viernes 15  de  marzo 2024
OPINIÓN

Enterrar a Fidel

Si bien muchos se muerden las uñas por saber lo que hará el gobernante Raúl Castro, recordemos que él mismo dijo: "na-na-ni-ná"
Diario las Américas | LUCÍA NAVARRO
Por LUCÍA NAVARRO

En vida recibió decenas de calificativos: dictador, líder, comunista, asesino, déspota, padre, gran hombre, internacionalista, presidente… creo que no vale la pena rascar más. Para el mundo, Fidel Castro fue el presidente o dictador (como usted prefiera llamarlo) que llevó a Cuba a ser un país del que muchos quisieron escapar.

Mientras fuera de la isla muchos se muerden las uñas por saber si la isla saldrá del comunismo recordemos que, cuando Estados Unidos y Cuba empezaron el proceso de restablecimiento de relaciones, el presidente Raúl Castro dijo “na-na-ni-ná”, la isla seguirá con el sistema comunista.

Entre los cubanos que se quedaron en su país, que nacieron y vivieron bajo la era de Fidel, hay quienes lo lloran y sienten que, tras su muerte, la isla debe seguir con lo que el exgobernante les enseñó: “Él que tiene, tiene que repartir al que no tiene, al que no puede”. En esencia, la idea no es mala; lo malo es la manera y los límites con la que es ejecutada.

Sabiendo que hay una colorida gama de opiniones sobre el fallecido dictador, trato de mantenerme con la mente abierta, expectante, incrédula y hasta con cierto temor pues la falta de Fidel podría ser el cierre que lleve al descanso a muchos cubanos que se resistieron a morir antes que “el tirano” que les arrancó la patria.

Entre ellos me refiero al abuelo paterno de mi hijo. Nació en Santiago de Cuba y, junto con su esposa, tuvo el coraje y poco egoísmo de preferir enviar a sus entonces dos hijos a un incierto viaje a Estados Unidos que los mantuvo separados durante cuatro años. Cuánto debe amarse para aceptar una separación como esa con el fin de proteger la integridad y vida de un hijo.

Como esos dos niños hubo 14 mil más. Niños que tuvieron la fortuna del acceso a la “Operación Pedro Pan”, que los salvó de la muerte, de violaciones, abusos, represiones, de ver como su estilo de vida poco a poco era protagonizado por la carencia de elementos básicos y cómo se escurría entre sus dedos la vida que sus padres se esforzaron por darles.

El grupo de los niños Pedro Pan fue creado en la década de los sesenta a solicitud de los mismos padres cubanos que deseaban proteger a sus hijos del adoctrinamiento marxista-leninista. Con el apoyo de Caridades Católicas en Miami, los niños y jóvenes fueron colocados en hogares temporales en 30 estados de EEUU. Muchos llegaron con familiares o amigos, pero otros no tuvieron la misma suerte.

Hoy, las historias que cuentan muchos “niños Pedro Pan” tienen colores distintos: unos son muy alegres y con finales felices, otros no tanto y en algunos casos el color hasta llega a ser negro. En el sitio del mundo donde se encuentran, los ahora “adultos Pedro Pan” se reúnen para vivir sus tradiciones, para mantener contacto con lo único que les permitía “vivir Cuba, fuera de Cuba” tras haber abordado alguno de los vuelos de PanAm, con el correspondiente despectivo calificativo de “gusano”, como los etiquetó Fidel cuando dejaban la isla.

Siempre he sentido un profundo respeto por quienes de una y otra forma fueron tocados por la Operación Pedro Pan. Unos por haber tenido el coraje de enviar a sus hijos a lo incierto; por los niños y jóvenes que aprendieron (a la fuerza) a sobrevivir en un país extraño, con un idioma distinto, algunos en hogares otros en orfanatos. De un momento a otro y siendo muy pequeños, tuvieron que hacerse responsables de sí mismos, dejando a un lado la principal obligación de un niño: ser niño. La dosis de aplausos incluye a los padres temporales que abrieron sus hogares a estos niños, echándose a cuestas una ruleta rusa por no saber a quién recibían en casa.

Como para dar un golpe bajo a Fidel, muchos de esos niños se convirtieron en hombres y mujeres exitosos. La lista incluye a políticos, músicos, pintores, educadores, abogados, escritores, periodistas, conductores de televisión, actores y la lista sigue. Entre ellos puedo mencionarles a Willy Chirino, músico y cantante; Eduardo Aguirre, exembajador de Estados Unidos en España y Andorra; Carlos Eire, profesor de historia y religión en la Universidad de Yale; Hugo Llorens, exembajador de Estados Unidos en Honduras; Ana Mendieta, artista; Mel Martinez, senador; Lissette Álvarez, cantautora; Eduardo Padrón, actual presidente del colegio Miami-Dade; Agustín De Rojas de la Portilla (1944-2011) quien inventó los lentes de contacto.

Espero que la muerte de Fidel Castro permita poner fin al coraje y el resentimiento que ha embargado a muchos cubanos y sus descendientes durante más de medio siglo. Sin embargo, aún toca esperar un poco aunque hay que tener presente que “detrás de todas las tormentas siempre sale el sol”.

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