CARACAS.-REDACCIÓN
La Fiscalía capturó a cinco personas que presuntamente comercializaban recién nacidos en la clínica La Samaritana, al norte de Santander, en Colombia
CARACAS.-REDACCIÓN
Las autoridades colombianas pusieron al descubierto una macabra práctica que se realizaba en la clínica La Samaritana: la venta de recién nacidos.
Se trata de un centro médico que llevaba más de 30 años funcionando en el municipio Los Patios (Norte de Santander) y donde al parecer también se practicaban decenas de abortos ilegales.
El pasado 27 de mayo cinco personas, entre ellas un médico y dos enfermeras de la institución, fueron capturadas y se les imputaron cargos por los delitos de tráfico de niñas y niños, obtención de documento público falso, falsedad en documento privado y supresión, alteración o suposición del estado civil, según reseñó el diario El Espectador.
Este hecho se dio a conocer gracias a una funcionaria del centro clínico, quien denunció a la Policía de Infancia y Adolescencia en Cúcuta las barbaridades que estaban cometiendo profesionales de la salud en el centro médico.
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Según la testigo, desde los inicios de la institución se empezaron a realizar abortos ilegales y en algunos casos, especialmente en los que había riesgo de que la madre muriera por el avanzado estado del embarazo, le proponían que tuviera al menor. A cambio, no le cobraban por el procedimiento, al parecer para que ellos pudieran quedarse con el bebé y venderlo hasta por 5 millones de dólares.
La funcionaria desconoce el número de bebés que se han vendido allí. La mayoría de los compradores, al parecer, eran conocidos de los directivos de la clínica o personas de las que se tenía conocimiento de que no podían tener hijos. Sin embargo advirtió que tres enfermeras de La Samaritana pagaron para que bebés nacidos en la clínica quedaran en su poder. Es más, el primer caso que quedó al descubierto fue el de una mujer que compró a su hija hace más de 20 años.
A esta enfermera la Fiscalía la llamó a interrogatorio para que explicara cómo se había convertido en madre, ya que, según los registros médicos, la mujer no podía tener hijos. Al sentirse acorralada aceptó que la niña no era su hija, pero manifestó que había llegado a sus brazos como un milagro de Dios luego de haber perdido un bebé por problemas de salud.
Ante esta evidencia, la Fiscalía tomó cartas en el asunto, identificó a los presuntos responsables e infiltró en febrero de 2015 un agente en la clínica La Samaritana. El investigador comprobó que en el interior de la institución se realizaban abortos ilegales y se comercializaban recién nacidos.