, alinea las vidas de niños y jóvenes hoy día, arrebatándoles antes de tiempo su inocencia. Es la manera de introducirlos a un mundo material y comercial. 

Expertos dicen que las nuevas generaciones crecerán sabiendo más, pero las preguntas que me revolotean en mi mente son: ¿Es bueno que sepan tanto sobre asuntos sexuales, violentos, del amor y de la vida, sin control de los padres? ¿Fue malo crecer de manera inocente como fui criado en mi infancia y juventud? 

Mi madre repetía el dicho popular: “todo tiempo pasado fue mejor” y no le entendía, porque a mi me encantaba y me gusta el tiempo moderno que he vivido y vivo, sin embargo, tras la partida de Chespirito y ver de nuevo las series cómicas de él y sus amigos de la vecindad, comprendí aquella reflexión de mamá. 

Cuando crecí no tuve tanta libertad. La televisión tenía horarios estrictos, incluso para ver a Chespirito estábamos acompañados por un adulto. Ahora los jóvenes tienen acceso al mundo virtual las 24 horas del día. Los padres modernos han convertido la televisión y la Internet en la niñera familiar. Así ellos tienen tiempo de ir a fiestas y saciar su vanidad. 

Las comunicaciones rápidas en las manos de niños y adolescentes, como las tabletas, los celulares y los computadores portátiles, les abre puertas a un mundo peligroso y dañino, en el cual muchos quedan atrapados para siempre. 
Contrario a lo que pudiésemos pensar, que la televisión educa, orienta y entretiene, estamos siendo responsables de inducir malos hábitos y equivocados comportamientos sociales y humanos. 

Por ejemplo, las más recientes cifras divulgadas en el informe “Maternidad en la niñez” del Fondo de las Naciones Unidas –UNFPA-, revela una situación preocupante: “los embarazos entre menores de edad en Latinoamérica están en aumento continuo desde 1980”. Se sabe que de cada mil embarazos adolescentes, el 73 por ciento es no deseado. Nicaragua, Honduras, Guatemala, México, Colombia, Venezuela y Ecuador, se disputan los primeros lugares. 

La televisión y la Internet son determinantes en el progreso o la contaminación social. Las novelas, especialmente donde prácticamente se enaltece al narcotráfico y la prostitución de muchachas buscando una vida de lujos, cautiva a jóvenes, causando un horrendo impacto en la sociedad del presente y del futuro. Para que las películas tengan éxito deben incluir una buena dosis de sexo, sangre, violencia y degradación humana. 

El periodismo en muchos casos es morboso, lo que llama la gente amarillismo y es realizado en un gran porcentaje desde un escritorio, basado en fuentes virtuales, casi fantasmas, a quienes los reporteros modernos le dan plena credibilidad cuando propagan noticias en Twitter o Facebook. 

Cuántas veces han hecho obituarios de personajes famosos, como pasó recientemente con Kirk Douglas y en varias ocasiones con el propio Chespirito, a quien daban por muerto mientras él seguía vivito y coleando. 

Para finalizar, reprocho la comedia y el humor que hoy se usa para burlarse ofensivamente de otros, creyendo que así es más divertido. 

Chespirito se fue dejándonos varias lecciones de vida: una de éstas es cómo, de manera sencilla y sincera, se puede divertir a la gente sin morbosidad y vulgaridad. Otra es que, haciendo chistes blancos, también se puede alcanzar una alta sintonía. 

Sin lugar a dudas mi mamá tenía razón: todo tiempo pasado fue mejor.
 

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