lunes 25  de  marzo 2024
OPINIÓN

Todos amamos a Lucy

Con una trama que se movía entre situaciones brillantes y la rutina – hoy ingenua - propia de la época, "I Love Lucy" ganó cinco premios Emmy entre una serie de nominaciones constantes
Diario las Américas | TONY PINELLI
Por TONY PINELLI

Para un joven nacido en Santiago de Cuba el 2 de marzo de 1917, en el seno de una familia acomodada, que llevaba el nombre de su abuelo y de su padre, por lo tanto, sería bautizado como Desiderio Arnaz y De Acha III, la dictadura de Gerardo Machado y Morales sólo era una referencia por su abuelo, que era alcalde de la pintoresca segunda ciudad de Cuba con más cubanos en esa época (hoy es Miami), y su padre un furibundo “machadista”.

A los 16 años Desiderio, ante la violenta caída del Machadato, sale con su familia huyendo de Cuba hacia Miami, refugio inmemorial de todas las causas cubanas y, perdido el esplendor del poderío económico y político de su familia en los predios orientales, realiza distintos trabajos, hasta que entra como guitarrista en el Sexteto Siboney, de música cubana, en esa ciudad.

Le fue bien, no era un músico de altos estudios, pero tenía buen oído, sentido del ritmo, tocaba guitarra y percusión cubana, en la misma época que Miguelito Valdés enamoraba a New York y Desiderio, con su encanto personal y buena figura, logró entrar en la banda de Xavier Cugat, el catalán aplatanado que hacía una versión edulcorada de la música cubana, y tuvo tanto éxito que volvió a Miami, para hacer su propio grupo musical.

Pronto se convenció de que no era lo mismo y regresa a New York, con un mayor sentido del espectáculo y una mayor ambición de triunfar, que no disminuye con el paso de los años.

Al fin, en 1939, debuta – ya como Desi Arnaz, reducción de su nombre más fácil de asimilar por el público sajón - en una obra de teatro musical en Broadway, que llevaba por título “Too Many Girls” y tuvo la oportunidad de actuar como pareja de una actriz y cantante puertorriqueña, de gran carisma, con quien había compartido escenario en espectáculos nocturnos: Diosa Costello. La pareja fue formidable, no sólo para el público latino, sino para todos, al punto que le ofrecen Hollywood para llevar la obra al cine, la oportunidad dorada para todo latino, pero Diosa ya tenía trazada su ruta y decide quedarse en New York, para ocuparse del desarrollo de su centro nocturno: “The Latin Bombshell”, que sería su mejor obra, o al menos la más rentable, a la larga.

Ya en Hollywood, el santiaguero actúa con una talentosa joven norteamericana, oriunda de James Town, New York que iba en ascenso de su carrera y que pasaría a la historia como uno de los grandes talentos de la comedia musical: Lucille Ball.

La unión resultó mágica, el 30 de noviembre de 1940 se casaron, y siguieron luchando en el mundo del espectáculo. Desi siguió haciendo películas, trabajando en tres largometrajes, pero cuando estalla la Segunda Guerra mundial, es llamado al ejército y se enrola, pero por un antiguo accidente en una rodilla, acaba trabajando activamente en el entretenimiento de las tropas, volviendo a la música como director de orquesta, o sea, se reencontró con la música e incluso siguió después de la guerra, cuando trabajó como director del grupo que tocaba en los programas de Bob Hope, el centenario (05/29/1903 – 07/27/2003) y multifacético actor norteamericano.

Ya tenía un sinfín de ideas en la cabeza, conocía muy bien el negocio y tenía conciencia del mundo latino y su lucha por integrarse a la difícil sociedad del país desarrollado donde habían ido a parar y quizás basado en todas estas cosas, lucha denodadamente hasta que en 1949 comienza el camino para un programa de TV que pudo estrenar en la gran cadena CBS, contra viento y marea en 1951: I Love Lucy.

A pesar de un innegable reconocimiento que ya había alcanzado Lucille Dessiré Ball Morton y de que él no era ningún desconocido, la empresa CBS no estaba convencida de permitir que la serie saliera al aire, pues los prejuicios de la época les hacía dudar el presentar al público una pareja de una pelirroja norteamericana y un latino cubano. Por supuesto, en el latino no confiaron para dirigir el programa, que se estrena con Jess Oppenheimer, Madeline Davis y Bob Carroll Jr. como creadores, aunque en la producción sí aparecía Desi Arnaz con Jess Openheimer.

Los actores principales era Lucille Ball en el papel de Lucy Ricardo y Desi Arnaz como Ricky Ricardo. Ella, un ama de casa con la cabeza llena de nubes e ideas disparatadas y él director de orquesta - su oficio, donde no tenía que actuar - y Desi supo aprovechar lo que la CBS consideraba un defecto: su acento cubano - pecado para la crítica generalizada de los programas televisivos – pero en este caso, ideal para el fin de recalcar más el personaje. Como contrafigura, actuaba un matrimonio vecino, formado por los actores Vivian Vance, en el papel de Ethel Mertz una vecina que actuaba con mayor serenidad, pero que al final era arrastrada por Lucy en sus ideas descabelladas y el esposo de Ethel, era Fred Mertz, interpretado por William Frawley, por supuesto, compinche de Ricky Ricardo en contra de las locuras de sus esposas.

Con una trama que se movía entre situaciones brillantes y la rutina – hoy ingenua - propia de la época, “I Love Lucy” ganó cinco premios Emmy entre una serie de nominaciones constantes. En 2002, ocupó el segundo lugar en la lista de TV Guide de los más grandes programas de televisión, detrás de Seinfeld y en el 2007 fue considerado entre los mejores 100 espectáculos televisivos de todos los tiempos.

