viernes 22  de  marzo 2024
CUBA

El mercado clandestino cubano supera en calidad y precios al Estado

Estos vendedores importan desde piezas de auto, neveras de última generación; en Aduana, "cuando tu le metes un billete en el bolsillo, te dejan entrar hasta un elefante"
Diario las Américas | IVÁN GARCÍA
Por IVÁN GARCÍA

LA HABANA.- Luego de ahorrar durante dos años el equivalente a 5.000 dólares con las ventas de sandwiches y comida criolla en su cafetería, Osmel, 39 años, decidió comprar un refrigerador moderno, una cocina de inducción con horno eléctrico y dos televisores 4K.

En cualquier otro país, hubiera visitado una tienda y el equipamiento preferido lo hubiera elegido entre varios modelos. Pero, por favor, nunca se le ocurra comprar en las tiendas estatales de Cuba.

Los precios absurdos desestabilizan la presión arterial a cualquiera. “Yo no sé cuál es la lógica comercial de las tiendas en divisas. Parece que la regla es no vender. Un televisor LED de treinta y dos pulgadas, marca china Konka, desconocida y desfasado, cuesta 399 cuc, una nevera grande entre 1,500 y 2,100 chavitos y una cocina de inducción con horno 920 cuc. Es una locura, ¿quién puede comprar con esos precios?”, se pregunta Osmel, sentado en un sofá color carmesí en la sala de su casa.

Un funcionario de la cadena TRD se pone muy quisquilloso cuando intento tirar fotos a una gama de equipos electrónicos y el precio que los acompaña. “Señor –en el sector donde los clientes compran en pesos te tratan de compañero, en el de divisas de señor– está prohibido tirar fotos dentro de la tienda”, me dice el jefe de aérea en el departamento de electrónica del centro comercial Carlos III, en el corazón de La Habana.

Entonces opto por preguntarle: “¿Cuántas lavadoras Daytron, de 758 cuc, han vendido y qué tiempo llevan en la tienda? ¿Se venden muchos televisores de pantalla plana de treinta y dos pulgadas casi a 400 pesos convertibles? ¿Suelen hacer rebajas cuando los productos son de lento movimiento? ¿Tiene sentido tener una gama de equipos sin salidas en las tiendas?”.

El funcionario me mira de manera sospechosa y responde con otra pregunta: “¿Quién es usted?”. Ni siquiera la explicación de que soy un simple ciudadano, con derecho a saber cómo funcionan los mecanismos de formación de precios, le hace cambiar de postura.

“Se supone que el 90 por ciento de los medios de producción y servicios, incluyendo esta tienda, es propiedad estatal, es decir, es tan suya como mía y de todos los cubanos. Lo menos que merecemos es una respuesta adecuada”, le digo. El hombre da la callada por respuesta y se evapora.

Un dependiente, al terminar su jornada, es más amable y locuaz: “Si los cubanos exigieran sus derechos, el Gobierno se vería obligado a derogar esos precios estúpidos con aranceles que superan el 240%. Más que negocios, el Estado ha montado una cadena de tiendas que extorsionan al cliente con precios de monopolios”.

Continúa explicando: “Los televisores antiguos de tubos catódicos, que se vendían a 300 chavitos, estuvieron cinco o seis años sin salida. Ahora algunos televisores de plasma o LED llevan tres años en los estantes. Apenas se venden. Al igual que equipos de música y refrigeradores grandes. En un país donde la gente gana 20 dólares al mes, las personas simplemente no pueden comprar a esos precios, además, sin conceder créditos. Entonces optan por comprarlos en Revolico y otras páginas de ventas online o encargárselos a las 'mulas' que se dedican al comercio ilegal”.

Aunque el comercio electrónico en la isla anda en pañales, la iniciativa privada ha diseñado diversos sitios de compra y compra. “Hay tres opciones: o lo encargas en sitios como Revolico, Porlalivre u otro parecido, se le pide a una 'mula' que te lo traiga de una marca específica, o la persona, si tiene visa, directamente lo compra en el extranjero”, dice Osmel, el dueño de la cafetería.

En una encuesta entre diversas familias que tienen televisores de pantalla plana, ocho los adquirieron en el mercado informal, dos los trajeron de sus viajes al exterior y a seis se los compraron sus parientes en la Florida. Ninguno los compró en las tiendas del régimen.

Llamémosle Adrián, un rubio peinado al cepillo, que se dedica a la venta por encargo de equipos electrónicos, piezas de automóviles, teléfonos inteligentes y cualquier otra mercancía.

“Yo tengo un catálogo de equipos y precios. También hago compras personalizadas. Si un comprador quiere un televisor 4K de cuarenta pulgadas, le ofrezco modelos económicos y otros de marcas, con diversas prestaciones, mucho más caros. Un televisor Vidao, comprado en Miami, sale en 340 chavitos, 60 menos que en las tiendas del Estado y es de alta definición y 4K; un Samsung de 60 pulgadas, que te permite bajar programas y conectarte a internet, UHD y 4K, vale alrededor de 1,300 cuc, en Cuba las cadenas de tiendas ni siquiera lo venden”, detalla Adrián.

Estos vendedores clandestinos lo mismo importan piezas de auto o vajillas finas para un paladar que una nevera de última generación. Pasan todos los bultos por la Aduana, que según Adrián, “cuando tú le metes un billete de cien dólares en el bolsillo, te deja entrar hasta un elefante”.

En Cuba existe un segmento de mercado exigente. “Tengo clientes que compran solo marcas prestigiosas Estadounidenses, alemanas o sudcoreanas. La gente prefiere equipos de climatización Carrier, lavadoras Balay, televisores Samsung o Sony y móviles iPhone o Samsung Galaxy. Ya tengo vendido un microwave Frigidaire, de acero inoxidable, alta potencia y buena capacidad, y un teléfono Samsung Edge. El microwave sale en 160 y el Edge en 600 cuc”, indica Adrián.

Un microwave de chasis plástico y escasa potencia cuesta entre 130 y 200 cuc. Y ETECSA no vende celulares de alta gama. Pero en el mercado subterráneo se pueden comprar teléfonos inteligentes incluso más baratos que en Miami.

Dubiel, que se dedica a la venta de teléfonos y equipos informáticos, aclara: “En Estados Unidos un pariente los compra en empresas de telecomunicaciones que fijan precios preferenciales a sus clientes y los envía a Cuba. Esos teléfonos están bloqueados, pero aquí tenemos ingenieros informáticos que los desbloquean. Incluso los iPhone, famosos por su seguridad. Yo vendo laptops y computadores Apple entre 1,200 y 2,500 cuc, de acuerdo a sus prestaciones. La tableta iPad Pro Air la ofrezco en 900. Y del iPphone 7 tengo dos versiones, a 700 el mediano y 1,000 cuc el grande. También tengo audífonos inalámbricos para iPhone en 80 chavitos”.

Desde luego, es un mercado exclusivo para una minoría de cubanos. La mayoría ni en sueños puede adquirir equipos modernos. De milagro llegan a fin de mes. Esos artefactos solo pueden verlos en las películas. O detrás de las vidrieras.

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