lunes 17  de  marzo 2025
CUBA

Oposición usa agujeros legales para ocupar un espacio político

La nominación de candidatos podría ser una oportunidad pero no existe consenso para utilizar las elecciones como método de medir fuerzas con el régimen
Diario las Américas | IVÁN GARCÍA
Por IVÁN GARCÍA

LA HABANA.- En la primavera de 2015, mientras el periodista y abogado disidente Hildebrando Chaviano observaba una vista panorámica de La Habana y el azul intenso del Océano Atlántico, parado frente a una ventana de cristal de su apartamento en el edificio Focsa, le pregunté si valía la pena insertarse en el proceso electoral de un gobierno dictatorial, y tras una pausa, dijo: “Las elecciones para elegir delegados de barrio es probablemente la única veta democrática que existe en la Isla. Es innegable que es muy difícil pasar por el tamiz montado por la policía política y las instituciones del Estado. Pero con una narrativa solo para el exterior no vamos a tener jamás la fuerza suficiente que nos permita enviar un mensaje de cambio democrático a los cubanos de a pie. Sí, creo que vale la pena intentarlo”.

A Chaviano lo habían elegido a mano alzada sus vecinos de la zona del Vedado donde reside, y a pesar del intenso operativo de la Seguridad del Estado y una feroz campaña de descrédito, con 138 votos, Chaviano fue cuarto en su circunscripción. Padre de tres hijos y abuelo de cuatro nietos, por su parecido físico con Barack Obama, el servicio secreto estadounidense pudo haberlo contratado como un doble del presidente durante su visita a La Habana en 2016.

Tras la experiencia acumulada y el reconocimiento entre sus vecinos, lo razonable es que Hildebrando volviera a intentarlo. Pero el tibio apoyo dentro de la fragmentada oposición, la guerra de egos entre sus líderes y críticas subidas de tono, lo hicieron desistir.

“Algunos me dijeron que traicioné la causa. Y me dieron a entender que en el futuro me podrían pasar la cuenta por legitimar a las instituciones del Estado. La solidaridad ha sido mínima”, recordaba Chaviano en una entrevista que le hice en abril de 2015.

Dos años después, los mecanismos de la disidencia para participar en el proceso eleccionario, parecían mejor aceitados. Julio Aleaga Pesant, Manuel Cuesta Morúa y Eliécer Ávila Cicilia, al frente de Candidatos por el Cambio, Otro 18 y Somos Más, probablemente de los opositores más cultivados intelectualmente, formaban un trío capaz de diseñar una estrategia acertada que llegara a las comunidades donde residen y propiciaran la inserción de un buen número de candidatos en las elecciones de barrios, único nicho en Cuba donde supuestamente impera la democracia.

Blas Roca, de los más antiguos comunistas de Cuba, padre del hoy opositor Vladimiro Roca, fue uno de los creadores del Poder Popular [nombre dado al sistema de gobierno imperante en Cuba]. A inicios de 1974, Blas decidió poner en marcha un experimento de gobiernos locales en Matanzas, provincia situada a 100 kilómetros al este de la capital. Entre los periodistas oficiales que cubrieron aquel experimento se encontraban Susana Lee, diario Granma publicación insignia del partido comunista cubano; Lázaro Barredo, de Juventud Rebelde, órgano de prensa oficial de la Juventud Comunista cubana y Tania Quintero, de la revista Bohemia.

"Durante varios meses fui corresponsal viajera, me pasaba tres o cuatro días a la semana recorriendo municipios en Matanzas, viendo en primera persona cómo el Poder Popular funcionaba a nivel de circunscripciones de base y consejos populares, urbanos y rurales. Fue una experiencia interesante, sobre todo porque Blas se reunía con nosotros y tomaba nota de las críticas, dudas y sugerencias que le hacíamos", recuerda Tania Quintero desde su exilio en Suiza.

A modo de ensayo general, el 30 de junio de 1974 comenzaron las primeras elecciones para delegados a los órganos del Poder Popular y posteriormente quedó constituida la Asamblea Provincial, con delegados procedentes de los 21 municipios que entonces tenía Matanzas (hoy tiene 13). Pero como dice el refrán, 'una cosa es con guitarra y otra con violín'. No era lo mismo ejecutar un proyecto en una provincia de unos 500.000 habitantes (según el Censo de 1970), que extenderlo al resto del país, lo que se materializaría en octubre de 1976, en el contexto de una nueva Constitución y una nueva división político-administrativa que había tenido lugar en el país.

Si damos crédito a las cifras oficiales, el 95,6% de los cubanos mayores de 16 años, mediante el voto secreto y directo, entre más de 30.000 nominados, eligieron a 10.725 delegados (concejales), que formaron 169 asambleas municipales (ayuntamientos). La Asamblea Nacional del Poder Popular (Parlamento) se constituyó el 2 de diciembre de 1976. Para dirigir la primera Legislatura (1976-1981) resultaron elegidos Blas Roca Calderío (presidente), Raúl Roa García (vicepresidente) y José Arañaburo García (secretario).

