lunes 25  de  marzo 2024
los riesgos de un programa de tv

Bayly: "Ya nadie quería ficharme"

Esos cinco años, entre los treinta y cinco y los cuarenta, estuve la mayor parte del tiempo retirado de la televisión, pero no porque hubiera querido retirarme sino porque ya nadie quería ficharme y darme un programa y exponerse a los riesgos de tener a un loquito suelto hablando de sus verduras frescas, de modo que fue un retiro más bien forzado y un tanto doloroso pues yo quería volver a la televisión y realmente la extrañaba pero no encontraba la manera de seguir sacando mi linda carita de mamón en algún canal de señal abierta o de cable o lo que fuera: quién me hubiera dicho que así como había subido tan rápido, bajaría tan de golpe, sin que nadie me reclamara ni echara en falta diciendo mis chácharas picarescas.

Esos cinco años, entre los treinta y cinco y los cuarenta, estuve la mayor parte del tiempo retirado de la televisión, pero no porque hubiera querido retirarme sino porque ya nadie quería ficharme y darme un programa y exponerse a los riesgos de tener a un loquito suelto hablando de sus verduras frescas, de modo que fue un retiro más bien forzado y un tanto doloroso pues yo quería volver a la televisión y realmente la extrañaba pero no encontraba la manera de seguir sacando mi linda carita de mamón en algún canal de señal abierta o de cable o lo que fuera: quién me hubiera dicho que así como había subido tan rápido, bajaría tan de golpe, sin que nadie me reclamara ni echara en falta diciendo mis chácharas picarescas.

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Entre los cuarenta y los cuarenta y cinco años la suerte cambió dramáticamente y de pronto me encontré haciendo tres programas tres en tres países distintos, con cierto éxito recatado, ganando más o menos bien, sacándome el clavo por el despido tan cruel con el que me habían marcado a fuego años atrás, patinando a alta velocidad sobre el hielo de circos variados, haciendo piruetas, cabriolas, zigzags y volteretas, insultando a medio mundo y también a los dueños de los canales, a ver si te atreves a sacarme del aire, borracho, mafioso, cabrón, cabrón de mala entraña, y entonces me sacaban del aire y me amonestaban pero como el público pedía más morbo, me dejaban volver a la pista y seguía con mi rutina desaforada y un tanto suicida, jugándome la suerte en cada programa virulento, estrepitoso.

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Curiosamente insulté no una sino varias veces a los grandes magnates que me pagaban y los insulté en sus canales y siguieron pagándome, qué les quedaba, si me botaban iban a quedar como unos matones que vulneraban mi sagrada libertad de expresión, y además ganaban buen dinero conmigo, el circo tenía que continuar.

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A los cuarenta y cinco años, todo de golpe, me enamoré de una chica que parecía mi hija o una amiga de mi hija, le pedí que tuviésemos el hijo hombre que no había podido tener y estaba desesperado por tener porque me habían dicho que mi hígado no resistiría un año más salvo que me hiciera el trasplante que no estaba dispuesto a hacerme, me despidieron de la televisión en mi país de origen (la política, siempre la política), mi novia lolita quedó embarazada para darme el hijo hombre que juiciosamente eligió ser mujer (nada que se origine en mí puede ser tan macho), y decidí proseguir u201cmi carrera u201d en televisión en un canal en el que, tres años más tarde, sigo saliendo todas las noches, sin saber si me despedirán esta semana o la siguiente.

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A estas alturas ya está claro que el éxito es una cosa del pasado, muy del pasado, de hace quince años o más, y sin embargo me rehúso a retirarme, necesito salir cada noche dando mis opiniones políticas como si de ellas dependiera el fin del mundo. Son casi treinta años saliendo en televisión: qué gran ironía sería que me despidieran a punto de cumplirlos.

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