lunes 25  de  marzo 2024
OPOSITOR CUBANO

El Congreso castrocomunista reafirma la Guerra Fría

Castro insiste en mantenerlos en esa situación de depauperación intelectual y corporal, al poner obstáculos al desarrollo acelerado de la economía con sus supuestas reformas al sistema

Diario las Américas | OSCAR ELÍAS BISCET
Por OSCAR ELÍAS BISCET

En varias ocasiones la tranquilidad en mi dulce hogar ha sido rota por las impertinencias de los ataques terroristas de los agentes de la Policía política del régimen de Castro. Una vez la fachada de mi casa fue atacada con una bomba química –artefacto de confección casera– que afectó más a los vecinos porque el viento soplaba muy fuerte. Varios de ellos tuvieron que salir para tomar el aire puro en la calle. Algunos con reacción alérgica en la piel y otros con náuseas y vómitos. Mi familia y yo tuvimos que sufrir el fuerte olor penetrante pestilente dentro del hogar y el pánico y la incertidumbre ante la posibilidad de otras acciones terroristas.

En días recientes el frente de mi casa volvió a recibir los daños de esos actos terroristas. En esta circunstancia fue la agresión con huevos y deposiciones de excretas humanas. Hechos perpetrados dos días después de haber distribuido el Proyecto Emilia y la Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH) por el vecindario.

Esta última acción la comenté con un familiar que vino a darme su solidaridad y apoyo moral. Le dije que cada cual entregaba lo que más poseía. Yo, con el Proyecto Emilia y la DUDH, daba esperanza, amor y libertad a un pueblo; mientras los castristas: el odio, las miserias humanas y el desastre.

En verdad, si esos hechos fueran aislados no tuvieran importancia, pero estos son instrumentos de coacción que junto con los fusilamientos, encarcelamientos, tratos crueles e inhumanos y torturas mantienen a un pueblo subyugado bajo la tiranía socialista. Estos son los instrumentos internos de la Guerra Fría contra el noble pueblo cubano.

Muchos pensaron que con la nueva política de relaciones diplomáticas entre el Gobierno estadounidense y la dictadura de Castro era el fin de la Guerra Fría. Aunque así lo anunció  el presidente norteamericano Barack Obama, no ha sido de tal modo por Castro.

Las evidencias más concretas del estado de beligerancia del general Raúl Castro fueron sus intervenciones en el reciente Congreso del Partido Comunista de Cuba (único en el país). Él reafirmó el continuismo e inmovilismo de una política fracasada de más de 57 años, el socialismo. 

Raúl ratifica que el socialismo es irrevocable en la sociedad, que el partido comunista seguirá en la jefatura del poder de la nación sin competidores políticos y que su economía continuará con predominio de la planificación, lejos de la real economía libre, por lo que seguirá en los últimos puestos en la lista de clasificación del Índice de Libertad Económica. 

Del mismo modo, aseguró categóricamente que no habrá cambios estructurales en su sistema político e incitó a sus acólitos a mantener una actitud vigilante y represiva ante cualquier manifestación popular a favor de la libertad.

Cuba es un pueblo hambriento de libertad y de hambre física. Sin embargo, Castro insiste en mantenerlos en esa situación de depauperación intelectual y corporal, al poner obstáculos al desarrollo acelerado de la economía con sus supuestas reformas al sistema. Su consigna “sin prisa, pero sin pausa” es la muestra del desprecio al pueblo cubano y su incapacidad de tener control eficiente sobre su burocracia, parte inherente de su sistema, que exacerba el inmovilismo y la corrupción. Por esto es que el sistema socialista de Castro está herido de muerte, porque esas son las dagas mortales que penetraron profunda e irreversiblemente en el alma socioeconómica y política de su régimen. Empero manifestemos estas evidencias concretas en palabras de su actor.

“La implementación de los Lineamientos, han sido insuficiencias y deficiencias por parte de los organismos y entidades, incluyendo la propia Comisión Permanente para la Implementación y Desarrollo, ocasionando dilaciones en la aplicación de algunas medidas, la conformación de propuestas que adolecían de falta de integridad o una visión limitada”.

Para colmo, sigue atado a esas ideas cuando dice: “Reafirmamos el principio socialista del predominio de la propiedad del pueblo sobre los medios de producción” –entiéndase propiedad estatal en manos de los castristas– y para contentar a sus acólitos niega el sistema de libre empresa, “quienes expresaron preocupación de que al hacerlo estaríamos dando los primeros pasos hacia la restauración del capitalismo en Cuba. En mi condición de Primer Secretario del Comité Central Partido estoy en mi deber de aseverar que ese no es, en lo más mínimo, el propósito de esta idea de conceptual”. 

Continúa la idea de su irreformable régimen, que solo es más comunismo en detrimento del bienestar del pueblo cubano y beneficios excesivos de sus gobernantes. Para asegurar esas riquezas desmedidas, consolida su poder en la nación y expresa “propondremos ratificar el carácter irrevocable del sistema político y social refrendado en la actual Constitución, que incluye el papel dirigente del Partido Comunista de Cuba en nuestra sociedad”.

Qué lejos está Castro y sus acólitos del ideario patrio de José Martí, “Solo la libertad trae consigo la paz y la riqueza”.

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