Muchas veces, uno de los integrantes de la pareja es puesto bajo una fuerte presión y debe comportarse exactamente como el otro quiere. Si las cosas no se dan así, se busca activar un sentimiento de culpa en el otro con bocas fruncidas, suspiros y hasta llantos. En estos casos se habla de chantaje emocional. Si se cumple con el deseo de la pareja, esta trata bien al otro. Si no lo hace, devuelve maltrato o desinterés.
La otra parte hace todo lo posible por no desilusionar o perder al otro. El que se rinde no hace las cosas por convencimiento propio, sino por obligación, ya que se siente un poco responsable de que su pareja se sienta bien y no quiere ser culpable de su malestar.
Algunas de las frases más habituales de un manipulador emocional son: "Si me amaras, entonces ...(harías tal o cual cosa)", "¿Con todas las cosas que he hecho por tí, me haces esto?", "El marido de mi amiga sí que ...".
En el fondo, el integrante de la pareja que manipula se siente la víctima. Quizá todo se trate de un grito desesperado para obtener más reconocimiento y atención porque no se siente valorado del todo. Muchas veces se trata de un problema de autoestima. A veces también se trata de que el otro puso enormes expectativas en la relación y cree no poder ser feliz si su pareja no cumple con ellas. También es posible que no se diga abiertamente qué se quiere y se espere en silencio que el otro cumpla con todo.
En general se trata de patrones de comportamiento aprehendidos en la propia familia. Si de niño se observó como uno de los padres lograba cosas del otro con este comportamiento, es muy probable que se repita este accionar en la adultez.
Si uno de los miembros de la pareja cree que el otro lo está manipulando emocionalmente, debe hablar abiertamente del tema. Nadie tiene por qué aguantar que el otro lo llene de reproches. Una opción es encarar al otro y decirle: "Quiero entender por qué estás tan enojado. ¿Qué puedo hacer para que las cosas vuelvan a ser justas para tí?". Otra posibilidad es pedirle a la pareja que hable abiertamente de sus expectativas para poder cumplir con ellas o explicar por qué no es posible hacerlo. También es bueno decir cómo se siente uno cuando es presionado.
Pero en todo el proceso no hay que olvidar que uno siempre es el primer responsable de sus sentimientos. Si uno no funciona de acuerdo con las expectativas del otro eso no se traduce en que se es una mala persona. En algunas situaciones hay que aceptar que la pareja se puede sentir mal y que eso no tiene por qué ser culpa de uno. Una posibilidad es decir: "Lamento que lo veas así y que te sientas mal. Pero no lo hago para lastimarte".
En general, sólo es necesario buscar ayuda profesional cuando uno tiene todo el tiempo mala conciencia debido al comportamiento del otro y se siente mal o sufre alteraciones físicas como falta de sueño. Un terapeuta puede ayudar a desarrollar patrones para expresar de forma clara las necesidades ante el otro. Otras veces, la solución reside en bajar un poco las expectativas puestas la pareja.
FUENTE: DPA