viernes 29  de  marzo 2024
ANALISTA COLOMBIANO

La violencia en Colombia

Ahora nos encontramos en un limbo ante la paz.

Diario las Américas | CRISTHIAN MANCERA MEJÍA
Por CRISTHIAN MANCERA MEJÍA

Durante años hemos sido víctimas de una violencia interna que ha segado los sueños y vidas de muchos colombianos. Esta violencia ha tenido muchas mutaciones hacia extremos oscuros que no tienen piedad ni límite. Hoy por hoy vemos un país enfrentado entre tendencias de izquierda y derecha y un centro agonizante. Ser moderado y buscar el bien común paso a un segundo plano. Cuando se pensaba que el Estado iba por buen camino hacia el final de los grupos de guerrilla y para-militares, Colombia eligió un gobierno que se ha dedicado a buscar la reconciliación nacional haciendo más enemigos. La intención de buscar la paz esta buena y la apoyo, pero no se puede buscar reconciliar un país cuando traicionas los principios que te eligieron. Eso genera violencia y odios innecesarios. La idea hubiese sido mantener el rumbo en la seguridad ya que eso no significaba no poder buscar la paz. Ser fuertes en la seguridad no significa que no se pueda negociar y rendir a los violentos ante el Estado y la sociedad.

 Ahora nos encontramos en un limbo ante la paz. El gobierno manifiesta que no hará la paz si las condiciones no se dan, pero otros sectores manifiestan que el mismo la está buscando al costo que sea a espaldas de los colombianos. Mientras eso sucede, el país se hunde en un caos de violencia e inseguridad comparables solo con épocas pretéritas. La violencia se ha vuelto tan común en Colombia que ya nadie le importa si mueren 10,20, 100 o 1000 personas, ya la preocupación es por no ser una de esas víctimas. El nivel de indolencia y convivencia con la violencia ha llegado a unos límites tales que a las personas les parece muy normal que en las noches en Bogotá, Cali y Medellín maten y secuestren a personas por robarles su carro y dinero. Eso ya es normal y a nadie le preocupa el tema. Alguna vez un amigo me dijo; “Eso de que roben o le hagan un paseo millonario a alguien no es nada, eso no es un secuestro”, ante semejante comentario me quede sin palabras porque yo opino distinto. Cualquier manifestación de violencia deber ser censurada y perseguida bajo el total poder de la ley. La impunidad es el reflejo de la convivencia de la sociedad colombiana con la violencia. La impunidad no es solo reflejo de las débiles y corruptas instituciones colombianas, sino una aceptación complaciente de la sociedad con la violencia que tiene a Colombia en una guerra sin fin en la selva y ahora en las ciudades.

La paz es más complicada de lo que se puede pensar, no solo es poner de acuerdo a la guerrilla y el Gobierno, sino ponernos de acuerdo sobre el trafico de drogas la cual es la fuente principal de financiación para los terroristas, y, además, poner de acuerdo a tendencias de izquierda y derecha sobre la visión de país que se quiere para nuestros hijos en el futuro. La violencia ya ha mutado en demasiadas formas gracias a la permisividad de los gobiernos y la aceptación de ciertos fenómenos que generan violencia como el narcotráfico. Lo único cierto es que este articulo más bien merecería varias entregas porque resumir las razones porque los colombianos se matan entre sí es bastante extenso y complicado.

Un ejemplo de cómo fenómenos de violencia se han infiltrado en la sociedad colombiana, siendo aceptados  por la mayoría, son la series de televisión sobre la mafia, que aunque muestran la historia, hacen a los delincuentes héroes y muestran una clase dirigente corrupta y cómplice de ese fenómeno. Al final, al volver estos personajes héroes de la pantalla chica, le damos validez al hecho que el delito paga y que después de matar 1000, 2000, 3000 víctimas, estas personas terminan siendo exaltadas y no repudiadas gracias a los afanas lucrativos de algunos. Las víctimas quedan en el olvido y reviven el horror de sus tragedias. Lo peor no es que eso suceda, sino que la televisión y el cine le de dosis renovadas de su mismo dolor.

 Finalmente, somos un país violento por ser complacientes con el delito y la clase dirigente. Con la clase dirigente, por no reclamar que aplique el millar de normas que existen en Colombia para perseguir el crimen, y con el delito, sino por vender la idea que el mismo paga. La paz y la erradicación de la violencia requieren un Estado firme, pero también una sociedad que repudie todos los fenómenos de violencia  sin excepción.

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