El caso expuso los lapsos en el tratamiento médico y en cómo son atendidos los ayunos voluntarios en el penal
Foto difundida por el Departamento de Prisiones de Kentucky de James Kenneth Embry. Foto: AP
Un médico de una prisión estatal de Kentucky fue despedido y otros dos empleados podrían correr la misma suerte después que un preso muriera en huelga de hambre, un caso que expuso los lapsos en el tratamiento médico y en cómo son atendidos los ayunos voluntarios en el penal.
Los directivos de la Penitenciaría Estatal pidieron a la fiscalía que investigue el caso después que The Associated Press comenzó a formular preguntas sobre la muerte del recluso.
James Kenneth Embry, de 57 años y con sólo tres años por cumplir una pena de nueve por narcotráfico, comenzó a perder el control hace un año, cuando dejó de tomar su medicamento contra la ansiedad.
Siete meses después, en diciembre, tras semanas de conducta errática u2014desde indicar a los funcionarios de la prisión que se sentía ansioso y paranoico, a golpearse la cabeza contra la puerta de su celda u2014 Embry rechazó la mayor parte de las comidas.
Para cuando falleció en enero de este año, había perdido más de 13 kilos (30 libras). El hombre de 1,80 metros (6 pies) murió pesando menos de 63 kilos (138 libras), según los documentos revisados por la AP.
Una investigación interna determinó que el personal médico no le dio los fármacos contra la ansiedad para contener su tendencia suicida y que no hizo nada para que fuera examinado a medida que se deterioraba su salud.
La revisión interna sobre la muerte de Embry expuso además amplios problemas sobre el tratamiento de los reclusos: entre ellos examinar regularmente a los presos durante las revisiones médicas y fallas de comunicación entre el personal médico.
La AP, alertada de la muerte de Embry, obtuvo multitud de documentos al amparo de la ley de acceso a la información de Kentucky, inclusive un informe detallado sobre la investigación de la muerte de Embry, un reporte de la autopsia y archivos personales.
Junto a las entrevistas con el personal de la prisión y la correspondencia de los reclusos, los documentos describen la creciente paranoia de Embry hasta su muerte y las numerosas oportunidades que diversos funcionarios del centro tuvieron para intervenir.