sábado 16  de  marzo 2024
huracán Irma

¿Qué parte de la devastación de Irma interesa a la prensa oficial de Cuba?

Para el periodismo oficialista en Cuba es más importante reportar la inundación en la casa de un señor donde el agua solo subió hasta justo debajo de un cuadro del difunto Fidel Castro, antes que reportar las protestas populares que han "logrado" soluciones

La semana pasada hubo protestas de ciudadanos que exigían el restablecimiento de la electricidad y el agua, y la recogida de escombros y la basura que dejó el huracán Irma en Diez de Octubre, La Habana, y en Carlos Rojas, Matanzas. En Cuba muchos supimos de estos hechos por "radio bemba" (comentarios de pueblo) y por la prensa independiente.

Los medios oficiales han ofrecido una amplia cobertura sobre las pérdidas humanas y materiales que ocasionó Irma, y sobre los "esfuerzos del pueblo" en la fase recuperativa. Han informado cada vez que "se hace la luz en un territorio" y destacado anécdotas como la del niño que "rescató" un busto de Martí del lodo.

Pero que al menos en un municipio habanero y en una localidad matancera —según "radio bemba" también hubo protestas en las cercanías del Parque Córdoba, en la Víbora, La Habana— hayan salido ciudadanos a la calle a exigir el restablecimiento de los servicios interrumpidos, no constituye un hecho noticiable para los medios oficiales. Ni siquiera para decir que estas protestas no fueron reprimidas, que la Policía no usó la fuerza (cuando llegó al poblado de Carlos Rojas la protesta había terminado) y que los reclamos del pueblo fueron inmediatamente atendidos (en el municipio capitalino Diez de Octubre).

Publicarlo, al parecer, habría significado reconocer que la recuperación no ha marchado con la eficiencia que han estado anunciando la televisión y la prensa. Y si los reclamos fueron respondidos tan pronto (en Diez de Octubre) es señal de que los problemas pudieron ser solucionados antes. Las noticias de estas protestas —y el éxito de la de La Habana— difundidas por medios oficiales podrían llevar a que el pueblo tomara conciencia de su fuerza y se atreviera a reclamar otros derechos.

Sin embargo, no debería ser esa la preocupación de los periodistas. Debería ser informar. ¿Cómo es posible que a ningún periodista de los medios oficiales le interesara saber (e informar sobre) cómo surgieron estas protestas, quiénes las promovieron, cuáles eran los reclamos, por qué las personas llegaron a ese punto?

Habrían podido entrevistar tanto a los afectados como a los directivos de las empresas encargadas de suministrar los servicios y a los factores de las comunidades. Perdieron una oportunidad de indagar, cuestionar, llegar al fondo del asunto; en pocas palabras, de ser periodistas y no voceros del poder.

Para el periodismo oficial es más importante que a un señor se le inundó la casa, pero el agua solo subió hasta justo debajo de un cuadro del difunto Fidel Castro. Según el protagonista de la historia, sus vecinos le preguntaban luego, al ver que el agua no había tocado la imagen, por qué no lo había llevado para el Malecón, donde seguro habría detenido el mar. ¿Si una boina del Che puede hacer que los trabajadores aumenten la producción, por qué un cuadro de Castro no podría detener el mar?

En el país donde se expulsó a religiosos de universidades y centros de trabajo, donde toda creencia y adoración de deidades e imágenes fue estigmatizada, donde se decretó que Dios no existía y los líderes tomaron el lugar de Dios, ahora se adoran imágenes y se fabrican mitos. El trabajo de la prensa parece ser contribuir a fabricar esos mitos necesarios para que a los líderes se les atribuyan poderes en vida y después de muertos.

El trabajo de los periodistas oficiales no es informar sobre protestas ni analizar por qué hay tantos soldados de tropas especiales recorriendo las calles a pie o en sus vehículos. Ese trabajo le corresponde a la prensa independiente.

FUENTE: Publicado originalmente en Diario de Cuba

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