MONTEVIDEO.-DINO CAPELLI
Especial
Un lenguaje directo, franco. Un tono habitual en aquel mandatario que no se alineó detrás del lujo, sino que optó por hacer de la austeridad un modo de vida. Es el mismo que donó gran parte de su salario durante los 5 años que duró su mandato, aquel que les preguntó a los jóvenes del Brasil, “¿quieren que se les vaya la vida pagando sin poder darle un beso a tu hijo?”. Y fue aplaudido una vez más
MONTEVIDEO.-DINO CAPELLI
Especial
En Uruguay o en Brasil, en México y en sus viajes por Estados Unidos. El extupamaro y también expresidente de Uruguay, José Mujica, despierta fanatismos más propios de un rock star que de una figura política. El último episodio vinculado con el paroxismo de sus fieles tuvo lugar en Brasil, cuando más de 8500 personas abarrotaron un espacio universitario para ser parte de su presentación oral, luego de recoger el premio ‘Personalidad del Sur 2015’.
El mes de agosto se cerró con la entrega del premio a José ‘Pepe’ Mujica en la ciudad de Rio de Janeiro. Las palabras del extupamaro cautivaron al auditorio, pero antes su presencia, y mucho antes su postura habitual, una mezcla de taciturno y extravagante hombre de otros tiempos. “¿Quién nos dijo que para ser felices hay que cambiar el teléfono cada tres, cuatro meses? ¿Esto es la felicidad? ¿Tener que pagar cuotas y cuotas y cuotas toda la vida?”. La retórica de José Mujica encendió aplausos, vítores y gritos de la multitud. Sus frases luego adornaron periódicos y medios de Brasil que no se perdieron la exposición del exlíder uruguayo. El anfiteatro de la Universidad Federal de Rio de Janeiro quedó chico, y hubo que extender la posibilidad de que miles de personas lo escucharan y vieran hacia el estacionamiento vecino, donde una pantalla gigante coronó el discurso. “Los invito a desconfiar de los enamorados del dinero. Esta civilización no tiene conciencia, tiene caja fuerte. Queremos arrebatarle el mercado al narcotráfico, porque el narcotráfico es peor que la droga”, sentenció en otro momento.
Un lenguaje directo, franco. Un tono habitual en aquel mandatario que no se alineó detrás del lujo, sino que optó por hacer de la austeridad un modo de vida. Es el mismo que donó gran parte de su salario durante los 5 años que duró su mandato, aquel que les preguntó a los jóvenes del Brasil, “¿quieren que se les vaya la vida pagando sin poder darle un beso a tu hijo?”. Y fue aplaudido una vez más.
Su personalidad fue la que le adjudicó el premio homónimo. Mientras funge como Senador de la República en su país, continúa liderando el sector mayoritario de la izquierda gobernante, el Movimiento de Participación Popular (MPP). Pertenece sin pertenecer a una clase política que no le agrada. “Los políticos tienen que vivir como la mayoría, no como la minoría privilegiada”. Antes y después, selfies y fotos con destino a Twitter y Facebook. Rodeado de jóvenes y abrazos, Mujica sonríe al tiempo que achica sus ojos. Ha visto todo un mundo de 80 años, y continúa sorprendiendo a sus pares con frases como “estamos enfermos de un mundo que quiere más plata, más riqueza, y estamos envenenando la única herramienta que tenemos que es la política. Al que busca plata hay que correrlo de la política”. Lo dijo en un país que salió a la calle para exigir el fin de la corrupción en la clase dirigente, y por ello caló hondo en sus escuchas.
Casi una estrella de rock
El hombre que estuvo preso por más de una década, llegó a la Presidencia de su país en 2009. Hoy ostenta un estatus de gurú y filósofo internacional que le queda muy bien. Para verlo, algunos de los casi 10 mil jóvenes brasileros tuvieron que llegar al lugar dos horas antes. Como si fuera un concierto, el hombre que regularizó la marihuana en su tierra es ovacionado cuando ingresa al escenario. Y desde allí saluda, consciente de su magnetismo. Los medios de Brasil le reconocen como tal. “Mujica llena más estadios que AC/DC”, titulan. Y deja frases que hacen pensar mucho más que aquellas de la banda metálica. “Un presidente no debe confundirse con un monarca”. O aquella otra. “Los estudiantes tienen que superar el individualismo y crear conciencia colectiva para transformar la sociedad”.
Y la multitud delira, y aplaude al político que parece una estrella de rock. Pero que no lo es.