viernes 22  de  marzo 2024
Venezuela

Isaías Rodríguez debe responder por sus vínculos con ETA y las FARC

El gobernante Hugo Chávez utilizó a su fiscal general de entonces, Isaías Rodríguez, y a los servicios de inteligencia, para coaccionar a opositores y encarcelarlos bajo acusaciones falsas
Por FRANK LÓPEZ BALLESTEROS

NUEVA YORK.- No pretendían derrocar al presidente Hugo Chávez y mucho menos asesinarlo. Los campesinos llegaron a Caracas y sus linderos a finales de abril de 2004, bajo el engaño de que trabajarían la agricultura, pero el mandatario venezolano los terminó presentando como paramilitares colombianos apoyados por opositores a su Gobierno.

Ahora se conoce que el plan contó con el respaldo en esa época de los servicios de inteligencia venezolanos y la Fiscalía General, pero no hubiese fructificado sin la alianza que la guerrilla colombiana de las FARC prestó al reclutamiento de los supuestos paramilitares y al régimen bolivariano.

Fiscales de la Corte de Distrito Sur de Nueva York guardan testimonios de un grupo de excombatientes de las FARC, extraditados por Colombia, quienes contaron el despliegue de sus operaciones para el tráfico de drogas y el modo en que trabajaron desde Venezuela a partir de 2002.

Algunos de los guerrilleros que Colombia extraditó a Estados Unidos estuvieron en Venezuela entre 2002 y 2011, hasta su captura. El grueso de sus operaciones ha servido para blindar acusaciones contra altos funcionarios del régimen bolivariano en cortes de Florida y Nueva York.

Ligado a las FARC

La versión de estos hechos, a la que accedió DIARIO LAS AMÉRICAS por medio de una entrevista a un prominente testigo desde la prisión, ilustra los esfuerzos de Chávez en los albores de su régimen para afianzar su figura y lograr que las FARC se resguardaran en territorio venezolano, ante la presión militar que sufrían en Colombia con la llegada de Álvaro Uribe a la presidencia, en agosto de 2002.

El domingo 9 de mayo de 2004 Chávez informó desde su programa televisivo ¡Aló, Presidente! que los organismos de seguridad habían capturado en las cercanías de Caracas a unos 80 paramilitares colombianos a quienes entrenaban sus adversarios para derrocarlo y asesinarlo.

Los detenidos fueron acusados de ser miembros de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), la peligrosa organización paramilitar colombiana que en ese entonces se mantenía activa en ese país y había sido acusada de cometer crímenes atroces.

“Le hemos dado un golpe a los golpistas desestabilizadores y a los terroristas, en esta lucha sin descanso contra el terrorismo, la desestabilización y los enemigos de la democracia y del pueblo”, afirmó un airoso Chávez, quien dio órdenes a sus funcionarios para “resolver el problema”.

Desde ese momento el fiscal general de turno, Isaías Rodríguez, de la mano de Miguel Rodríguez Torres, director de la policía secreta (DISIP) –hoy preso político de Nicolás Maduro–, desataron una verdadera cacería de brujas contra líderes opositores, militares y empresarios opuestos al régimen, a quienes acusaron de orquestar el plan de magnicidio.

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Por un lado, Isaías Rodríguez abrió las puertas para encauzar a los supuestos conspiradores, mientras que desde la DISIP se tejió una estrategia de supuesta contención del plan magnicida, sin que encajara la información de inteligencia que recopiló Venezuela, como lo hizo saber Colombia meses después en un informe.

“Ningún paramilitar podría haber entrado por la frontera venezolana porque nosotros estábamos allí. El Frente Décimo (de las FARC) tenía su resguardo en [el estado] Apure y los militares (de Venezuela) nos dejaban operar sin problemas. Los policías, los fiscales estaban obligados a callar”, relató el exguerrillero en la entrevista, que no puede revelar su identidad por el proceso judicial.

