A punto de cumplir 90 años, José Orlando Padrón marcha al frente de su familia con el orgullo de haber cumplido una gran tarea. Esa es una afirmación que este cubano de incansable fuerza repite y logra impregnar en la piel de sus hijos y nietos, cuando les induce el amor al trabajo, mientras continúa dirigiendo con perseverancia y sabiduría las riendas de la firma Padrón Cigars
José Orlando Padrón se propuso labrar un camino y formar una familia que significaran sus mayores orgullos.
“Me crie en una finca de tabaco en Pinar del Río [Cuba], donde mis padres me enseñaron todo lo que ellos sabían. Salía del colegio y me ponían a escaldar el semillero. Eso fue lo primero que aprendí. Me enseñaron a cultivar la planta, a recoger las hojas, a curarlas y hasta hacer tabacos”, recordó.
Unos años después, en 1961, Padrón zarpó de Cuba y se llevó con él todo el conocimiento adquirido. Era entonces joven y experimentado cultivador de tabaco, que soñaba con volver a ejercer su profesión.
“En Nueva York trabajé como planchador en una tintorería por un dólar la hora y más tarde lavé los platos en un restaurante”, rememoró.
Unos meses después, decidió irse a Miami, donde, gracias a una vecina, que le prestó el dinero, pudo comprar “una máquina de cortar hierba para arreglar los jardines por el día. Luego en la noche, trabajaba como carpintero. Aquí tengo aún el martillo que tanto me ayudó a ganar el dinero”.
Padrón recuerda cuán difícil era conseguir un buen tabaco en Miami.
“El único tabaco que se podía fumar venía de Filipinas. Pero tampoco tenía el sabor cubano. Entonces me propuse hacer un tabaco para mí y mis amigos”, recapituló.
Logró reunir las hojas de varios lugares y alguna buena picadura, para satisfacer el deseo. Y poco a poco, tras llamar la atención de los amigos, pensó en abrir un pequeño local, donde pudiera hacer tabacos.
“Yo no tenía dinero pero logré reunirlo con mucho sacrificio. Alquilé un espacio, 72 dólares al mes, que exigían para luego darme el permiso. Cinco meses después me dieron la licencia y pude hacer los primeros tabacos”.
Una noche se le ocurrió “hacer una fuma, igual a las que hacía en Cuba, con una pulgada más larga y un rabito. A partir de ese momento, logré salir adelante”.
Tres años después, alguien le propuso hacer tabacos con las hojas que producían en Nicaragua, a partir del cultivo “de las semillas (de origen cubano) de habano que alguien llevó a Centroamérica”.
Padrón continúa produciendo su afamado tabaco en Nicaragua, donde hoy incluso sufraga la construcción de un colegio, en el departamento de Estelí, “donde enseñarán la primaria durante el día e inglés por las noches”.
“Si quieres que un hijo siga la profesión, tenlo contigo. Enséñalo a trabajar contigo”, recomendó.
Por esa razón sus hijos Jorge, Orlando, Elizabeth y Lisette forman parte de la gran familia de tabacos Padrón.
“Me crie rodeado de tabaco”, mencionó Jorge. “Durante mi tiempo libre, después del colegio, ayudaba a mi padre de alguna manera. Lo mismo hacen mis hijos y mis sobrinos hoy. Vienen a trabajar aquí a la planta en Miami”.
Jorge estudió administración de empresas y decidió permanecer junto a su padre.
“Mi trabajo es ayudarlo a expandir el mercado hacia otros lugares”, resaltó; mientras el padre recalcó: “El trabajo y el sacrificio son las bases del éxito”.
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