sábado 16  de  marzo 2024
La Gritería

Nicaragüenses celebran una de sus más grandes tradiciones religiosas

Cada 7 de diciembre, durante la víspera de la celebración de la Inmaculada Concepción de María, los nicaragüenses festejan la más grande de sus fiestas nacionales: La Gritería; conocida por su popular exclamación "¿Quién causa tanta alegría?" ¡La Concepción de María!"

Salvador Morales
Especial

Pregúntele a cualquier a nicaragüense, dentro o fuera del terruño, “¿Quién causa tanta alegría?” y la respuesta no se hará esperar con un grito lleno de devoción: “¡La Concepción de María!”.

Y es que cada 7 de diciembre, durante la víspera de la celebración de la Inmaculada Concepción de María, los nicas celebran la más grande de sus fiestas nacionales, La Gritería.

Este año, la fiesta nicaragüense cumple 40 años de celebración en el sur de la Florida, donde llegaron exiliados en 1979 después que los sandinistas irrumpieron en el poder en el país centroamericano. En la Capital del Sol, donde miles encontraron refugio en Sweetwater, la llamada Pequeña Managua, en La Pequeña Habana y Kendall, entre otros lugares, rinden homenaje a la Purísima Inmaculada Concepción de María, con una celebración que reúne historia y fe.

Ya sea en Nicaragua o en Estados Unidos, países donde además la Inmaculada Concepción de María es patrona, los devotos a la Virgen preparan en sus iglesias, casas, patios e incluso comercios un altar con su imagen, que bien puede ser decorado con flores, banderitas de papel o velas. Se tira la casa por la ventana y tras el rezo del último día de la novena, los devotos entonan cantos marianos entre gritos de “¿Quién causa tanta alegría?” y “¡Viva la Virgen!”.

Se reparten refrescos típicos nicaragüenses –chicha (que es una bebida a base de maíz), horchatas de cacao o semilla de jícaro– así como canastitas llenas con dulces tradicionales como cajetas de leche, dulces de coco, leche burras y gofios, entre otros.

En las Griterías más festivas se sirven pequeños nacatamales (que son tamales de maíz con cerdo) y hasta vigorón (yuca hervida con chicharrón y ensalada de repollo) y frutas como manzanas, naranjas y caña de azúcar. Y así los celebrantes van de casa en casa en una noche que termina con descargas de pólvora y un cielo iluminado por fuegos artificiales.

Cómo surgió

Cuenta Emma Fonseca, poetisa y escritora del único libro publicado en el exilio sobre esta celebración, La Purísima en Nicaragua, La Gritería se celebra desde 1857, cuando el párroco de la iglesia de San Felipe, en la ciudad de León, monseñor Gordiano Carranza en un arranque de entusiasmo al finalizar el novenario a la Virgen desde el atrio de la parroquia lanzó al aire la pregunta: “¿Quién causa tanta alegría?”.

La feliz y también inspirada feligresía respondió al toque: “La Concepción de María”.

Esta anécdota y otras más de la historia de esta celebración están reunidas en este libro que Fonseca, dicho sea de paso, es la hermana de mi madre, publicó con el aporte de su otra hermana, la profesora y también mi tía Engracia Fonseca a finales de los años 1990. El propósito de ambas: compartir la historia y tradición con las nuevas generaciones de nicaragüenses en la diáspora. La anécdota de un nostálgico escritor y poeta Rubén Darío entonando y aplaudiendo los himnos marianos Pues concebida y Dulces himnos en un café de París el 7 de diciembre de 1901 es imperdible.

Exilio

En Miami, la fecha se empezó a celebrar en 1979 entre los recién llegados exiliados que soñaban con retornar algún día a Nicaragua y la tradición tomó fuerza gracias a los esfuerzos de personas como la señora Violeta Ocampo, quien logró el permiso de autoridades locales en ese entonces para alzar uno de los primeros altares a la Virgen en el centro comercial Holiday Plaza, donde hoy sigue abierto el restaurante Los Ranchos, en la Calle Flagler y la 107 Avenida. Seguidamente, se celebró por primera vez en una iglesia, Nuestra Señora de la Divina Providencia, en Sweetwater, y posteriormente en incontables parroquias en sur de la Florida.

