lunes 25  de  marzo 2024
ESCENA

"10 millones", el drama de un hijo de la revolución

Luego de presentarse en Miami "10 millones" sigue rumbo a New York. Una obra que habla de una Cuba real, difícil y lacerada, que no pasará desapercibida donde haya cubanos dispuestos a mirarse en el espejo de su apaleada historia
Diario las Américas | LUIS LEONEL LEÓN
Por LUIS LEONEL LEÓN

De una Cuba de carne y hueso habla esta obra. Del asesinato de la clase media y la pandemia de la miseria colectiva. De los sangrientos actos de repudio contra quienes entraron en la embajada del Perú y catapultaron el Éxodo de Mariel en 1980, y otras protestas y escapadas sucesivas. De las escuelas en el campo. De la doble moral, la envidia y el odio de los “revolucionarios”. Del fanatismo, la manipulación, el pánico cotidiano, vuelto máscara, rostro, cumbancha. Hasta llegar a la huida del país de los que humillaron y apedrearon, y hasta lincharon, a otros que antes optaron por irse. Una obra que hable de una Cuba real, difícil y lacerada, no pasará desapercibida donde haya cubanos dispuestos a mirarse en el espejo de su apaleada historia.

10 millones

Después de su estreno en La Habana, Argos Teatro ha traído a Estados Unidos 10 millones, escrita y dirigida por Carlos Celdrán y representada por cuatro actores: Daniel Romero (El Niño), Caleb Casas (El Padre), Maridelmis Marín (La Madre) y Waldo Franco (El Narrador- Autor). El pasado fin de semana se presentó con éxito, tres noches a sala llena, en el On.Stage Black Box del Miami Dade County Auditorium. Y seguirá rumbo a Nueva York.

En esta pieza, basada en hechos reales y de carácter autobiográfico, Celdrán narra la historia de un niño cubano, que crece atormentado por los severos ideales -que luego abandonará- su madre plegada al comunismo y la ausencia de su padre, marginado por el castrismo, apartado de él por su madre, y que se irá al exilio.

Sueño

Él: En la mano, el maletín con la ropa, la del mes acordado. En el portal, solo, bajo la luz fría. Espero. Me impaciento, toco en la puerta, afuera, con fuerza. Llamo. Miedo a estar allí, solo, a que no abran, a que él no abra. No esté. Mi padre. Es la casa de mi padre. En el pueblo. Por fin escucho cómo descorre los cerrojos. Abre. Soy yo. Allí. En la puerta. Más alto, más delgado. Con trece años, quizás diez, ocho. No sé. Yo. Con el maletín en la mano. Con frío. El de la madrugada. El del pueblo. Adormilado me sonríe, toca mi cabeza, me hace pasar a la sala apagada.

Él es un niño que vive fracturado, temeroso, solo, que confiesa saber que tiene problemas. Un niño que protagoniza un desesperado relato, que no en balde se aferra a la primera persona, dolorosa metáfora de más de una generación. “Nadie es feliz aquí”, dice el adolescente, hijo de una dramática revolución, culpable de sus más oscuros trastornos.

El título, el contexto

En 1970 Fidel Castro embarcó a los cubanos en una odisea colectiva que se convirtió en símbolo de su fallida revolución. Casi el país entero desbocó sus anhelos en la “Zafra de los 10 millones” de toneladas de azúcar que no se lograron. Su delirio de grandeza y la torpeza económica de sus descabelladas ideas, no podían terminar sino en una frustración nacional y en el comienzo del recrudecimiento de la era más gris que ha vivido la isla, era que no ha acabado, aunque con maquillajes de otros colores y modismos se intente hacer parecer que el gris aquél no sigue siendo el mismo triste gris con que en 1959 el castrismo comenzó a castigar el fervoroso trópico. A esa “Zafra de los 10 millones”, debe su título esta pieza, que habla sobre todo de las décadas de 1970 y 1980.

La actriz Maridelmis Marín interpreta a La Madre, una comunista que décadas después abandona el país
La actriz Maridelmis Marín es la madre, una comunista que décadas después abandona el país.
La actriz Maridelmis Marín es la madre, una comunista que décadas después abandona el país.

Viaje

Madre: No me lo niegues.

Él: Yo niego y niego, pero ella no cree. No me cree. Insiste, presiona. Amenaza. No hablan delante de mí, lo juro. Nunca. De política, nunca.