La gran mentira

Según su versión a los fiscales “a algunos miembros del bloque se nos pidió que buscaran a campesinos colombianos y nosotros cumplimos. Pero fueron los militares quienes los metieron adentro (en Venezuela)”.

“Luego vimos lo que pasó con los supuestos 'paracos' [paramilitares], pero todo eso fue una mentira. No sé quién lo orquestó, si Chávez o sus ayudantes, pero era solo para joder a una gente”.

Un total de 133 supuestos paramilitares fueron arrestados tras la operación en mayo de 2004, de los cuales solo ocho contaban con prontuarios policiales en Colombia, como reseñó el diario bogotano El Tiempo.

Luego de la condena de unos 40 jóvenes, la mayoría tenían entre 20 y 23 años, Chávez les concedió un indulto por razones humanitarias, dejando el caso en un limbo y confirmando la falsedad del hecho.

La alianza entre el chavismo y las guerrillas colombianas fue un hecho consumado, y antes de su extinción con la firma de los acuerdos de paz, las FARC gozaban de pleno respaldo.

El caso ETA

ETA, el grupo terrorista español, también fue una joya en el pedestal del régimen bolivariano.

El caso de Arturo Cubillas Fontan lo ilustra. En 2001, cuando Rodríguez se había convertido recientemente en fiscal general, el etarra fue detenido en Venezuela con documentación falsa. Isaías Rodríguez salió en su defensa refiriéndose a él como “un luchador de causas justas”.

La controvertida declaración de Rodríguez se dio a conocer cuando el fiscal venezolano Hernando Contreras se reunió en Caracas con su superior y éste le recordó el caso Cubillas. Su par venezolano le espetó, según su versión, que “ese hombre (Cubillas) pertenece a ETA que lucha desde hace muchos años por causas justas e irreprochables, al igual que las FARC en Colombia”.

Aquella revelación constituyó para muchos un reflejo de la complicidad, casi personal, entre Rodríguez y ETA en Venezuela, que obligó a España a investigar el caso.

Cubillas llegó a Venezuela como refugiado político en 1989 junto a otros 30 activistas vascos. Durante todos esos años, hasta el ascenso de Chávez en 1999, su nombre pasó desapercibido.

El etarra empezó a trabajar en 2008 para el Instituto Nacional de Tierras (INTI) –ente que administraba los bienes agrícolas expropiados por Chávez–, aunque ya en 2005 ejercía un cargo en el Ministerio de Tierras, como reveló la prensa española.

Por si fuera poco, en marzo de 2010, siendo Isaías Rodríguez embajador de Venezuela en España, la Audiencia Nacional de España reveló que guerrilleros de las FARC impartieron adiestramiento militar a dirigentes de ETA en agosto de 2003, en suelo colombiano, donde Cubillas habría sido el enlace desde Venezuela para los contactos entre los grupos terroristas.

La caída en desgracia de Rodríguez luego de renunciar públicamente a su puesto de embajador de Maduro en Roma, el 20 de mayo pasado, lo deja a merced de que la justicia española pueda actuar en su contra por respaldar o enaltecer a Cubillas o a ETA.

Desde la cumbre del poder, este abogado ocupó los mayores cargos que la burocracia chavista pudo ofrecerle desde 1999.

Su renuncia por desavenencias con Maduro –como la falta de salario en Roma– que según dice, lo dejó, sin nada de dinero y viviendo a expensas de la venta de las joyas de su mujer, refleja las contrariedades del chavismo y su causa.

Con un sueldo como embajador que rondaba los 6.000 dólares mensuales, sin descuentos, Rodríguez se ufana ahora de la pobreza en la cual dice, se que ha quedado en Roma. En su famosa carta de renuncia nunca asomó los temas por los que aún hay polémica en Venezuela: ETA o FARC. Hay preguntas que solo el exfiscal general puede responder.

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