MIAMI.- Dicen que la mejor forma de medir el impacto de una persona es a través de quienes quedaron marcados por su impronta. Y para hablar de Pedro Pablo Peña hacen falta no pocas líneas, en tanto supo levantar desde cero y con la fuerza de un James Reuben alzando a la Sílfide, un terreno algo difícil en Miami: el ballet clásico, contra viento y marea.
A él le debemos la existencia de una sólida escuela de ballet en la ciudad, el Ballet Clásico Cubano de Miami, que desde su fundación en 2006 se convirtió en un faro de esperanza para bailarines cubanos que huyeron de la isla y fueron apoyados por Pedro Pablo, quien vivió en carne propia la represión hacia los artistas en los años 70 del régimen castrista.
"Algún día se escribirá la verdadera historia del ballet cubano”, dijo Peña en una ocasión. Y es precisamente en esa historia, defendida sin cansancio en esta ciudad, donde su nombre quedará grabado por su indiscutible apoyo al ballet, el teatro, la música, la literatura y las artes plásticas.
Antecedentes
Pedro Pablo Peña nació en La Habana en 1944. Realizó estudios de danza junto a Joaquín Banegas y Anna Leontieva, entre otros. Trabajó en el Ballet Nacional de Cuba, en el ballet de la Ópera de La Habana y el Teatro Musical de La Habana. Dejó la isla en 1980, con el éxodo del Mariel, y comenzó una intensa carrera como coreógrafo de cine y televisión en Estados Unidos.
Su labor en la promoción del ballet clásico devino en importantes pasos para este género de danza, con el Centro Cultural Hispano de las Artes de Miami (Miami Hispanic Cultural Arts Center), desde donde organizó 21 ediciones del Festival International de Ballet de Miami. Su “casa blanca del ballet” acoge a bailarines, pule técnicas, defiende la pasión por la danza y se encarga de que los miamenses sepan que hay talentosos artistas sobre las tablas, que son capaces de competir con cualquier compañía del mundo. Pero también es la casa de la literatura, la música, la plástica y el teatro.
Este mecenas aprendió a sortear los obstáculos de un camino que muchos habrían dejado tras las primeras caídas. Con la misma persistencia del bailarín que fue, insistió una y otra vez hasta ganar, poco a poco, el espacio que merecía. Sabía, también, que se necesitaba algo más que tesón y talento para llevar a cabo un evento como el festival de ballet.
Como comentó en una ocasión a DIARIO LAS AMÉRICAS, “podríamos hacer mucho más si tuviéramos los fondos necesarios. Es muy difícil organizar un festival de esta índole: desde seleccionar y organizar las invitaciones hasta traer a los participantes en avión, hospedarlos y transportarlos, además de coordinar el calendario con las salas de teatro y alquilar los espacios”.
Futuro
Por estos días muchos se preguntan qué pasará con el festival, la escuela, la casa cultural que Peña levantó a fuerza de insistencia y sacrificio. Tal y como ha revelado el Ballet Clásico Cubano de Miami en un comunicado, “la institución continuará con el programa de actividades anunciado y con la misión para la que Pedro Pablo Peña fundó el Ballet Clásico Cubano de Miami, el Festival Internacional de Ballet de Miami y el Centro Cultural Hispano de las Artes de Miami. Es la mejor forma de honrar su memoria”.
Eriberto Jiménez, quien trabajó por 30 años con Pedro Pablo, será el nuevo director del Miami Hispanic Cultural Arts Center. El mismo será ratificado próximamente en ese puesto, a partir de una decisión que había tomado Peña con anterioridad.
Con respecto a su nuevo cargo y la responsabilidad que implica cuidar un trabajo de varias décadas, Jiménez, de origen colombiano y educado mayormente en la escuela de ballet de Pedro Pablo, dijo a DIARIO LAS AMÉRICAS que asume la dirección “porque así lo quiso él, y cuento con el apoyo de la junta directiva para continuar su obra, con el apoyo de todos”.
Casa Ballet Pedro Pablo Pena
Vista parcial delMiami Hispanic Cultural Arts Center, la casa del ballet, la música, las artes plásticas y la literatura, que Pedro Pablo Peña forjó y estableció.
ARCHIVO
“La decisión final de Pedro Pablo fue que yo estuviera al frente de todo, lo declaró en su testamento, y así lo quiso porque la única persona que conoce todo el proceso, todos los detalles del manejo artístico y administrativo soy yo, que trabajé a su lado tantos años. Si otra persona ajena toma la administración, el centro se iría abajo”, enfatizó.
Asimismo, Jiménez declaró que “la Junta Directiva también piensa que yo soy el indicado, porque saben que yo he sido la mano derecha y la mano izquierda de Pedro Pablo”, sobre todo los últimos tres años “cuando él no podía ocuparse de todo y yo asumía la administración y la organización, y él tomaba las decisiones más importantes”.
Sobre el futuro de las clases de ballet y las actividades culturales, Jiménez aseguró que seguirán formando parte de la agenda de actividades. Además, recalcó: “Seguiremos trabajando y cumpliendo con cada uno de los sueños de Pedro Pablo y que todos nos hemos propuesto”.
Memorias
Por su parte, Armando Yuvero, quien trabajó junto a Peña, lo recuerda como un mecenas y gran apasionado por la danza.
“Nos conocimos teniendo yo 15 años de edad. Él era miembro del Teatro Lírico Nacional, y yo hacía audición en la compañía. Después de trabajar juntos, de verlo en clase, mantuvimos una linda amistad por muchos años. De hecho yo obtuve mi visa a los Estados Unidos cuando él me invitó a Festival Internacional de Ballet de Miami para que yo impartiera algunas clases”, indicó el bailarín, quien hoy es director general de la Escuela de Ballet Arte y Cultura de Quintana Roo.
“Estábamos en planes para que yo montara una de mis coreografías con su compañía en Miami, pero eso no pudo ser…”, dijo Yuvero. “Lo único que pediría es que el Festival Internacional de Ballet de Miami lleve su nombre”, concluyó.
El sueño de Pedro Pablo “era poder edificar un centro de artes más grande al lado del existente y mantener la histórica sede como el primer museo de la danza en la ciudad de Miami”.
Ahora le toca a Miami cuidar el legado de un hombre que desafió molinos de viento y supo traer a la ciudad lo mejor de la danza clásica.