Otras pioneras en la celebración de La Gritería son miembros de mi familia, que por años fue propietaria de la tienda de productos comestibles nicaragüenses y centroamericanos, El Mercadito Nicaragüense, en el Centro Comercial Managua de Flagler y la 104 Avenida. Allí, mi tía Engracia celebró en los años 1980 la gran fiesta, una devoción heredada de su madre, doña María de Fonseca, mi abuelita materna.

Otros dueños de negocios en el Centro Comercial Managua se sumaron a la celebración y pusieron sus propios altares en el estacionamiento que se abarrotó, gracias al fervor mariano de los nicas, y la ayuda de la comunidad cubana en los medios.

Según tía Engracia, su devoción a la Virgen la llevó a las puertas de la entonces estación radial WQBA-La Cubanísima, donde ella pidió hablar con sus locutores favoritos Aleida Leal y Alexis Farí. Armada con el libro de la Purísima y con los paquetitos de dulces que iban a ser regalados a aquellos que se darían cita a “gritar” a la Virgen frente al Mercadito, llegó a la estación y días después fue invitada formalmente por los locutores a hablar sobre la celebración en su programa. “Invité a la comunidad nicaragüense y a aquellos que desearan llegar. Grabaron una cuña publicitaria y no me cobraron nada” dice esta, una sonrisa dibujada en sus labios mientras se mece en su mecedora, hoy ya retirada en casa en Kendall. “Se portaron muy finos, y pusieron el anuncio varias veces al aire”.

La tarde de aquella gran fiesta lo que se armó fue apoteósico. La Policía de Sweetwater, a quien tía Engracia había contratado para dirigir el tráfico, un requisito del municipio, no daban crédito a tanta gente reunida en un modesto strip mall para cantarle con devoción a la Virgen.

Ese año, 1985, se tuvo que cerrar la cuadra de la calle 104, mientras mis primos Alfredo, Alejandro y Francisco Huete-Morales y mi tío Rafael Flores, entre otros, se hicieron camino entre la multitud para repartir las golosinas, las frutas y los refrescos hechos por mis tías y abuelita a los concurrentes. Además de su deseo de expresar su fe y cantar himnos a la Virgen, estos niños, jóvenes y ancianos –exiliados todos– llegaron en busca de algo que les recordara su patria, tan inalcanzable y lejana en esas fechas.

Años después, seguimos celebrando La Gritería con nuestra familia del lado paterno, en casa de mis tíos Rafael y Perla Flores, y es todo una fiesta que esperamos con ansias.

Mi tío se pasa semanas preparando su jardín donde se veneran más de una imagen de la Virgen. Nos reunimos, rezamos, cantamos y reconectamos mientras se reparten todo tipo de delicias nicaragüenses: un arroz a la valenciana, un tres leches u otro delicioso postre como el Pío V. Tía Perla realiza rifas para niños y adultos por igual –el premio más cotizado es una imagen de la Virgen, entregada con la promesa de rezarle y continuar la tradición– y también contrata a músicos que tocan y cantan nuestros tradicionales himnos, y así sus sobrinos y nietos han aprendido a gritar ¡Viva la Virgen! en Miami. Al final de la celebración, todos salimos a la calle de su vecindario en Kendall llena de vehículos, y para mí parte del encanto es ver a las abuelitas agarradas de las manos de sus nietecitos, todos cargados de golosinas y diciendo, “Adiós, adiós, pues. ¡¿Ideay, donde está parqueado el carro?!”

El terruño

No sé cómo se celebrará La Gritería este año en Nicaragua –azotada por ya casi dos años de cruenta violencia y total represión contra la población y la Iglesia católica por parte de los actuales gobernantes– pero aun si el clima y los ánimos no están para grandes celebraciones en iglesias y calles del país, sé que en el seno de cada hogar, pésele a quien le pese, el espíritu mariano se hará sentir.

Donde sea que hay un nica, esta celebración jamás morirá y en Miami, así como otras partes del mundo, se celebrará con gran devoción por parte de un exilio orgulloso de su tradición y agradecido de poder observarla en este gran país por 40 años. ¿Quién causa tanta alegría? ¡La Concepción de María! ¡Viva La Virgen!

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