En los primeros tiempos, la población creyó y se entusiasmó con el Poder Popular, fuera a nivel municipal, provincial o nacional. En marzo de 1989, un disidente pensó que la vía electoral podría ser una manera efectiva de contribuir a resolver los problemas de la gente. Se trataba del ingeniero Roberto Bahamonde, fundador del Partido Pro Derechos Humanos. Pese a tener el visto bueno de sus vecinos, fue arrestado y encarcelado.

La Sociedad civiles

Entre los años 2001 y 2002, la Asamblea para Promover la Sociedad Civil, dirigida por Martha Beatriz Roque Cabello, René Gómez Manzano y Félix Bonne Carcassés, a su programa de trabajo incorporó el seguimiento a las nominaciones de candidatos a delegados y el proceso electoral en algunas circunscripciones de La Habana. El balance fue positivo, aunque ninguno de los más de 300 miembros que llegó a tener la Asamblea, entró en el juego de las nominaciones.

Quien sí lo hizo, en abril de 2010, fue el opositor Silvio Benítez Márquez, presidente del Partido Liberal de la República de Cuba. Con domicilio en Punta Brava, municipio habanero de La Lisa. Benítez llegó a postularse como candidato a delegado del Poder Popular. Obtuvo 14 votos, frente a los 50 de la candidata comunista y hubo medio centenar de abstenciones.

¿Qué sucede ahora con los disidentes que contaban con la posibilidad de salir electos en el actual proceso de nominaciones por barrios? Por problemas de salud, Julio Aleaga, recientemente operado de la cadera, se apartó de Candidatos por el Cambio. Eliécer Ávila, quizás el disidente más conocido por los cubanos, fue atacado por dos flancos: de un lado, la omnipresente Seguridad del Estado, que en un registro a su vivienda le decomisó todas sus pertenencias. Además, ha entrado en contradicción con un ala de la oposición, que desaprueba los métodos utilizados por Eliécer para insertarse en la política nacional.

A pesar de su proverbial incompetencia para convocar a más de cien personas en una marcha, los grupos disidentes partidarios de las protestas callejeras, acusan de 'renegados' a quienes optan por medirse en las urnas con los militantes del partido y representantes del gobierno. Pero más allá de las desavenencias, es indudable que la fragilidad de los proyectos de la disidencia y la incapacidad para lidiar con posturas diferentes, no solo carecen de asideros reales, si no que lastran las tendencias que apuestan por insertarse en los escasos agujeros legales existentes.

La pugna política en una dictadura es compleja. Y da poco margen al error. La metodología de la disidencia es cuando menos ingenua. Divulgar a bombo y platillo, como si vivieran en España, los nombres y el número de candidatos preparados para postularse, es facilitarle el trabajo operativo a los servicios especiales. Debieran repasar los manuales del Partido Socialista Popular (PSP) durante la etapa republicana, sobre todo cuando sus afiliados y simpatizantes se vieron obligados a laborar en la clandestinidad. De forma callada y discreta, el PSP consolidaba sus bases en los sindicatos obreros, asociaciones campesinas y un sector importante de artistas, escritores e intelectuales.

La política es el arte de lo posible. Y para lograrlo, se deben establecer pactos, tener una estrategia coherente y reclutar personas con experiencia en el trato con la gente. La autocracia verde olivo sufre el degaste de casi seis décadas de manicomio económico, prohibiciones absurdas y una ineficacia que ha impedido generar prosperidad.

Siete de cada diez ciudadanos, por utilizar una cifra conservadora, no confían en el actual gobierno. La disidencia local lo sabe. Conquistar la cuadra y el barrio no creo que sea demasiado complejo. Ser elegido como delegado, desde luego, no va a resolver los múltiples y añejos problemas que se acumulan en la Isla. Algo que no remedia ni el médico chino.

Los mecanismo del Poder Popular en Cuba están diseñados para impedir que aquellos delegados que representen una amenaza al statu quo, si resultaran elegidos en una circunscripción, puedan ser contenidos en la instancia inmediata superior. Al menos la mitad de los delegados municipales, provinciales y nacionales son funcionarios leales al régimen. Pero cuando en un municipio puedan ser elegidos 10 o 15 delegados opositores, se podría gestar una dinámica diferente.

En los municipios habaneros de Arroyo Naranjo, Diez de Octubre o San Miguel de Padrón, al igual que en cualquiera de los 168 existentes en las 15 provincias y el municipio especial Isla de la Juventud, se dan condiciones para que candidatos opositores sean elegidos, a pesar de la sistémica represión de la policía política. Cuando usted charla con ellos, discrepan del protagonismo de los que están al frente de sus grupos, más empeñados en viajar al extranjero que en dedicarle tiempo al trabajo de base y por el escaso respaldo dentro de la propia disidencia.

Como Hildebrando Chaviano hace dos años, los actuales candidatos opositores se sienten aislados en su pulseo contra el despotismo del Estado. En su afán de ningunear a estos delegados, el régimen está infringiendo sus propios estatutos.

La aspiración a una Cuba democrática no está al doblar de la esquina. Sin una oposición fuerte y unida, capaz de convivir con propuestas políticas distintas, lo que se vislumbra es más que todo un neocastrismo.

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