viernes 29  de  marzo 2024
TENSIÓN

Vladimir Putin vuelve a sorprender a Washington

El presidente ruso abre el camino a su relación con Donald Trump
Por RUI FERREIRA

MIAMI.– Tras el paquete de medidas implementadas por la administración de Barack Obama contra el Gobierno ruso, por la supuesta interferencia en las pasadas elecciones presidenciales, Moscú se abstuvo de expulsar a diplomáticos estadounidenses, pero ha prohibido el acceso del embajador de Washington a su residencia de vacaciones en Rusia, ha clausurado la escuela anglo británica, que sirve a la comunidad internacional moscovita, y se reserva el derecho de tomar medidas adicionales en las próximas semanas.

"Nos reservamos el derecho de tomar medidas recíprocas. No nos vamos a rebajar a un nivel de diplomacia de 'cocina'. Nuestros pasos futuros para restablecer las relaciones mutuas deben ser cuidadosos porque vamos a seguir los pasos establecidos por la administración", del presidente electo, Donald Trump, dijo el presidente ruso, Vladimir Putin.

Es más, añadió el mandatario ruso, "no vamos a crear problemas a los diplomáticos estadounidenses", precisó en un comunicado, donde deja sentado que la decisión no es el fin del capítulo y que la respuesta pudiera ampliarse dependiendo si Washington piensa mantener "esta política hostil" con la nueva administración de Trump, o habrá una etapa para "restaurar la relación bilateral".

La tibia reacción rusa es vista como una forma de Moscú de facilitarle la vida al mandatario electo estadounidense en quien ha colocado toda esperanza de tener un diálogo más fluido. Tras el anuncio del paquete de medidas del presidente Obama, el primer ministro ruso Dymitri Medvedev puso el tono al escribir en su cuenta Twitter que la relación bilateral actual ha fallecido, un mensaje indirecto de Putin que siempre se ha servido de Medvedev para su trabajo sucio y subterráneo.

"Es lamentable que la administración Obama, que comenzó por restaurar nuestros lazos, termine su mandato en una agonía antirusa. ¡E.P.D.!", escribió.

Aun así, la respuesta rusa es excepcional en el ámbito del historial de las relaciones con Estados Unidos, primero con la difunta Unión Soviética y, posteriormente, con Rusia, un país que desde hace casi 20 años es gobernada por un exmiembro destacado del Partido Comunista de la desaparecida URSS y jefe del Comité de Seguridad del Estado (KGB) en la segunda ciudad del país, San Petersburgo, en los negros, difíciles y represivos años de las décadas de los 70 y los 80.

Por vez primera Moscú aplaza una decisión que en otros tiempos sería inevitable. Durante la Guerra Fría todo enfrentamiento de esta naturaleza era contestado paso a paso. Principalmente después que el ministro de Exteriores ruso, Sergey Lavrov, propuso a su presidente la expulsión de igual número de diplomáticos estadounidenses en suelo ruso. Pero tiene una vertiente, en lo mínimo, pintoresca. Tras cerrarles la escuela, Putin ha invitado a los hijos de los diplomáticos estadounidenses a celebrar este fin de año en el Kremlin bajo el patrocinio de la Iglesia ortodoxa rusa.

La respuesta de Putin a las retaliaciones estadounidenses es una forma de facilitarle la vida a Trump, porque si expulsara a los diplomáticos hubiera profundizado una crisis que obligaría al ahora presidente electo a tener que volver a responder de forma 'apropiada', lo que en lenguaje diplomático significa elevar el nivel de enfrentamiento. Pero no deja de ser cierto que el mandatario ruso tiene la costumbre de sorprender a tus adversarios con decisiones sacadas de la manga, como si de un acto de magia se tratara.

"Esto ha sido un paso correcto porque dejó a la administración Obama en una posición muy frágil y abre una nueva página en las relaciones con Trump. Moscú quiso darle a Trump un espacio para maniobrar, esta decisión es claramente un gesto de buena voluntad hacia el presidente electo", comentó al The New York Times, el analista Vladimir Frolov, considerado cercano al Kremlin.

El presidente electo, quizá prevenido con anticipación, acusó el 'golpe' pero sin evitar la moderación de cara al post 20 de enero. Cuando Obama anunció las medidas de retaliación, Trump dijo que no eran necesarias sino que "hay que virar página". Aun así manifestó su intención de reunirse con miembros de la comunidad de inteligencia para obtener más detalles sobre la crisis.

El paquete de medidas contra Rusia fue demoledor, al menos por el momento, para la diplomacia rusa y sus servicios de espionaje ya que Obama ordenó la expulsión de 35 diplomáticos rusos y sus familias, el cierre de dos instalaciones bajo protección diplomática en suelo estadounidense que servían de centro de escucha para los espías rusos, así como publicó el listado de los organismos dependientes de Moscú enfrascados en el hackeo a las instalaciones del partido demócrata, la interferencia en las elecciones presidenciales que, según la Casa Blanca, favoreció al candidato republicano, y los nombres de cuatro presuntos oficiales de inteligencia rusas estacionados en territorio estadounidense bajo cobertura diplomática.

Adicionalmente, la administración Obama ha revelado que llevará a cabo otras acciones de corte clandestino. "El pueblo estadounidense debe preocuparse con esto", justificó el mandatario, sobre la existencia del espionaje ruso, que heredó la vieja tradición soviética.

La expulsión de los diplomáticos rusos, todos aparentemente vinculados a actividades de espionaje, es el mayor desalojo desde que, supuestamente, la Guerra Fría se acabó con el fallecimiento de la Unión Soviética en 1991. El 2010, el Gobierno de Obama también expulso 10 espías rusos, todos llamados "agentes dormidos" que se infiltraron en varias dependencias gubernamentales, privadas y en medios de prensa. El grupo fue enviado de regreso a casa tras una presentación ante un tribunal federal de Nueva York y una rápida negociación entre la Casa Blanca y el Kremlin, que le costó a Estados Unidos la perdida de tres oficiales de inteligencia en territorio ruso.

El hackeo ruso a las instituciones estadounidenses es una política de estado. Lo afirma Aleksandr B. Vyarya, uno de los más conocidos hackers ruso que vive hoy día asilado en Finlandia después que rehusó trabajar para el Gobierno e implementar un plan de intervención con las redes cibernéticas estadounidenses por cuenta del Kremlin.

Vyarya, de 33 años, recordaba esta semana al The New York Times que el año pasado los militares rusos lo contactaron y, evocando su prestigio como hacker, le propusieron que invirtiera sus hábitos de trabajo.

"Me dijeron que en vez de hackear empresas rusas y sus cómplices, lo hiciera por cuenta del Gobierno en contra de Estados Unidos. Y seria perdonado. Les dije que no", desveló. Preocupado con las consecuencias de su gesto, Vyarya recogió sus matules y puso rumbo a la frontera con Finlandia. "Les dije claramente que era contra mis principios", explica.

Ahora comentan que durante los últimos cinco años, el Gobierno de Putin no ha logrado, dentro del estamento militar, los conocimientos suficientes para atacar cibernéticamente a Estados Unidos y ha recurrido, y amenazado, a estudiantes universitarios brillantes en busca de un futuro seguro, programadores profesionales. Y dice el The New York Times, citando medios de inteligencia, pactando con la mafia rusa y buscando lo mejor del submundo criminal en ese campo. Los mismos que se dedican a robarles los datos de las tarjetas de crédito a los consumidores de Estados Unidos.

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