Remedios Díaz Oliver, presidenta de la compañía All American Containers, empezó desde cero cuando llegó a la ciudad de Miami. Con su ingenio para los negocios, la empresaria cubana construyó un legado para su familia, a pesar de las dificultades que enfrentó.
Aunque Díaz Oliver admitió que no ha vuelto a Cuba desde que la dejó, afirmó que uno de sus sueños es ver a su patria libre de la dictadura. “Cuando Bahía de Cochinos, estando en el colegio, nos llevaron a todos presos solamente porque hablábamos de que queríamos libertad y elecciones libres”, contó Díaz Oliver.
“Vinieron buses con milicianos y se llevaron a un grupo grande de la escuela. Como todas las cárceles estaban llenas, terminamos en el Teatro Blanquita, y ahí estuve presa nueve días. Salí de ahí con un miedo tremendo; nos fuimos a Santiago de Cuba por si venían a buscarme a mi casa para llevarme presa otra vez. Ninguno de nosotros había sido político, y por eso nos sorprendió extraordinariamente”, agregó.
Cuando Díaz Oliver llegó a Miami, su familia se vio sumergida en la pobreza. A pesar de haber vivido cómodamente en la isla, tuvo que empezar desde abajo, con un trabajo que le pagaba lo suficiente apenas para alimentarse.
“Cuando se abrieron los vuelos a Miami, cogimos un avión de Pan American para venir, y aquí pedimos asilo político. No teníamos un centavo, pero unos amigos nos dieron 100 dólares, que era una fortuna en aquel momento. Empezamos a buscar trabajo, pero no había, y la situación era crítica. Al cabo de unos meses conseguí un empleo ganando 55 dólares a la semana, trabajando de lunes a viernes, y los sábados por la mañana”, narró.
“Sabía que tenía que estudiar y aprender del negocio, que era de botellas. Fui a todos los cursos de exportación, porque yo dije que con el conocimiento nuestro del idioma español, pensé que podíamos tratar de mandar estos productos a Latinoamérica, ya que no había ningún americano que exportara. Con una maletica nos fuimos para Nicaragua, Costa Rica, Honduras, y empezamos a vender”, anotó.
Años después, el esfuerzo se ve reflejado en su familia. Tanto su hijo Fausto Díaz Jr., como su nieta Jacqueline Díaz han seguido el ejemplo de la empresaria, y hoy en día trabajan dentro de la compañía.
“Mi mamá es una mujer asombrosa. Está envuelta en la comunidad y siempre ha echado una mano a otras personas. La realidad es que sus fuertes principios nunca han cambiado, y eso es extremadamente importante. Es una persona sólida, e inspira a la gente a ser buena y trabajar duro”, dijo Fausto.
“Ellos continúan trabajando duro, porque saben que mientras más lo hagan, van a poder proveer más para sus empleados. Su energía es contagiosa”, añadió Jacqueline
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