martes 19  de  marzo 2024
EDITORIAL

El imposible regreso al pasado

Diario las Américas | EDITORIAL DIARIO LAS AMÉRICAS
Por EDITORIAL DIARIO LAS AMÉRICAS

Nunca se imaginó el supremacista blanco Richard Spencer que la comunidad estudiantil y académica de la Universidad de la Florida (UF) rechazaría de manera pacífica y contundente su ideología nazi.

Bajo la protección de la Primera Enmienda, este personaje salido de la franja lunática de la política estadounidense utilizó su derecho de libre expresión para tratar de arengar a unos jóvenes que, durante una hora y media, lo abuchearon sin tregua.

Con gran beligerancia le demostraron que sus ideas, sepultadas con la caída del Tercer Reich y el permanente recuerdo de los millones de víctimas de Hitler y la locura del nacional socialismo, no tienen cabida en una institución universitaria, ni mucho menos en un país que luchó con sus aliados para derrotar, en la Segunda Guerra Mundial, la pesadilla de un poder basado en la supuesta pureza y superioridad de una “raza”.

La llamada “derecha alternativa” vive su cuarto de hora en la actual administración. El ex asesor político, Steve Bannon, (copartidario de Spencer) anunció que quiere acabar con el “establishment” conservador –es decir, con la derecha moderada y civilista– para darle paso a un nacionalismo rancio, un imposible regreso al pasado con unas ideas racistas disfrazadas de “identidad cultural”.

Pero la llamada Alt-Right se hizo tristemente célebre durante los violentos episodios en los predios de la Universidad de Virginia, en Charlottesville. Fue una dura lección para las fuerzas de seguridad y de policía de la Florida, las cuales se prepararon de manera minuciosa para que un grupúsculo de extremistas no aprovechara el abrigo que le da la constitución para provocar acciones violentas dentro de los predios de la UF.

¿Cómo pudo un solo hombre generar la movilización masiva de decenas de agencias policiales con un costo para los contribuyentes de más de 600.000 dólares? Es la particularidad de las instituciones estadounidenses: una universidad pública –como lo es la UF– no puede negarse a alquilar uno de sus salones o auditorios a grupos que defienden el odio racial. Así ese hecho produzca, al mismo tiempo, el repudio y el miedo de la comunidad universitaria.

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