Por Ernesto Ecarri
Por Ernesto Ecarri
CIUDAD DE MÉXICO.- Paradojas del destino, cuando México conmemoraba un aniversario más del terremoto que devastó Ciudad de México en 1985, y luego de un par de horas de realizarse un simulacro para concientizar a todos sobre las normas antisímicas, la tierra volvió a manifestarse, y de qué forma.
Al principio se sintió como un breve arrullo, luego la vibración aumenta y nos pone alertas. Unos breves momentos y ya no hay dudas: Está temblando! Buscas las escaleras, como habías ensayado unas horas antes, pero esta vez no es un simulacro y te preguntas cómo haces para mantenerte en pie mientras todo se mueve y te hace bambolear de lado a lado.
La puerta del edificio la ves cerrada y buscas el sitio más fácil para salir, en mi caso por un restaurant. El sonido de vasos y platos cayendo era una constante. Llegas a la calle y el tráfico paralizado. Vuelves a agudizar los sentidos y te cuidas de que los cables de la calle no te caigan encima.
El ensayo permitió pensar qué debía hacer. Con una amiga había conversado que debíamos ir directo al colegios de nuestros hijos a escasas calles de nuestra oficina. Lo apliqué, corrí hasta la escuela pero, les parecerá una exageración, sentí que seguía temblando. Vidrios de ventanas cayendo, gente llorando, incluso algún crujir de paredes de los edificios. Al final llegué al colegio y ya todos los niños estaban en el patio central. Todos formados y a buen resguardo con sus maestros.
Verificado el estado de las niñas empecé a llamar a mi esposa en casa. Por supuesto, los teléfonos colapsados. El Whastapp si funcionaba y fue una gran herramienta para saber que ella estaba bien y para avisar a familiares y amigos que, tras el sustos, todos estábamos bien.
Ya con un balance personal y en paz, empiezas a recibir informaciones de lo ocurrido. Te enteras que el epicentro fue entre Morelos y Puebla y una intensidad de 7.1, la ciudad se volvió un caos. Fugas de gas y varios edificios colapsados presagian un saldo desalentador al cierre de esta breve nota. El caos y las consecuencias del terremoto siguen en desarrollo.