viernes 15  de  marzo 2024
TV Y MEDIOS

"La mirada indiscreta" del crítico de cine Alejandro Ríos

El periodista, crítico de cine y presentador de televisión, celebra la primera década de su programa, que se emite todos los domingos a las 8 p.m. por América TeVé
Diario las Américas | LUIS LEONEL LEÓN
Por LUIS LEONEL LEÓN

MIAMI.-“Sería una ingenuidad decir que la política no influye en todo. Pero no obstante su influencia, creo que al final es efímera, y lo que entonces queda, en el caso de Cuba, es todo lo que estamos narrando, que es parte de la cultura diaria”, dijo a DIARIO LAS AMÉRICAS el periodista cubano Alejandro Ríos, quien este mes celebra la primera década de su programa La mirada indiscreta, que se emite todos los domingos a las 8 p.m. por América TeVé.

A través de La mirada indiscreta, espacio exclusivamente dedicado al audiovisual que se hace en Cuba, los televidentes en EEUU pueden acceder al conocimiento de una realidad que no suele presentarse con asiduidad en los medios y que, en muchos casos, las televisoras oficialistas, las únicas permitidas en Cuba, se niegan a mostrarles a los propios cubanos.

“El régimen le tiene mucho miedo a la imagen y ha hecho todo lo posible para que ésta no entre, pero en eso han sido totalmente derrotados, porque la imagen entra por todos lados, con el paquete y todos los medios alternativos, las antenas clandestinas. No queda la menor duda de que la imagen vale por mil palabras”, reconoce el crítico de cine.

La pretensión del programa es mostrar, a través de diferentes géneros audiovisuales, lo que ocurrió y lo que ocurre en Cuba.

“Trabajamos la historia, la nostalgia y la actualidad. Y eso lo hace permanente. Lo que estamos tratando es de narrar a Cuba de otra manera, con elocuencia, y que cada quien saque sus propias conclusiones. Les ofrecemos el análisis, pues en casi todos los shows tenemos invitados. Otros los hago yo solo”, explicó.

Escrito y conducido por Ríos, el programa es fiel a su nombre y propone siempre una mirada indiscreta sobre la realidad cubana, que por consiguiente constituye una mirada incómoda para el régimen.

“Pudiera haberse llamado así: La mirada incómoda. Lo que pasa es que como es tan obvio y, como es un programa cultural, prefiero ser un poco más suspicaz, sutil. Y parte también del hecho de que los primeros directores cubanos, que fueron borrados del mapa, hasta los jóvenes de ahora, han sido indiscretos. Incluso directores oficialistas como Humberto Solás y Tomás Gutiérrez Alea, que hay que considerarlos así porque funcionaron en un sistema oficial, no por otra cosa, no es para demeritarlos. Es una cadena. Ellos trataron de hacer lo suyo, y claro, lo hacían con la esperanza de que se arreglara aquello. Era la idea ingenua de aquellos realizadores: vamos a criticar para ver si mejora. Y es imposible. Es como de niños pensar de esa manera”.

Para Ríos, los cineastas cubanos de hoy día ya no creen en los mismos ideales que sus predecesores: “Los de ahora son muy críticos y son quizás los más indiscretos de todos. El cine joven ha tomado la batuta. De hecho Fernando Pérez ha entrado en temas que antes no entraba debido, como hemos hablado aquí otras veces, a lo que los jóvenes están impulsando. Y todo eso, afortunadamente, se ve en La Mirada Indiscreta”.

Sus inicios

El programa tiene un antecedente en Miami Dade College (MDC) donde Ríos trabaja desde 1992.

“Llegué de México con un grupo de películas en casetes VHS. Me entrevisté con el presidente, el Dr. Eduardo Padrón, con quien he trabajado desde entonces, para hacer una serie que titulamos Ciclo de cine cubano, que era un nicho que no estaba cubierto en Miami y fue un éxito total”.

Recuerda que comenzó con la premiada La bella del Alhambra (1989), de Enrique Pineda Barnet, y que en ese mismo ciclo estrenó, gracias a un envío clandestino desde La Habana, Fresa y chocolate, antes de que se exhibiera comercialmente en EEUU. En 1994, esta cinta de Tomás Gutiérrez Alea optó por el Oscar a la mejor película extranjera. “En ese entonces las copias nos las enviaban desde Cuba de manera clandestina. Las comunicaciones no son las de ahora, no había Internet”, recordó.

Luego del exitoso ciclo, a invitación de Televisión Martí, convirtió sus presentaciones en el auditorio del Wolfson campus en un programa de televisión titulado La pantalla de azogue.

“Le pusimos así porque el azogue es un espejo y era una pantalla donde se reflejaban los cubanos. Luego se llamó Pantalla TVM. En ese programa, que salió durante 20 años, tuve la suerte de contar con Alberto Roldán, el legendario director de cine que ya falleció”, manifestó. .

Al locuaz presentador le resulta llamativo que aquél programa haya dejado de producirse en Televisión Martí, “a pesar de que los inspectores que venían de Washington y los propios trabajadores del canal, consideraran que era uno de los mejores programas que allí se hacía. Pero hace dos años la nueva administración decidió que no se hiciera más”.

Hace una década, a sugerencia de la gerencia de América TeVé (Canal 41 Miami), creó La mirada indiscreta, “un programa que parte de esos antecedentes, pero que ya realizo con invitados”.

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Su perspectiva

La incapacidad de aceptar críticas, según Ríos, está en la raíz de las instituciones culturales cubanas, controladas por el Estado. De ahí que se construyan sobre la censura.

“Los dirigentes culturales son muy torpes, son muy arrogantes, no resisten el más mínimo señalamiento. No lo aceptaba ni el difunto, el hombre de la piedra, ni el nuevo dictador que supuestamente se va en 2018 de la presidencia, pero que seguramente se queda al mando del Partido Comunista, lo cual lo dejaría a cargo del poder”, apuntó.

Para este intelectual no es posible, como argumentan otros, que a través de la cultura se puedan generar cambios que desemboquen en la libertad y la democracia en Cuba.

“Es una responsabilidad muy grande para la cultura. Y la prueba está en que no hay libros, obras de teatro, pinturas, películas que hayan afectado las bases de una dictadura. No se puede mermar las bases de una dictadura mediante la cultura, pero quienes pertenecen a este ámbito no pueden dejar de expresarse. Y por cierto, creo que en Cuba se está expresando mucho menos que hace unos años atrás. Se han visto realmente muy afectados con la dolarización, con el mercado. El gobierno sencillamente no considera a los artistas para nada, para ninguna discusión o debate. Son unos títeres, sobre todo, los presidentes de las organizaciones de escritores y artistas. Todos los que tienen que ver con la oficialidad son como unas cotorras que repiten lo mismo. Al final, lo que hay es como un desangramiento. La mitad de los directores y actores jóvenes hacen lo que tienen que hacer y luego vienen para el exilio. No ven una esperanza. No tengo fe en que la cultura pueda solucionar nada que no se haya podido solucionar de otra manera”, señaló.

El periodista está convencido de que en su tierra natal impera un “sistema que tiene que dejar de existir para que allí pueda haber un país. Sencillamente una nación como las demás, sin pretensiones, sin querer ser el ombligo del mundo, un país común y corriente donde la gente vaya a trabajar por las mañanas y haya un ómnibus que puedan tomar, y tener las cosas normales de las cuales prescindimos. Poder decir lo que piensan en cualquier esquina, por supuesto. Lo que ha sucedido es que el régimen está divorciado de su cultura. La ha dañado mucho. Y estamos viendo las consecuencias”, puntualizó.

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