sábado 23  de  marzo 2024
Especial

Deporte y política, una mezcla que siempre genera tremendos choques

El activismo de los atletas en defensa de una causa ha sido la constante y una fuente de intensas polémicas, en cambio pasan inadvertidos aquellos que decidieron intervenir en elecciones para cargos públicos
Por LUIS F. SÁNCHEZ

La participación de los atletas en política siempre provoca grandes polémicas y, por lo general, divide a la opinión pública; en cambio, cuando un deportista interviene en una elección por un cargo público no hay mayor trascendencia.

Esa diferencia de expectativas quizás se debe a que cuando un atleta entra en política es para defender una causa determinada y lo hace en el momento cumbre de su trayectoria.

Todo lo contrario ocurre cuando se embarca en una carrera electoral porque esto lo hace casi de seguro cuando ya es un deportista retirado.

El deporte y la política siempre han sido como el agua y el aceite: nunca se mezclan. Conviven con sobresaltos, pugnas y desacuerdos.

La idea de mantener separadas ambas actividades, que rigió por mucho tiempo, cada día tiene menos vigencia y todo indica que no la tendrá nunca más.

El deporte es una plataforma única con una tribuna para nada despreciable.

En estos tiempos tumultuosos, las espadas están desenvainadas y las posiciones son extremas. En los últimos años el activismo de los atletas creció de manera exponencial. Las principales ligas estadounidenses, NFL, NBA, MLB y MLS, empezaron a adecuarse a esta nueva realidad a la que antes habían sido muy reacios a aceptar.

La bicampeona mundial y olímpica de fútbol Megan Rapinoe es una abanderada en la lucha por la igualdad de los derechos salariales de la mujer; el astro de la NBA LeBron James y su excompañero en el Heat de Miami Dwyane Wade tomaron una fuerte posición en la lucha contra la discriminación racial.

Mucho más discutida fue la posición del quarterback Colin Kaepernick, quien se negó a ponerse de pie cuando entonaban el himno nacional en protesta por la injusticia racial, la brutalidad policial y la supuesta opresión en Estados Unidos.

Lo paradójico es que Kaepernick apareció en una conferencia de prensa con una camiseta que tenía estampada las imágenes de Fidel Castro y el “Che” Guevara, dos personas reconocidas como racistas, homófobos y brutales represores.

Deporte y política en algún momento se juntan, como en un guiso.

Por ejemplo, la National Football League (NFL) informó que el 90% de sus miembros están registrados para votar en las elecciones del 2020 por la presidencia de Estados Unidos. Las dos terceras partes de los jugadores de la NFL son afroamericanos y se encuentran en la corriente de apoyo a las protestas de justicia social.

Por su parte, varios de los dueños de los 32 clubes que conforman la liga apoyan a Donald Trump, entre ellos Stephen Ross, propietario de los Dolphins de Miami, uno de los clubes que con más corazón, entusiasmo y generosidad financia múltiples programas en favor de los menos privilegiados en la comunidad.

Desde tiempos inmemoriales, los clubes y organismos deportivos apelaban al recurso de las sanciones para evitar que la política se inmiscuyera en el deporte. Y cuando un atleta rompía estas reglas era expulsado y condenado al ostracismo. Solo era aceptable hacer política luego del retiro como deportista activo.

Ahí están los casos de Muhammad Alí, quien en 1966 se negó a ser reclutado por las fuerzas armadas de Estados Unidos y empezó una campaña contra la Guerra del Vietnam; o el tenista Arthur Ashe, quien en la década de los años 80 protestó contra el Apartheid en Sudáfrica y alertó sobre los peligros del SIDA.

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Muhammad Ali es quizás el atleta que mayor impacto causó al incursionar en política.

Muhammad Ali es quizás el atleta que mayor impacto causó al incursionar en política.

En 1981, en el pináculo de su fama, la tenista Martina Navratilova se declaró lesbiana, y desde entonces se convirtió en defensora de los derechos de los gay. Entonces había que ser muy valiente para “salir del closet” porque eso significaba, de paso, la cancelación de todos los contratos de auspicio y un violento prejuicio del público.

Billie Jean King, ganadora de 39 títulos de Grand Slam, luchó de manera muy decidida por la igualdad de la mujer en los años 70, y una década atrás, el legendario basquetbolista de la NBA Bill Russell se jugó su carrera por el reconocimiento del sindicato de jugadores de la Liga de las Estrellas.

Tommie Smith (oro) y John Carlos (bronce), en los Juegos Olímpicos de México 1968, levantaron el puño en señal de apoyo al Poder Negro y a la lucha por la igualdad racial luego de recibir sus medallas en el podio. Ambos fueron expulsados de los Juegos.

Siempre hubo polémicas, resentimientos, frustración y polarizaciones debido al activismo de los atletas.

En cambio, los deportistas retirados que participan en las elecciones pasan inadvertidos, no generan sentimientos encontrados.

Wayne Messam, exwide receiver de Florida State University y de los Bengals de Cincinnati y actual alcalde de Miramar, fue candidato presidencial en las primarias del partido Demócrata pero no cuenta con el atractivo para un gran despliegue mediático que sí poseen los astros del deporte que se encuentran activos e incursionan en la política; el campeón olímpico en Tokio 1964 con la selección de basquet Bill Bradley fue senador por Nueva Jersey entre 1979 y 1997 y nadie habla de él, lo mismo que del cubanoamericano Anthony González, quien jugó con los Colts de Indianápolis y los Patriots de Nueva Inglaterra y en la actualidad es miembro de la Casa de Representantes de Ohio.

El tema del deporte y la política es tan espinoso que el presidente del Comité Olímpico Internacional, el alemán Thomas Bash, escribió el 23 de octubre pasado en un artículo de opinión en el periódico inglés The Guardian que ambas actividades no se mezclan.

“Sabemos que el deporte solo no puede crear paz”, dijo Bash, acaba de recibir el Premio Seúl de la Paz. “No podemos tomar decisiones sobre la guerra y la paz. Ese es el reino de la política y no del deporte”.

Hay un asunto clave por considerar: el deporte une y la política divide.

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@luisfsanchez6

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