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Venezuela

Los valientes no debe llevárselos la Nave del Olvido

Cuando estoy escribiendo días después del cruel asesinato, aún siguen estas hienas castrochavistas violando los más elementales derechos tanto de los ejecutados como de sus familiares. No dan tregua a su maldad
Por ELEONORA BRUZUAL

Los sucesos del lunes 15 de enero conmocionaron no solo a los que vivimos en Venezuela sino al mundo democrático en pleno, porque ejecutar a un pequeño grupo de hombres opositores al régimen y que se habían rendido es simplemente un crimen de lesa humanidad incluido en los 11 tipos de crímenes que detalla el Estatuto de Roma, ya que el ajusticiamiento de Oscar Pérez, seis compañeros y una joven mujer que además estaba embarazada fue asesinato o más preciso aún, un homicidio intencionado.

Lo que han hecho Nicolás Maduro y sus esbirros compete al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y debe aplicar con total pertinencia también el Protocolo de Minnesota para investigar crímenes de lesa humanidad ya que contra ese grupo de hombres ya rendidos y decididos a entregarse se cometió una ejecución ilegal, y lo que hemos visto en estos días transcurridos simplemente son acciones del narcorégimen asesino que busca destruir evidencias que van desde la demolición total de la casa donde se cometieron los aberrantes crímenes hasta intentar la cremación de los cadáveres y de esa manera que no existan posibilidades para una clara y científica investigación policial.

El proceso de ajusticiamiento de Óscar Pérez, ex inspector del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas y sus 6 compañeros más la joven embarazada ha quedado claramente mostrado en los videos que el propio Pérez grabó y difundió a través de su canal youtube y su cuenta de Instagram. El acoso contra 7 hombres por parte de más de 1.000 funcionarios entre militares, policías y bandas castrochavistas armadas muestra no solo la bestialidad de este narcorégimen, también permite pensar que si con más de un millar de hombres necesitaron más de 10 horas para asesinar a ese pequeño grupo de valientes contra los que utilizaron armas de guerra entre ellas lanzagranadas antiataque RPG-7 de origen ruso pertenecientes a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y también lanzacohetes, cuál sería el resultado si tuvieran que enfrentar fuerzas mejor dotadas y más numerosas.

Cuando estoy escribiendo días después del cruel asesinato, aún siguen estas hienas castrochavistas violando los más elementales derechos tanto de los ejecutados como de sus familiares. No dan tregua a su maldad.

Y es necesario que resalte, que el carnicero Maduro como ya se le conoce internacionalmente, dijo amenazante: “Quien se alce tendrá el mismo destino que Óscar Pérez” y esto no es nuevo, los asesinos rojos llevan lustros matando. Ahora lloramos por Oscar Pérez y sus compañeros, pero no puedo olvidar al joven abogado Antonio López Castillo, acribillado en la calle, acusado sin prueba alguna de estar involucrado en el asesinato de Danilo Anderson, caso que sigue sin resolverse pero que cobró muchas víctimas. Como olvidar que a los padres de Antonio, dos honorables venezolanos se les impidió ver el cadáver de su hijo y asistir a su entierro.

Tampoco olvido al que el “papaíto” de este horror –Hugo Chávez– llamó “El Caballero Goubeia” asesinando en la Plaza Altamira a inocentes el 6 de diciembre de 2002, aquella sangrienta noche de retaliación castrochavista; ni me olvido de Maritza Ron asesinada también en Altamira por integrantes de colectivos chavistas plenamente identificados y felices disfrutando la impunidad de su crimen.

Ni de Franklin Brito que pareciera que ya no le dice nada a muchos. Brito ese hombre digno que prefirió morir de hambre en una huelga en solitario para gritar que un régimen canalla le robaba sus tierras…

No podemos olvidarnos de reclamarle a la presidenta de la Corte Penal Internacional en La Haya, la argentina Silvia Fernández, su guateque con Maikel Moreno, Presidente del espurio Tribunal Supremo de Justicia de la narcotiranía y la hermanita del sancionado vicepresidente, Haifa El Aissami.

Imposible olvidarnos de los pistoleros de Puente Llaguno aquel 11 de abril de 2002 disparando y matando inocentes que siguen esperando justicia en el lugar a donde van los valientes que dan su vida por la libertad.

En la “Nave del olvido” montaron para que se pierda, la memoria de decenas de seres que estas hienas castrochavistas asesinaron el año 2014 y “La salida” fue hacia las distintas morgues de un país ensangrentado. En la misma nave también a los 157 muertos de las protestas de 2017 y a los centenares de heridos.

Poco espacio para tantos muertos… Hay más y más víctimas y lo peor, también hay muchos cómplices que ya comenzaron a pedirnos votos. A esos mi total desprecio.

ebruzual@gmail.com / @eleonorabruzual / www.gentiuno.com

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