PANMUNJOM.- El día de hoy deja una imagen para la historia: el apretón de manos del líder norcoreano, Kim Jong-un, y el presidente surcoreano, Moon Jae-in, sobre la línea de demarcación entre los dos países.
PANMUNJOM.- El día de hoy deja una imagen para la historia: el apretón de manos del líder norcoreano, Kim Jong-un, y el presidente surcoreano, Moon Jae-in, sobre la línea de demarcación entre los dos países.
A esta le siguen otras, como cuando ambos líderes pasan de un lado a otro de la frontera, que está considerada entre las más peligrosas y más vigiladas del mundo, como si fuera algo fácil de superar; o cuando plantan juntos un árbol justo entre Corea del Norte y del Sur. Y por último, el abrazo después de firmar un acuerdo que abre "un nuevo capítulo" en su historia.
Sí, se han hecho "buenos amigos", dice Moon durante la cena y eleva su copa ante sus invitados norcorenanos, una situación que nunca se había visto. Y sí, hablaba de amistad con el líder que en Año Nuevo amenazó con apretar el "botón nuclear" que está sobre su escritorio. Se refiere a Kim, quien llevó a la región al límite de la guerra el año pasado con sus ensayos nucleares y de misiles.
El joven líder se disculpa educadamente en la histórica cumbre por haber interrumpido el sueño de Moon con sus ensayos, normalmente realizados a primera hora de la mañana.
Los dos políticos incluso se toman de la mano mientras escuchan en la tribuna la música de la ceremonia de despedida. Después, Kim vuelve al lado norcoreano subido en su Mercedes, a cuyos lados corren doce guardaespaldas, cruzando la línea de demarcación entre los famosos barracones azules de Panmunjom, como si no existiera ninguna frontera.
Todas estas imágenes impresionan, pero se trata de Corea del Sur, el país de los grandes gestos, la gran simbología y de la historia rica y dolorosa. También es el país de las decepciones monumentales, pues cumbres anteriores terminaron también con grandes promesas y planes entusiastas que finalmente no llegaron a buen puerto.
El presidente estadounidense, Donald Trump, celebró el éxito de la cumbre, aunque ahora se encuentra tan solo un paso más cerca de la eliminación del arsenal nuclear. En principio, Kim se mostró dispuesto en la declaración conjunta a una "desnuclearización completa".
Pero justo hace una semana el mismo Kim celebró como "un gran éxito" el haber completado su programa nuclear. En todo caso, es probable que el líder norcoreano solo contemple el abandono de las armas nucleares si todas las potencias, entre ellas Estados Unidos, también lo hacen.
Sin embargo, esta vaga promesa es suficiente para allanar el camino hacia la cumbre que tendrá lugar entre Kim y Trump en unas pocas semanas.
No obstante, el camino hacia la completa desmantelamiento del arsenal nuclear, es aún muy largo. ¿Tendrá Trump la paciencia necesaria? La ofensiva de encanto lanzada por Kim -con su promesa de firmar un acuerdo de paz para acabar formalmente con la guerra de Corea de hace 65 años, las garantías de seguridad y la distensión- podría complicar a Trump el mantener su campaña de "presión máxima" con las sanciones.
"Corea del Norte es un Estado nuclear", dice el profesor Andrei Lankov, de la Universidad surcoreana de Kookmin. "Eso es un hecho. Tienen armas nucleares y podrían detonarlas. Debemos que enfrentar la realidad".
Pero ese es precisamente el problema: Estados Unidos y sus aliados de Corea del Sur y Japón nunca reconocerán a Corea del Norte como una potencia nuclear. Exigen la eliminación completa, verificable e irreversible de su programa y exactamente de eso no ha hablado Kim en la cumbre.
Parece que Kim y Moon han preferido evitar hoy todas estas cuestiones delicadas sobre el arsenal nuclear. Este encuentro no ha tratado sobre armas nucleares, sino de guerra y paz, por lo menos desde el punto de vista histórico coreano.
La zona de seguridad común se encuentra en medio de una zona desmilitarizada de cuatro kilómetros de ancho que mantiene a los dos países alejados de las hostilidades. En Panmunjom se firmó en 1953 el acuerdo de alto el fuego para acabar con la guerra de Corea, que ahora podría concluir definitivamente con un tratado de paz. Precisamente por este simbolismo se eligió este lugar para la cumbre. Y por eso Kim decide cruzar aquí la línea de demarcación y se convierte así en el primer líder de su país en hacerlo desde la guerra.
A final del largo día, Kim parece cansado durante el banquete, inquieto y de alguna forma tenso, casi sobrepasado por su voluntario papel como el mayor provocador del mundo.
FUENTE: dpa