miércoles 20  de  marzo 2024
VENEZUELA

Ataque contra población desarmada fue "calculado y sin piedad"

Testimonios de afectados por los gases lacrimógenos que cayeron sobre el este de Caracas y en otros estados del país dan fe del desmedido ataque de los cuerpos de seguridad del Estado, planificado sin importar ancianos, mujeres embarazadas o niños
Por ELKIS BEJARANO DELGADO

REDACCIÓN.- La marcha de la oposición celebrada en distintas partes de Venezuela para exigir la restitución del orden constitucional fue reprimida violentamente en todos los estados donde había un opositor protestando y exigiendo que el Defensor del Pueblo active el artículo 32 para la destitución de los Magistrados del Tribunal Supremo de Justicia.

La represión fue simultánea en Caracas, Carabobo, Yaracuy, Cojedes, Táchira. En todos los estados la denuncia se repite: “Estábamos manifestando sin violencia y arremetieron contra nosotros sin justificativo”. Como lo denunció el diputado Miguel Pizarro, cerca de la una de la tarde, cuando caminaban por la avenida Libertador hacia la sede de la Defensoría del Pueblo.

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Henrique Capriles saluda a los manifestantes.
Henrique Capriles saluda a los manifestantes.

Según reflejaban las redes sociales, en ese momento la avalancha de manifestantes, que abarcaba más de dos kilómetros, dejó de avanzar y las personas comenzaron a caminar en distintas direcciones. Muchos bajaron por El Bosque hacia la autopista a la altura de Chacaíto; otros fueron hacia el bulevar de Sabana Grande, otros seguían en la avenida Francisco de Miranda, en El Rosal. Otros fueron al Centro Comercial Ciudad Tamanaco, al Centro Comercial San Ignacio; al Centro Comercial Líder. Los que insistían en manifestar se fueron a ambos pisos de la autopista Francisco Fajardo e intentaban llegar hacía el centro de la capital de forma pacífica, pero los cuerpos de seguridad aguardaban a poco menos de un kilómetro.

Edith Delgado acudió a la marcha acompañada de varios amigos. Cuando no pudieron seguir por la avenida Libertador una de sus amigas decidió regresarse, porque sentía que todo estaba muy raro. “Íbamos bien. Había un ambiente de que esta vez algo sucedería. Eso da miedo. Crees, confías, te ilusionas y te quedas. Desde la zona de Chacaíto comenzamos a caminar hacia la Defensoría del Pueblo, pero no quisimos seguir por la avenida Libertador como el grueso de los presentes, por lo que bajamos por El Rosal hacia la autopista”.

Comenta que hasta ese momento todo estaba tranquilo, pero muy tenso. La policía aguardaba en la autopista a lo lejos y la gente continuaba hacia adelante. Ya se decía que habían reprimido en la avenida Libertador, pero hasta Chacaíto no había llegado.

“De pronto decidimos no seguir por la parte inferior de la autopista, sino subir al otro nivel. La gente caminaba por todos lados. Había muchos manifestantes en todas las direcciones, mientras veíamos cómo volaba el helicóptero sobre puntos específicos”.

“Cuando íbamos a buscar la manera de subir a la autopista comenzó una lluvia de bombas. Caían desde el cielo, de los edificios. Las veíamos volar. Las veíamos pasar por encima de nosotros. Algunos jóvenes más atrevidos las agarraban y las regresaban. Nos envolvieron en una nube de gas que hacía difícil la respiración”.

Comenta con angustia que corrieron en dirección contraria a la policía. “Pensamos en bajar por el cauce del Guaire porque había policías por todos lados. Un piquete de la GNB se colocó en El Rosal, otro a un lado en Las Mercedes. Desde todos los ángulos lanzaban bombas. Estábamos acorralados. Habíamos caído en su trampa. Nos habían emboscado y no nos habíamos dado cuenta”.

Mientras intentaba respirar lo único que aliviaba su respiración era toser y escupir. “Las lágrimas salían solas. Lloraba mi alma de impotencia al ver cómo actúan ante unos manifestantes que solo buscábamos exigir un mejor país para un mejor futuro. Este ataque fue calculado y desmedido”.