Madre: ¡Mentira! Mírame. Es peligroso. No sabes el mal que te hacen. A tu futuro. ¡No tienes idea del peligro que corres allí, cada vez que vas allí! ¡A esa casa! No pienso, para que te enteres, no pienso dejarte ir hasta que digas la verdad. Lo que dicen. Todo lo que hablan delante de ti. Porque sé que hablan.

Aunque las generaciones cubanas, marcadas por los diversos y profundos males de totalitarismo, tienen a olvidar, la realidad es que no son pocos los cubanos, en ambas orillas, que han sufrido experiencias de vida similares a los personajes de 10 millones.

“Nunca, en los años que llevo en el teatro en este país, había visto reaccionar al público como reacciona ante esta obra”, declaró Caleb Casas, que encarna el rol del Padre. “Para mí es como un exorcismo. Cada noche me libero de un demonio diferente guardado dentro de mi”, expresó Waldo Franco, quién interpreta al narrador y se desdobla en otros personajes.

Encuentros

Padre: Le tiene miedo, mucho miedo a ese frío, al rechazo que me tiene, que por desprendimiento le tiene a Él, que es quien provoca lo indeseable, lo intolerable: el encuentro. Por su oscuro comportamiento. Le tiene miedo a esa frialdad donde no hay odio ni gritos ni insultos ni golpes ni celos ni despecho ni reclamos ni chantajes ni escenas de histeria, sino algo bien distinto, que da mucho miedo y mucha vergüenza.

Caleb Casas (d) encarba a un padre marginado por el castrismo, a quien su ex esposa aparta de su hijo y termina yéndose al exilio
Caleb Casas (d) encarna a un padre marginado por el castrismo, a quien su exesposa aparta de su hijo, y termina en el exilio.
Caleb Casas (d) encarna a un padre marginado por el castrismo, a quien su exesposa aparta de su hijo, y termina en el exilio.

Obviamente en Miami, luego de casi seis décadas de albergar tantos exiliados del régimen cubano, contar y escuchar éstas historias no tienen el mismo impacto que en Cuba, donde el pavor y la censura, la represión y el desespero del olvido han hecho del drama de 10 millones, más que un nudo, un tumor en la garganta. Pero de cualquier modo es importante, siempre lo será, apelar a la memoria, revisitar sus monstruos y sus ángeles, ponerlos uno a uno en el escenario y junto a ellos reconocernos, no olvidar quiénes hemos sido, por qué hemos sido, quiénes son las víctimas y quiénes los culpables. Una alegoría de la memoria colectiva de las dos orillas -los cautivos y los que se escaparon- en que la revolución ha dividido una isla. Una nación únicamente fragmentada por una fracasada revolución.

Álbum

Madre: No entiendo qué pasaba allí. Lo sé, pero no lo entiendo ya. ¿Cómo llegaron a eso, a tanto? Quizás el pueblo, la presión, la edad. La costumbre. Un error. Todo es error en ellos. Sin embargo, el mar rizado, negro, el pelo castaño de ella, corto, batido por el aire, el pecho suave y entrevisto de él, merecían más. Un destino. Una noche feliz, completa, que no tuvieron. ¿Por estupidez? No recuerdo. Son fotos que no merecen guardarse, nadie las quiere, ni las tuvo, ni las valora. Ni las siente propias. No somos nosotros. Somos nadie.

Pero en Cuba, además de una sentida obra de arte, 10 millones es un acto de valentía y de fe, de despojo del miedo, de empujar el muro parricida del castrismo y el pensamiento castrista, inevitablemente suicida. Ambos terribles muros. El segundo una consecuencia del primero.

Política

ÉL: ¿Estás bien?, pregunta mi abuela. ¿En la escuela? ¿Estás bien? ¡¿Bien?! Claro que estoy bien, abuela, entre el orine y la mierda de los albergues, con el descaro de los profesores que no enseñan, con la putería y el abuso a mi alrededor.

Es notable como 10 millones, al contrario de otras creaciones que tocan el tema del exilio, no habla de reconciliación entre cubanos. Su autor sabe que los cubanos no necesitan reconciliarse entre ellos. Ha sido el régimen el que ha inventado una guerra entre los que corrieron hacia la libertad y el progreso, y los que aún viven encerrados en el absolutismo y las penurias.

Terapias

Él: Allí todos son así, odian, detestan ser amigos, son amigos de ellos, los médicos, que los usan para cosas, para que les compren meriendas, para que los entretengan dándole golpes al nuevo, a cualquiera. Ellos se prestan, sumisos se fajan entre ellos frente a los médicos en el salón, se arañan, se muerden, ruedan por el suelo entre los gritos de los otros, que apuestan al que gane, tratan de pasar la mañana como sea, ganar como sea.

