viernes 29  de  marzo 2024
OPINIÓN

Un país hospitalario

Todos los días llegan a territorio colombiano alrededor de 35.000 personas procedentes de Venezuela, algunos con la disposición de quedarse y otros para abastecerse de productos que hoy brillan por su ausencia en los mercados venezolanos
Diario las Américas | EDITORIAL DIARIO LAS AMÉRICAS
Por EDITORIAL DIARIO LAS AMÉRICAS

No hay nada que despierte más esperanzas en una persona necesitada que el buen vecino abra las puertas de su casa y lo invite a seguir. En términos generales, ese es el fenómeno que se está presentando en Colombia, al menos desde el Gobierno, que ha cursado una bienvenida a todos los venezolanos que huyen de su país a raíz de la crisis humanitaria ocasionada por el régimen chavista.

Las palabras del director de Migración Colombia, Christian Krüger, llegan como un bálsamo de fe para los miles de venezolanos que cruzan los siete puntos fronterizos en busca de mejores horizontes en el vecino país, muchos hastiados de vivir en la miseria que ha traído el Socialismo del siglo XXI en la que era una de las naciones más prósperas de la región.

Según cifras de Krüger, todos los días llegan a territorio colombiano alrededor de 35.000 personas procedentes de Venezuela, algunos con la disposición de quedarse hasta que la situación cambie en su país, y otros para abastecerse de productos que hoy brillan por su ausencia en los mercados venezolanos.

La invitación del funcionario gubernamental tiene un antecedente que él mismo destaca. Hace tres o cuatro décadas la migración era a la inversa, es decir, millares de colombianos cruzaban la frontera para buscar mejores condiciones de vida en Venezuela. Eran tiempos de abundancia en el país del Libertador Simón Bolívar, cuando la harina y la leche en polvo se producían por toneladas, y la gente no tenía que recoger alimentos en los basureros.

Por eso Krüger no duda en llamar la atención de los colombianos que aún están reacios a abrir su corazón al vecino en desgracia, acusándolo de quitarle sus fuentes de trabajo y por ende de ocasionar un incremento en los índices de desempleo que, de por sí, son relativamente altos en Colombia.

Pero en un país de gente hospitalaria siempre hay espacio para todos. Es el momento de ver al venezolano como un ser humano que atraviesa serias dificultades, que lo único que anhela es tener una vida en paz con sus semejantes en un lugar donde pueda convertirse en un elemento útil para la sociedad.

Colombia es una nación altruista; Venezuela un país hermano. Darle la mano al venezolano en esta coyuntura abre las esperanzas de un pueblo que pronto verá la luz con el restablecimiento de la democracia.

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