Recalca que la manifestación era pacífica. Que hasta que no salió la primera bomba los jóvenes no habían lanzado la primera piedra.

En la parte superior de la autopista estaba la reportera de Diario Las Américas, Miriam Arévalo, quien comenta que poco podía ver pero que si logró observar cómo las bombas caían desde muy alto. “Era imposible que las bombas que caían allí fueran de los Guardias Nacionales que estaban abajo. Vi caer bombas al río Guaire y cuando subí la mirada estaban los helicópteros”.

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Acorraldos entre los gases quedaron personas que protestaban pacíficamente.
Acorraldos entre los gases quedaron personas que protestaban pacíficamente.

Acorralados por las bombas

La familia Brito salió entera a manifestar. Desde el abuelo de 76 años, hasta la nieta de 18. Eran unas 10 personas, con espíritu alegre, exigiendo un cambio. Cuando estaban en Chacaíto, de repente los gases los obligaron a dispersarse. Unos corrieron hacia río de aguas negras llamado Guaire, otros hacia Las Mercedes, otros hacia El Rosal. Ya no estaban juntos, y apenas podían ver por efecto de los gases.

A los pocos minutos comenzaron a llamarse por los celulares, la señal era pésima, pero lograron comunicarse con los que se quedaron con el abuelo: “Estamos bien nos vinimos a El Rosal. Papá está bien, dijo uno de los hijos que logró salir entre los gases”. Pero cuando pensaban que podían salir por esa vía, otra lluvia de bombas los obligó a retroceder. Faltaba la respiración, picaba el cuerpo. Entraron en el Centro Comercial Líder, esperando encontrar un espacio para respirar. “Las bombas cayeron dentro del centro comercial. Nos escondimos en una tienda que al ver que íbamos con mi papá nos dejó entrar. Estábamos encerrados no podíamos salir”. El otro grupo familiar no encontró mejor panorama en el bulevar de Sabana Grande. Allí también había bombas lanzadas por todos lados. “El metro estaba cerrado, no podíamos salir”.

Momentos de pánico vivieron los que huyeron al Centro Comercial Ciudad Tamanaco, conocido como CCCT. Liliana Ortega, representante de una ONG, aseguró que muchas personas decidieron acudir al lugar dado que no podían avanzar hacia la Defensoría del Pueblo.

“Como llegamos temprano, vi a la gente llenar toda la Francisco Fajardo y alrededores poco a poco pero con una inmensa determinación. Caras cansadas del dolor que significa el país cada día pero con firme determinación de que todo debe cambiar. Ya cuando decidimos retirarnos fuimos al CCCT a buscar nuestros carros y decidimos comer algo.

"En la feria, un sitio de comida rápida dentro del Centro Comercial, todos sentados conversábamos llenos de la fuerza que traíamos por la dignidad de la gente en su búsqueda de libertad. Había niños, mujeres, gente de la tercera edad. Gente que habíamos participado en la marcha y otros no. De repente oímos gritos y sonidos de múltiples detonaciones muy cerca. Toda la gente corrió sin rumbo porque ningún lugar era seguro. Yo intenté hacer lo mismo hasta que mis compañeros me rescataron y me llevaron a un pequeño restaurant cuyos empleados nos recibieron con inmensa generosidad y allí nos encerramos.

"Todo el tiempo pensé que era un robo, algo ya común en Caracas. Lejos estuvo de mi imaginación lo que en efecto ocurrió: la Guardia Nacional había penetrado al centro comercial y con saña disparó lacrimógenas y perdigones contra una población civil, totalmente desarmada, donde algunos comían y otros caminaban. Fue un susto horrible, la gente se caía, gritaba, otros no entendían qué pasaba o casi todos no entendíamos por qué habíamos sido decretados objetivo militar”.

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Un joven recibe una ráfaga de perdigones.
Un joven recibe una ráfaga de perdigones.
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