Esta pieza es hija de la vivencia personal de su autor y director. Un testimonio emotivo, que de tanto haberlo vivido en silencio, se ha vuelto torrente de palabras que ni siquiera acaban con la obra. Por eso apela a la repetición. Al decir y decir y decir las mismas ideas, los mismos sentimientos, desde el desasosiego hasta las más angustiadas y a la vez salvadoras palabras.

El último verano

Padre: Vivo solo en esa casa del pueblo desde que a mis hermanos les llegó la salida y se fueron. La vida se reduce a esperar. Como el permiso de salida se retrasa, la vida pasa mientras espero empezar en otra parte. Tengo mujeres, pero no familia de verdad, excepto cuando viene Él el mes acordado durante las vacaciones de verano. Por eso tengo todo el tiempo para dedicárselo, un tiempo enorme que vuelco en Él con la paciencia del que está condenado.

Desde que el castrismo se apoderó de todas las instituciones, incluidas, por supuesto, las culturales, esa condición de arte de pocos espectadores que tiene el teatro, nada masivo como es el cine e incluso la literatura, ha sido una especie de nicho donde los más arriesgados creadores se desinhiben, confiesan sus tormentos y heridas, sus gritos y anhelos. Y eso ha hecho Celdrán con 10 millones: romper la cuarta pared de la censura, y sobre todo de la autocensura, que es aún más dañina, y hablar de su vida, de la vida de su país, a través de sus personajes. Por eso en la pieza no podía faltar el personaje (que es él): El Autor.

Masa y Poder

Memorias de algunos meses de 1980.

Él: De pronto, recuerdo, bajo las manos, dejo de gritar, una reacción que ninguno a mi alrededor ve ni entiende. Al momento siguiente recuerdo que lloro, por mi padre dentro y yo afuera, por aquellos gritos que doy, que dan, por el desprecio, por esa emoción que nos une y nos aleja, por no ser y ser ellos, distante y unido a eso, a eso que pasa y no debe pasar, que desprecio y apoyo, lloro y el llanto borra las últimas imágenes de la fachada de la Embajada. El río de la marcha nos empuja hacia delante, a la realidad.

Carlos Celdrán es un artista con un estilo reconocible. Sus montajes, que suelen apelar a la economía de recursos, buscan llegar a la profundidad de los temas que toca. Graduado del Instituto Superior de Arte Cuba (ISA), en 1996 fundó Argos Teatro. Entre sus más célebres puestas en escena vale citar: Las moscas (Jean Paul Sartre), La Señorita Julia (August Strindberg), Vida y muerte de Pier Paolo Pasolini (Michel Azama), Stockman, un enemigo del pueblo (Henrik Ibsen), Fango (María Irene Fornés), Final de Partida (Samuel Beckett), Aire Frío (Virgilio Piñera), Chamaco, Talco, Mecánica y Protocolo (todas de Abel González Melo). Ha ganado varios premios de la crítica. Y en 2016, por su trabajo de tres décadas, recibió el Premio Nacional de Teatro, el más alto galardón que se concede en Cuba en las artes escénicas.

Epílogo, La Habana 2012

Él: Mi padre no regresó, no lo volví a ver en los treinta años siguientes. Es un hombre mayor, a punto del retiro, crió a otros hijos y rehízo su vida. En el exilio. Con el tiempo, también ella, mi madre, de un modo desconcertante, decide irse, un proceso difícil y muy largo, de años, llegar a romper con todo, con ella misma, pero llegado el momento crítico lo hace y se va. Ninguno de los dos volvió a verse otra vez. Cuando los he visitado, en años recientes, me han recibido con amabilidad en sus respectivas casas. Es caro llamarlos, aunque es mejor escribir, es sencillo escribir hola, saludos, besos, que estén bien, feliz año, recuerdos y abrazos a todos. Escribir es más sencillo. Hablar es caro, imposible.

10 millones, coproducida por Argos Teatro, Copperbridge Foundation y FUNDarte, se presenta 29 y 30 de marzo, a las 7pm, en Repertorio Español, New York. 138 East 27th Street. (212)-225-9999. Tickets: http://repertorio.nyc/#/event/a0S0L00000R7azrUAB

La obra es en español con subtítulos en inglés.

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