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EEUU

El peligroso juego de amordazar a la prensa

La sociedad estadounidense se ha dotado de un cuarto poder, la prensa libre e independiente, cuya misión fundamental es darle información a las personas que les ayude a ejercer su ciudadanía y a participar en las decisiones de su Gobierno
Por CÉSAR MENÉNDEZ

La grandeza del sistema de gobierno de los Estados Unidos radica en el contrapeso constante entre los tres principales poderes, el famoso checks and balances. Este sistema de controles y equilibrios entre el poder ejecutivo, legislativo y judicial evita que ninguno de los tres poderes pueda abusar de sus facultades de forma desmesurada.

Pero si esto no fuera suficiente, la sociedad estadounidense se ha dotado de un cuarto poder, la prensa libre e independiente, cuya misión fundamental es darle información a las personas que les ayude a ejercer su ciudadanía y a participar en las decisiones de su Gobierno. El cuarto poder, por tanto, vigila las acciones de los gobernantes para cerciorarse que ejercen debidamente su función como servidores públicos.

Recientemente el senador republicano por Arizona, Jeff Flake, encendió las alarmas, cuando en un discurso ante el senado llamó a los presentes “a no hacer la vista gorda y los oídos sordos ante los ataques a las instituciones democráticas desde la Casa Blanca”.

El legislador republicano reaccionó así al conocer que el Presidente tenía la intención de anunciar cuál sería su elección para los premios a los medios “más corruptos y deshonestos”; lo que Trump denominó en un tuit los Fake News Awards (premios de las noticias falsas).

A diferencia de los otros tres poderes, la prensa en un país democrático no puede ser controlada por el Gobierno y mucho menos manipulada para servir a sus intereses. El principal aporte a al sistema democrático de la prensa es su esencia independiente y su apego a la libertad.

En la alocución el senador republicano arremetió contra Trump por bautizar a los medios incómodos como “enemigos del pueblo”, frase acuñada por el dictador soviético, Josef Stalin, para estigmatizar a sus perseguidos en los años 30 del pasado siglo. Bajo esa abominable denominación. Stalin institucionalizó el terror en su país y cometió una de las mayores atrocidades contra la humanidad que la historia recuerda.

Flake calificó los ataques de Trump a la prensa como un hecho vergonzoso y sostuvo que, no son los medios sino, el despotismo el verdadero enemigo del pueblo. “La prensa libre es el enemigo del déspota y guardián de la democracia”, puntualizó.

El senador consideró el año 2017 como uno de los peores para la libertad de prensa en los EEUU. “La Casa Blanca lanzó un implacable asalto diario contra la libertad de prensa constitucionalmente protegida. Un hecho sin precedente e injustificado. Llamar enemigo del pueblo a la prensa libre en 2017 es un testimonio de la condición de nuestra democracia”.

“Solo este hecho ya debería ser una fuente de gran vergüenza para nosotros en este cuerpo (legislativo), especialmente para los que pertenecemos al partido del Presidente. Cuando una figura en el poder llama a cualquier editorial que no le convenga “noticias falsas”, debería ser esa persona sospechosa, no la prensa”.

El senador le dijo a sus colegas legisladores: “Ningún político debería a decirnos qué es la verdad. Y cualquiera que presuma de atacar la verdad para cumplir sus propios objetivos, debería rendir cuentas. Ese es nuestro trabajo aquí (en el senado)”.

No es menos cierto, que en el país de la libertad donde se han producido las mayores investigaciones periodísticas de la historia, algunos medios, dejando a un lado el rigor profesional, han divulgado informaciones insuficientemente contratadas relacionadas con Trump y después se han tenido que retractar. Ahí están las diferentes versiones propagadas sobre la investigación en curso de los supuestos contactos del equipo de Trump con los rusos durante la campaña electoral.

No obstante, la labor de la prensa es indiscutible. A pesar de que estamos viviendo un momento de definición en el periodismo de papel y el periodismo digital, ambos salpicado por el filibusterismo desinformativo de internet, el periodismo con mayúsculas basado en la investigación y las noticias contrastadas, el que promueve el debate ciudadano, es uno de los puntales indiscutibles de la democracia.

La prensa debe seguir su andadura libre, blandiendo su látigo contra la corrupción, el abuso de poder y la discriminación. Como dijo Thomas Jefferson, uno de los Padres Fundadores de esta gran nación: “Si tuviera que decidir si debemos tener un Gobierno sin periódicos o periódicos sin Gobierno, no duraría en preferir lo segundo”.

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