Mientras que la primera Copa del Mundo se disputó en su totalidad en Montevideo, con cortos desplazamientos para los equipos, la última edición disputada en Brasil necesitó de más de 500 horas de vuelos domésticos para trasladar a las delegaciones, que en total recorrieron 280.000 kilómetros, el equivalente a siete vueltas al mundo.
Si en 1930, la idea original era que todo el torneo se jugase en el estadio Centenario y, por las fuertes lluvias caídas, los primeros días se disputó de forma simultánea en el Gran Parque Central y el estadio Pocitos, Brasil contó con doce estadios y precisó del cuidado de 492.000 metros cuadrados de césped.
Para ello, se plantaron 11 toneladas de semillas y para acondicionar los terrenos de juego se necesitaron un total de 2.300 litros de pintura.