El matrimonio fue una combinación triunfadora, aunque tuvo muchas dificultades propias de la unión de dos caracteres tan fuertes y dinámicos. Se mudaron del Oeste a New York y crearon DELUSI una productora que innovó y creó una serie de aspectos que después fueron pauta para las transmisiones de un sinfín de programas que hallaron en el modus operandi del mercadeo de Desi Arnaz una puerta al futuro y la forma de enfrentar la imposición y el poder de los dueños de las televisoras. Adquirieron los derechos de retransmisión, que CBS a pesar de su poder no habían previsto y aún hoy en día en muchas ciudades de los EEUU y América Latina se retransmite “I Love Lucy” que les dejó millones a sus dueños.

Fue el primer programa que se filmó en 35 mm con público en vivo, aunque Desi tuvo que luchar para conseguirlo pues los pesos pesados de CBS veían la filmación como una extravagancia del latino, al que no le concedían su real valía, Desi financió los equipos de filmación y logró su propósito. Con el camarógrafo Karl Freund logró sacar con éxito los programas con presencia de público y cuentan que fue el primer programa de CBS que se filmó con tres cámaras en el estudio, que por cierto era un estudio de audio. La adquisición de los derechos de filmación para la productora Delusi fue el comienzo de uno de los negocios más rentables en la historia de los medios audiovisuales.

El empuje de la pareja era irresistible, incluso, en la época que Lucille Ball estuvo embarazada se armó una lucha encarnizada con los directivos, que se negaban a que actuara en estado de gestación, bajo el pretexto de que era ofensivo a las buenas costumbres, pero Desi consiguió que un rabino, un sacerdote católico y un ministro protestante, emitieran opiniones a favor de que no había nada malo ni ofensivo en que ella actuara así y aunque salió esa etapa de la serie bajo el título de Lucy is enciente, palabra francesa, porque no aceptaron Lucy is pregnant, adaptaron los libretos a la situación al punto, que el día que “nació” en el programa el pequeño “Ricky Ricardo”, 13 de enero de 1953 hubo mayor rating de “I Love Lucy” que en la toma de posesión del Presidente Dwight D. Eisenhower, que coincidió con la fecha, según reflejó el “New York Times”.

Produjeron una serie importante de películas y con su compañía compraron los estudios RKO, llegando a tener un capital activo de 15 millones de dólares en aquella época y una empleomanía superior a las 800 personas. Entre las películas que filmaron, introdujeron el estilo de conservar los derechos de reproducción, uno de los métodos más rentables para productores, escritores y artistas que cobran cada vez que se pone la obra hasta hoy día, que se considera parte vital dentro del cobro de los llamados derechos conexos.

El día 2 de marzo de 1960, cuando Desiderio Arnaz cumplía 43 años, se filmaba el último episodio de “I Love Lucy”, después de 179 episodios de media hora y 19 especiales de una hora, con la hazaña de mantener un programa de intensa preferencia en al aire durante 9 años y haber creado una empresa rentable y vanguardia en una serie de aspectos que aún se consideran brillantes.

Quizás el término de la serie se debió al término de su vida en conjunto, pero lo cierto es que veinticuatro horas después, Lucy presentó su demanda de divorcio. A pesar de lo fuerte de ambos caracteres, Lucy, quien le llevaba seis años a su marido, posteriormente le compró las acciones a Desi en 1962, por 3 millones de dólares y el santiaguero declaró que se retiraba a criar pájaros y escribir su autobiografía, a su finquita de 45 acres cerca de Los Ángeles.

No obstante, pocos meses después, pasó lo que todo el mundo profesional sabía, la gran Lucille Ball, a pesar de su reconocida estatura artística, sin Desi no era lo mismo, así que lo llamaron para que fuera el productor del nuevo show de su ex esposa The Lucy Show, lo que Desi aceptó y se mantuvo en el mundo de la televisión y el espectáculo hasta los 70.

Los dos siguieron sus vidas manteniendo cordiales relaciones, aunque los chismes de farándula decían que era más por sus dos hijos Lucy y Desi, pero lo cierto es que tienen que haberse querido mucho a pesar de la fuerza de sus caracteres dominantes y emprendedores. Él se casó en 1963 con Edith Mack Hirsch y ella ya lo había hecho con Gary Morton en 1961.

Detrás de sus 20 años de matrimonio con Lucy, Desi dejó dos estrellas en el Paseo de la Fama de Hollywood una por su labor en el cine y otra por la TV; la aceptación de un latino santiaguero, de conga y corneta china conviviendo con una estadounidense de manera legal y aceptada a pesar de los recalcitrantes; una serie de innovaciones que todavía están vigentes y la eficiencia y el éxito como hombre de negocios y creador en el mundo del espectáculo.

Desi Arnaz murió de cáncer de pulmón en Los Ángeles, en 1986, el 2 de diciembre y la última persona en hablar con él fue Lucy, que lo llamó dos días antes de su muerte, cuando ya cayó en coma. Tres años más tarde, el 26 de abril de 1989, Lucy fallecía también en Los Ángeles a los 77 años de edad.

En la vida real se separaron, pero en la historia de los espectáculos televisivos, siguen siendo uno de las parejas más simpáticas y exitosas de la historia de los shows televisivos, unidos para siempre en la memoria del público de decenas de países, que siguen amando a Lucy en cada episodio.

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