Entre las principales habilidades que pueden atribuírsele al sistema imperante en Cuba está la capacidad de fabricarle expedientes delictivos, no sólo a quienes disienten con ideas, también a aquellos que, a partir de su inventiva, intentan convertirse en individuos económicamente independientes.
Es la causa por la cual en las diferentes etapas que el régimen ha jugado a permitir que florezca la iniciativa empresarial privada, el saldo final sin excepciones, han sido operativos “anti enriquecimiento ilícito o anti corrupción”, en los que sin importar el origen, los bienes terminan siendo expropiados.
El caso más reciente trascendido desde la isla es la ocupación del club nocturno Galaxia por parte de las autoridades del Gobierno local de la provincia de Matanzas, que reportamos en un artículo de opinión de la autoría de Juan Almeida García.
A pesar de que, por concepto de pagos de impuestos de su propietario, Silvio Ame Álvarez Rete, ese centro nocturno constituía una parte esencial de los ingresos locales, el Gobierno matancero tuvo a bien allanarlo y cerrarlo, esgrimiendo como pretexto la comisión de ilegalidades. Aunque después con los bienes incautados, el gobierno local reabrió, bajo su gestión, el mismo establecimiento con fines similares y un nombre diferente.
A propósito de la publicación en DLA, un lector que prefiere conservar el anonimato por temor a mayores represalias con la familia del dueño y fundador del club, estableció contacto con esta redacción para “esclarecer los términos reales de lo ocurrido”.
Según el testimonio de la fuente, la persona que concibió y estructuró el funcionamiento de la discoteca Galaxia que llegó a convertirse en punto de referencia de la juventud cubana, obtuvo el capital para la inversión como resultado de diez años de trabajo en Rusia, país al que viajó como turista y donde se radicó durante una década.
Regresar a Cuba y confiar en la opción propuesta por el Gobierno de dar rienda suelta a la iniciativa privada, al parecer constituyó un grave error.
“Además de la ocupación del local, ocurrida el 3 de mayo pasado, la expropiación de equipos de sonido, aires acondicionados, iluminación y todo el avituallamiento dispuesto”, amplió la fuente, los oficiales de la Unidad Anticorrupción de uno de los cuerpos represivos del régimen (DTI) optaron por arrestar no sólo al dueño, sino también “a su madre, Marisol Rete llufrio, convaleciente de una enfermedad cerebro vascular. Sin importar consecuencias, aun la mantienen recluida en una cárcel de mujeres”, aseguró.
“Han pasado siete meses -explicó la fuente. Todo ese tiempo ambos han permanecido en prisión y al abogado que nombró la familia para representarlos no le permiten tener acceso a los supuestos expedientes de los encausados”.
Según el testimonio del lector, además de eludir “razones inciertas como prostitución y consumo de drogas en las discoteca”, también mencionaron “evasión fiscal, pero nunca antes de ocuparle bienes ni arrestar al propietario le hicieron ninguna advertencia”.
En reclamo a lo que consideran una injusticia y también por la ocupación de los bienes personales, familiares de los afectados han hecho llegar cartas a la Fiscalía provincial de Matanzas, sin que hasta el momento cuenten con ninguna respuesta.
El lector que acudió a DIARIO LAS AMÉRICAS con el fin de denunciar lo que califica de atropello, asegura tener documentos que prueban que Galaxia fue la primera discoteca privada que operó con una licencia en Cuba, para la cual se firmó un contrato por cinco años aunque solo le fue permitido el funcionamiento por un año.
El propósito de la denuncia, especifica la fuente, “es que alguna organización internacional de derechos humanos ponga su atención en este abuso que comete el régimen cubano contra una persona que, apenas se acogió a la posibilidad de emprender un negocio privado, con recursos propios, adquiridos de forma legal, resultado de su trabajo, fue apresado”.
La fuente que accedió a DIARIO LAS AMÉRICAS con la información prometió evaluar, ampliar los datos y mostrar documentos que certifiquen sus declaraciones.