lunes 25  de  marzo 2024
NHL

El béisbol se salva tras acuerdo entre dueños y peloteros

Los dueños de clubes y los peloteros llegan a un acuerdo luego de varios días de disputa que garantiza que el pasatiempo nacional regresa para seguir generando pasión y grandes ganancias
Por ERASMO GONZÁLEZ

Al final todo tuvo un tono menos dramático. Después de varias escaramuzas y alarmas en rojo, la sangre de la discusión entre propietarios y jugadores no llegó al río del paro, mientras las partes llegaban a un acuerdo que garantiza la paz laboral en el béisbol durante los próximos cinco años.

Muchas cosas se pueden decir de este nuevo acuerdo que regirá el accionar de Grandes Ligas y todas sus dependencias en el nuevo quinquenio, pero lo importante es que el sentido común se impuso: nadie tenía interés en detener un negocio que genera $10 billones anuales.

Tanto propietarios como peloteros están ganando como nunca antes en la historia de este deporte, que acaba de ver cómo los Cachorros de Chicago destrozaban 108 años de tristezas en una Serie Mundial que acaparó la atención del país y regaló unos niveles de teleaudiencia excelentes.

Qué siga el show

Habría que ser demasiado tonto para no darle continuidad a una industria en tan buen momento, sobre todo porque no existía un punto de discordia flagrante, como para poner en tela de juicio el futuro del béisbol, justo cuando ya asoma el cuarto Clásico Mundial en marzo.

¿Qué separaba a los jefes de los subordinados? Varios puntos, pero los principales tenían que ver con la forma de repartir ganancias y penalizar a los clubes súper gastadores en busca de un balance competitivo. El impuesto de lujo, que comenzaba a partir de los $189 millones, comenzará en el 2017 en $195 millones y llegará a $210 para la última temporada del pacto.

Esto es un reflejo del maná financiero que vive el béisbol y garantiza que los peloteros sigan siendo los deportistas mejor pagados, en promedio, de las cuatro grandes ligas profesionales de Estados Unidos. Aquí cedieron los propietarios.

Otro tema bastante álgido era el llamado Draft Internacional, al cual se oponía el sindicato de jugadores, pues bajaba considerablemente los bonos por firma a los prospectos dominicanos y venezolanos o de otras áreas del Caribe, a la vez que aumentaba la edad de firma de 16 a 18 años.

Ese mecanismo quedó sin efecto, pero los propietarios lograron fijar un techo de gasto duro, lo cual se traduce en que ningún equipo podrá exceder la suma de entre $5 y $6 millones para actuar en el mercado internacional. Antes se podían pasar pagando una penalidad, ahora no. Aquí todo quedó en tablas.

Los cubanos

Punto y aparte merecen los prospectos cubanos. Los menores de 25 años y con menos de seis Series Nacionales de experiencia están exentos de esta regulación, como hasta ahora, pero los que no cumplan tales requisitos caen dentro de la suma asignada. Los días en que un prospecto como Yoan Moncada podía ganar $31 millones se acabaron.

Los jugadores querían que los rosters se expandieran en un jugador más para llegar a 26 y darles más flexibilidad a los clubes, pero aquí se impusieron los dueños y la situación quedará igual que en el pasado. Sin relevancia estaban el pedido, y fue concedido, de limitar la lista de inhabilitados de 15 a 10 días y el negado de rebajar la temporada de sus 162 juegos.

Parecen bagatelas pero cada equipo dispondrá en su clubhouse de un chef que cocinará a gusto para cada jugador y durante los entrenamientos de primavera cada jugador dispondrá de dos asientos en los ómnibus. Así que los protagonistas no pueden quejarse: quedaron tablas en algunas cosas y ganaron en otras, pero no retrocedieron en casi nada.

Un tema, sin embargo, sorprendió a todos: jugadores y peloteros decidieron quitarle protagonismo al Juego de las Estrellas, pues en esa cita se decidía por donde comenzaba la Serie Mundial en dependencia de quién ganaba, la Liga Americana o la Nacional. Ahora, dependerá de quien tenga mejor récord.

Lo más importante de todo entre estos legajos es la garantía de la continuidad. Todavía no se han apagado los ecos de aquella huelga de 1994, cuando el béisbol se dio un tiro en el pie que echó a sus mejores aficionados a los brazos de otros deportes y dejó un sinfín de pérdidas a ambos lados de la negociación.

Un largo trecho

Muchísimo le costó a las Grandes Ligas, en términos financieros y morales, recuperar la confianza de patrocinadores y fanáticos. Digan lo que digan, bastaría preguntarse cuánto le habría tomado al béisbol recuperarse sin aquella competencia de jonrones entre Mark McGwire y Sammy Sosa en 1998.

No, nadie quería pasar por este trago amargo nuevamente. Y al final las salvas de las amenazas quedaron en un humo que, gracias a Dios, se ha disipado por completo o al menos por los próximos cinco años. Hay paz en el béisbol. Lo que significa que hay juego.

FUENTE: Especial

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