jueves 28  de  marzo 2024
ANALISTA COLOMBIANO

Gustavo Petro, un alcalde bizarro

MIAMI.- Como si se tratara del legendario rival de Superman, el cual vivía en un mundo totalmente opuesto a Superman y hacia todo lo contrario al superhéroe, Gustavo Petro al parecer tiene características muy cercanas a este personaje nefasto de la tira cómica, y lo peor es que Bogotá sufre por tener a un alcalde que toma decisiones equivocadas para la ciudad.

Diario las Américas | CRISTHIAN MANCERA MEJÍA
Por CRISTHIAN MANCERA MEJÍA

MIAMI.- Como si se tratara del legendario rival de Superman, el cual vivía en un mundo totalmente opuesto a Superman y hacia todo lo contrario al superhéroe, Gustavo Petro al parecer tiene características muy cercanas a este personaje nefasto de la tira cómica, y lo peor es que Bogotá sufre por tener a un alcalde que toma decisiones equivocadas para la ciudad.

Podemos empezar por las basuras, que aunque bien intencionado, su procedimiento fue equivocado y desencadenó en un nefasto escenario de malos olores y delincuencia. Para rematar, tenemos una ciudad que se parece a El Bronx de Nueva York de las décadas de los setenta y ochenta en donde imperaba la ley del delincuente, grafiti y cero sentido de pertenencia por la ciudad. Sumado a esto, en estas fiestas de Navidad, Bogotá ha tenido 3.000 riñas y 12 fatalidades como consecuencia de delincuencia, intolerancia, y la famosa rumba extendida del alcalde que empieza a dar señales de ser un fracaso total, ya que promueve el crimen y desorden social.

Bogotá tiene un alcalde bizarro porque posee ideas que son dignas de una tira cómica. Su idea de la rumba extendida (sin ninguna planificación se abrieron los establecimientos de rumba hasta las 5 AM cuando antes funcionaban muy bien hasta las 3 AM) confirma el desastre que ha sido Gustavo Petro como alcalde de Bogotá.

Como si no fuera poco, su idea de mezclar desplazados por la violencia y familias de escasos recursos en barrios de clase alta es algo, una vez más, bien intencionado, pero no es la manera de cerrar la brecha entre las clases sociales en Colombia. En vez de estar pensando en construir conjuntos residenciales para personas de escasos recursos que bien pueden alterar la vida de esos sectores; no por que no se pueda dar una convivencia entre pobres y ricos, sino porque muchas personas estarían sujetas a altos costos de servicios públicos, odios de clases, y lo menos que conseguirá es lograr cerrar la brecha ya mencionada.

El alcalde debería pensar en eliminar la estratificación que sí genera odios de clases, eliminar cualquier limitación derivada de un estrato social y brindar mejores servicios públicos en zonas de barrios de clase media, media baja y baja. De esta manera se empieza a equiparar la ciudad, se empieza de verdad a cerrar la brecha entre ricos y pobres sin limitarlo a un solo sector de la ciudad. Lo más irónico es que los mismos desplazados se sienten intimidados al saber que vivirán en zonas de barrios de estratos altos. Ellos manifiestan que es peligrosa la idea de que personas los miren mal y que no haya zonas en donde ellos se sientan cómodos debido a que no es un barrio al que ellos serán bienvenidos.

Esta medida parece más bien una represalia del alcalde hacia ciertos sectores de la ciudad de estratos altos que no han respaldado su gestión como alcalde. Gustavo Petro se preocupa por gastar tiempo y recursos en cosas que sólo generan más odios y gastos para la ciudad que se podrían invertir de una manera más coherente para mejorar la calidad de vida de los bogotanos.

Esta medida no va a solucionar el problema de diferencias sociales en Colombia. Ese problema se acabará cuando se acabe con la estratificación y los ciudadanos tengan dirigentes eficientes que realmente gobiernen para todo el mundo y no sólo para cierto sector de la población. Bogotá no tiene metro, tiene un sistema de buses inoperante que sólo genera caos por la mala administración, y Gustavo Petro está más preocupado por construir viviendas de interés social en zonas no apropiadas bajo argumentos que no tienen coherencia en vez de preocuparse por resolver los temas de fondo de la ciudad. Inseguridad, Transmilenio, metro, policía, vías etc., son problemas serios sin mencionar la corrupción que tiene la ciudad en un caos actual.

Sólo basta con mirar a Bogotá y se puede concluir por quien no se puede votar en las próximas elecciones. ¡No más Polo o progresistas! En tres administraciones acabaron con una ciudad que tenía futuro, y ahora se parece más a ciudad gótica que a la Bogotá que todos queremos.

Es un desastre lo que ha sucedido con las tres administraciones de izquierda en Bogotá. Es hora de un cambio de 180 grados. El alcalde violó la ley, pasó por encima del procurador y, ahora antes de irse, piensa en proyectos de vivienda que no solucionan nada y más bien incrementaran los problemas de la ciudad.

Hasta ahora nadie se explica cómo en Bogotá se construyen andenes del tamaño de un parque, y nunca se piensa en construir verdaderas autopistas, puentes de segundo y tercer nivel y un metro, ya que Transmilenio ha demostrado ser un fracaso y más bien un nido de delincuentes para atracar a sus pasajeros.

Muy bizarro resultó Gustavo Petro y llegó la hora de poner un alcalde Superman que salve la ciudad de las garras de un nefasto personaje y tendencia política que nadie quiere volver a ver como alcalde de Bogotá.

Ojo con lo que ha sucedido en Bogotá, puede ser el reflejo del país en unas décadas si algún día se instala un Gobierno de las FARC en Colombia.

El autor es director y fundador de Latribunacolus  y de  United Languages Mediagroup.

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