viernes 29  de  marzo 2024
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Aniversario 71 de los Derechos Humanos: una deuda con la vida y la dignidad humana

La Declaración Universal de los Derechos Humanos es uno de los documentos más trascendentes de la historia del hombre, a pesar de que siete décadas después de su adopción internacional todavía sigue siendo una asignatura pendiente en muchos sitios del planeta

Fueron los franceses, aquellos citoyens rebeldes y levantiscos; y de su revolución, aquella asonada súbita y trasgresora de 1789, de donde emergió uno de los legados más trascedentes y profundos en favor de la dignidad del hombre: la declaración universal de los derechos humanos.

Apenas seis semanas después de aquel implacable ataque a la Bastilla por el pueblo parisino, y a solo tres de la abolición definitiva del feudalismo, la Asamblea Nacional Constituyente proclamó La Déclaration des Droits de l´Homme et du Citoyen (Declaración de los Derechos del Hombre y de los Ciudadanos).

Bajo los principios elementales de que a todos los ciudadanos se les deben asegurar los derechos de “libertad de propiedad, seguridad y resistencia a la opresión” y que el ejercicio de los derechos naturales de cada hombre, “no tiene otros límites que los que garantizan a los demás Miembros de la Sociedad el disfrute de estos mismos derechos”, se construyó un baluarte ideal de la justicia humana sobre la cual se fundarían las bases de la sociedad moderna que acababa de nacer.

Casi un siglo y medio después, a raíz del fin de la Segunda Guerra Mundial, surgió la Organización de las Naciones Unidas, y con ella, la oportunidad de establecer un organismo internacional donde este concepto pudiera extenderse de manera universal y alcanzara la importancia que tiene hoy en la cultura jurídica internacional.

El 10 de diciembre de 1948, la Declaración Universal de los Derecho Humanas fue adoptada y proclamada por la Asamblea General de las Nacionales Unidas en su Resolución 217 A (III), como respuesta, no solo al horrible conflicto que había llevado a la civilización al borde de la hecatombe y masacrado a millones de personas, sino también como un intento de sentar las bases del nuevo orden mundial que surgía tras el armisticio.

Este 2019, a 71 años de aquel primer paso, el respeto a los derechos básicos e inalienables de todas y cada una de las personas todavía son cuenta pendiente en muchas sociedades de este siglo XXI, donde poderes intolerantes, regímenes totalitarios, sistemas autocráticos o gobiernos tiránicos, desprecian y pisotean de forma flagrante los derechos más elementales de sus propios ciudadanos.

Nos tocan de cerca, Venezuela, Cuba y Nicaragua, ejemplos evidentes de violación constante de la libertad de expresión, de restricción continua de derechos políticos, de vulnerabilidad a la seguridad e integridad individual de las personas, o de la ausencia de un Estado de Derecho en cada una de estas naciones, algo reconocido y ratificado desde la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) hasta otros organismos internacionales.

Aunque a día de hoy la deuda todavía sigue pendiente, la Declaración Universal es piedra angular de la legislación internacional, y lo continuará siendo en el futuro, porque los derechos humanos son eternos e indivisibles, y sus cimientos jamás podrán ser socavados por la intolerancia de unos pocos tiranuelos.

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