Por primera vez en un Mundial, la FIFA recurrió hace cuatro años a la tecnología para evitar los "goles fantasma". Aprobada por la IFAB en 2012, el GLT utilizaba catorce cámaras de distinta velocidad que rodeaban el campo, pero tan sólo se centraban en la línea de gol, y enviaban un aviso al reloj del árbitro en menos de un segundo si el balón había entrado por completo en la portería.
La GLT fue decisiva en tres ocasiones; para conceder un gol a Karim Benzema, en el Francia-Honduras de la primera fase, para ayudar a la adjudicación del tanto del costarricense Bryan Ruiz, en el encuentro contra Italia y en la tanda de penaltis de la semifinal entre Holanda y Argentina, cuando el meta Sergio Romero rechazó el primer lanzamiento de Ron Vlaar pero el balón botó hacia atrás y se encaminó a la línea de gol.
En otras siete ocasiones, el público en los estadios pudo comprobar gracias a esta tecnología, que el balón no había entrado.