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Washington

Informe sobre ataques sónicos "selectivos" refuerza implicación de Cuba

El régimen de Castro insiste en que no tuvo implicaciones pero estudios médicos concluyen que varios diplomáticos presentan anomalías cerebrales, con lesiones en la audición, visión, equilibrio y memoria
Por EMILIO J. SÁNCHEZ

MIAMI.- El secretario de Estado Rex W. Tillerson afirmó que Estados Unidos seguía convencido de que el personal diplomático en La Habana fue víctima de “ataques selectivos”.

En una conferencia de prensa en Bruselas el miércoles, Tillerson también sugirió que Cuba podría haber impedido los ataques. Sus comentarios se produjeron luego de que la agencia Associated Press dio a conocer un informe contentivo de la evidencia más específica y terminante de que los funcionarios de la Embajada de Estados Unidos sufrieron lesiones.

Los expertos médicos de la Universidad de Miami y la Universidad de Pensilvania descubrieron que varios diplomáticos presentan anomalías cerebrales, las cuales se manifiestan en lesiones en su audición, visión, equilibrio y memoria, según informe de la agencia AP.

Según este, los exámenes revelaron que los funcionarios desarrollaron cambios en los tractos de materia blanca que permite la comunicación entre diferentes partes del cerebro. Semejante conclusión es compartida por médicos de universidades y gubernamentales.

En cuanto a los sonidos, continúa el informe, pudo constituir un subproducto de alguna otra cosa responsable de los daños. Esto ha dado suficiente base como para desestimar la hipótesis de que los ataques hayan sido de naturaleza “sónica”.

Los médicos, empero, no indicaron el origen de los cambios cerebrales ni cómo estos podrían relacionarse exactamente con los síntomas detectados. Anteriormente el diario The Washignton Post había apuntado como causas probables un agente químico, artefacto electromagnético o virus, pero cualquiera que este sea todavía no se ha probado. Además, se ignora si los 24 pacientes presentan el mismo cuadro médico.

Según la AP, los especialistas han descubierto hasta el momento lo siguiente:

Funcionarios del gobierno estadounidense corroboraron la veracidad de las conclusiones del informe, aunque no dieron más detalles por no estar autorizados a debatirlo públicamente.

Se espera que el informe científico se publique en breve en el sitio web de The Journal of the American Medical Association. Una fuente de la Universidad de Miami, que no quiso revelar su nombre, comentó que el texto está listo desde hace un mes, pero su publicación fue detenida a solicitud del Departamento de Estado, que alegó “razones de seguridad”.

Las conclusiones del informe son devastadoras para el gobierno cubano, empeñado, hasta ahora, en negar no solo su implicación sino la existencia misma de los ataques, a los que ha calificado de “fantasía”, “ciencia ficción” e “insólitas patrañas sin evidencia alguna”.

Al parecer, la línea trazada por la máxima dirección del país es seguir insistiendo en la negación rotunda. Adelantándose al despacho de la AP, y no por casualidad, el martes 5 hubo una conferencia de prensa en La Habana en la que un panel de científicos declaró que los diplomáticos estadounidenses sufrieron probablemente un “desorden psicogénico colectivo”, en otras palabras, histeria colectiva, pero nunca daño real a su salud.

En verdad, la histeria puede provocar agitación, dolores de cabeza, náuseas, insomnio, depresión, ansiedad e incluso zumbidos en los oídos, pero nunca pérdida auditiva y daño cerebral. “Los médicos están tratando los síntomas como una nueva enfermedad nunca antes vista”, reportó la AP, y “esperan dar seguimiento a las víctimas por el resto de sus vidas, aunque la mayoría ya se ha recuperado por completo de sus síntomas”.

Lo anterior erosiona aún más, si cabe, la credibilidad internacional de Cuba y daña sobremanera la tabla de salvación que ha supuesto el turismo. A lo que se pudieran agregar nuevas medidas de Estados Unidos por el momento imprevisibles. Si, como han especulado algunos medios, Philip Goldberg será nombrado nuevo embajador en La Habana, este tendrá que emplear su larga experiencia como diplomático en un momento en que las relaciones no pueden ser peores.

El Departamento de Estado sostiene que los ataques —que se produjeron desde fines del 2016 y hasta mediados del 2017— afectaron, hasta ahora, a 24 diplomáticos de Estados Unidos y a cinco de Canadá. Especialistas indican que entre los daños se cuentan lesión traumática cerebral leve, pérdida de audición permanente y trastornos de equilibrio, jaquecas severas, alteración cognitiva e inflamación cerebral.

Estados Unidos no ha responsabilizado directamente a Cuba de los hechos, aunque sí destacó la obligación —según los acuerdos de Viena— de proteger al personal de la embajada y sus familias. Semanas atrás, la noticia de un incidente con un funcionario de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) en la embajada en Uzbekistán —antigua república de la extinta Unión Soviética— hizo que los ojos se pusieran sobre Rusia. El funcionario de la USAID y su esposa informaron haber escuchado sonidos similares a los descritos por las víctimas de los ataques en la isla, pero el Departamento de Estado desestimó las declaraciones.

Diferentes medios de comunicación han señalado a Rusia, Norcorea e Irán como posibles autores. En cualquier caso, difícilmente el gobierno cubano pueda evadir su implicación, como autor, cómplice o encubridor. Se sabe: nada en la isla se mueve sin el conocimiento de los órganos de inteligencia.

En este sentido, el presidente Donald Trump, a mediados de octubre, hizo recaer toda la responsabilidad en el Gobierno cubano: “Es un ataque muy inusual (…) pero creo que Cuba es responsable”. Por su parte, el secretario de Estado Rex Tillerson expresó el miércoles que “lo que hemos dicho a los cubanos es esto: tienen un aparato de inteligencia sofisticado. Probablemente saben quién lo está haciendo. Pueden detenerlo”.

Con todo, legisladores del Senado y la Cámara de Representantes de ambos partidos se han mostrado insatisfechos con la respuesta del Departamento a los ataques. Un grupo bipartidista ha solicitado a la Government Accountability Office, el brazo vigilante del Congreso, abrir una revisión de la toma de decisiones sobre el tema.

En vista de que la petición no tuvo respuesta, Ed Royce (R., California.) y Eliot Engel (D., New York), miembros destacados del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes, han pedido a los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) e Institutos Nacionales de la Salud (NIH) que asuman el liderazgo en la investigación sobre los efectos de estos incidentes y su posible causa.

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