lunes 25  de  marzo 2024

Hacia el Paro Nacional

En el exilio cubano hay aires nuevos soplando, brisas frescas, como cuando hace esa inhalación en el momento clave un corredor de maratones al acercarse a la vuelta final
Diario las Américas | DR. ORLANDO GUTIÉRREZ-BORONAT
Por DR. ORLANDO GUTIÉRREZ-BORONAT

El exilio cubano está de pie y en marcha, con los brazos extendidos hacia los hermanos y hermanas en la Isla, con el afán de unirnos como la misma nación que somos para concluir exitosamente la fase final de esta lucha por la libertad.

Se busca, se empieza a trabajar, para el momento en que el pueblo pueda levantarse y poner de rodillas a la dictadura. Esta es la tesis del Paro Nacional, de la acción de la población encaminada al cambio real hacia la libertad y la democracia.

Si el exilio se mueve, la Cuba de intramuros se moverá también. Une a los cubanos dentro y fuera de la Isla una fuerte fibra de identidad nacional que los hace una gente común con un destino común. Ese plebiscito diario que, según Renán, ha de tomar un pueblo diariamente para seguir siendo nación, lo toman los cubanos de adentro y de afuera todos los días, aunque sea soñando con una misma libertad. Pero es necesario convertir ese plebiscito diario, invisible, que los cubanos han seguido tomando a pesar de la tiranía, en acción política y social que abra el camino hacia la libertad.

En el exilio hay aires nuevos soplando, brisas frescas, como cuando hace esa inhalación en el momento clave un corredor de maratones al acercarse a la vuelta final. Se inunda el destierro de esa energía vital necesaria para cumplir con el cometido anhelado. Vimos atisbos de esto en el acto Todos por Cuba Libre celebrado en el Hotel Hilton del aeropuerto de Miami el 11 de octubre del año pasado: las organizaciones de la resistencia, unidas en pensamiento y acción, el pueblo movilizado como individuos, asociaciones, municipios y gremios, la juventud presente, una nueva dinámica irrumpiendo como elemento de lucha.

Una nación se renueva en su unidad. Pero la unidad es falsa si no se nutre de la pluralidad que la compone. Y la primera unidad que está renovando y fortaleciendo al exilio ahora y que renovará y fortalecerá a la patria sojuzgada después, es la unidad entre las diferentes organizaciones de la Resistencia dentro y fuera de la Isla. Vemos expresión de esto en la Asamblea de la Resistencia Cubana y su coordinación con el Foro de Derechos y Libertades dentro de Cuba, ambas coaliciones compuestas por algunas de las más activas organizaciones de lucha dentro y fuera de la Isla.

La segunda unidad que se vincula con ésta, es la unidad entre el pueblo cubano en el exilio y la Resistencia. El pueblo en la Isla esta amordazado, reprimido para que no se exprese. El pueblo cubano en el exilio, su representante natural, no lo está. Así de forma manifiesta y constante expresa su respaldo a la Resistencia y más aún, su apoyo y su participación en las tesis de lucha de ésta.

De esta realidad se nutre la concepción del Paro Nacional. El arma que le queda al pueblo de Cuba en su contienda por el cambio, el recurso que puede esgrimir en su batalla desigual por la justicia, es precisamente el poder latente de este pueblo. Tal es la naturaleza de la unidad orgánica entre el pueblo cubano dentro y fuera de la Isla, que la movilización real de ese pueblo, en cualquier orilla que se encuentre, hacia el cambio, hacia la libertad real, tendrá resultados inmediatos y medibles.

Tenemos que movernos como pueblo para el cambio, y ese movimiento se inicia dondequiera que se encuentre el pueblo, en cualquier lugar donde le sea posible levantarse y echar a andar. Por lógica, nos toca aquí en el exilio, pero si nos empeñamos en el esfuerzo, si somos íntegramente consecuentes con el mismo, si tenemos la inteligencia para actuar estratégicamente y conciliar voluntades, ese primer movimiento del pueblo se hará sentir en todo el pueblo.

La estructura de virtudes donde se basa la unidad del pueblo con su vanguardia en la Resistencia, es la unidad de la familia cubana en el sueño de una patria libre y democrática. Ese ideal ha sido noblemente transmitido de una generación a otra de cubanos dentro y fuera de la Isla. Vimos una vigorosa expresión de este fenómeno en la movilización generalizada de jóvenes en las calles de Miami para celebrar la muerte del tirano. En esa juventud, en el pacto generacional forjado espiritualmente entre abuelos, padres, hijos y nietos, radica la espera de una Cuba libre. Tiene hondas reservas la libertad de Cuba, llegó la hora de movilizarlas.

Hay que mover al pueblo, y el pueblo se va a mover. Será un arduo esfuerzo, en contra del pesimismo y la apatía de muchos, contra las miopías y los celos y las pequeñeces de otros, abatidos por la artillería de mentiras que el aparato de inteligencia de la tiranía dejará caer sobre el pueblo que comienza a trabajar hacia el paro y finalmente, enfrentados a la represión que ese régimen hará descender sobre ese pueblo que se levanta.

Lo que hace falta es marchar juntos, unidos, y creer en nosotros mismos, porque el Paro es cada cubano que se levante, cada cubano que no coopere con la tiranía, cada cubano que movilice a otro cubano para prepararnos para ese día en que le digamos a los tiranos que su tiranía ha terminado.

Para eso, para eso hará falta mover a todo el exilio, a todas sus organizaciones, a todas sus generaciones y especialmente a toda su juventud. Es en la calle donde recuperaremos la libertad.

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