BOGOTÁ.- Lo que se vendió como un “matrimonio perfecto” entre el presidente colombiano, Gustavo Petro, y su vicepresidenta, Francia Márquez, para llevar adelante la “transformación” que el exguerrillero prometía a Colombia terminó exponiendo la corrupción, incompetencia, misoginia y fracaso de su gobierno.
La fractura Petro - Francia Márquez confirma el "derrumbe" de un gobierno corrupto
Lo que vive actualmente la administración de Gustavo Petro “no es una ruptura ideológica”, sino “una pelea por cuotas”, asegura analista
Mujer, afrodescendiente, “luchadora social” y del Pacífico colombiano, una de las zonas más pobres, desiguales e inseguras de Colombia, fueron las “cualidades” que convirtieron a Márquez en la “cuota simbólica” que necesitaba Petro para conseguir su pase a la Casa de Nariño en junio de 2022.
Seis meses después, desde Istmina, en el Departamento de Chocó (noroeste), Petro “premiaba” a su vicepresidenta con la creación oficial del Ministerio de la Igualdad y la Equidad, el cual dirigió desde el 30 de junio de 2023 hasta el 27 de febrero de 2025.
El declive de Márquez comenzó el pasado 4 de febrero, durante el inédito Consejo de Ministros que Petro decidió transmitir en vivo, dejando ver, sin ningún tipo de reserva, la profunda fractura dentro de su gabinete, que culminó con una reestructuración ministerial tras la renuncia de varios ministros.
“En el Consejo de Ministros de febrero, Francia rompió el libreto y dijo lo que todos sabían, pero nadie se atrevía a decir: que Armando Benedetti no merecía estar ahí ni mucho menos haber sido jefe de gabinete”, explica la periodista y analista política, Sofy Casas, en conversación con DIARIO LAS AMÉRICAS.
Márquez hizo pública su preocupación de que “llegue gente con chantajes” al gobierno, como muchos asumieron, habría sido el caso de Benedetti, quien en unos audios filtrados reclamaba un mejor trato al gobierno de Petro, al tiempo que advertía que si hablaba sobre el financiamiento de la campaña “todos” se “hundirían” e irían “presos”.
A juicio de Casas, esta fue una “denuncia velada de cómo el gobierno normaliza la corrupción” y defiende a sus “alfiles más oscuros”, como es el caso de Benedetti, quien funge como ministro de Interior, y de la canciller Laura Sarabia. Ambos, involucrados en el escándalo sobre la presunta financiación irregular de la campaña de Petro.
“A Benedetti no solo lo respaldó, sino que lo blindó públicamente. No por lealtad, sino porque Benedetti sabe demasiado sobre lo que pasó en su campaña presidencial. No olvidemos que hoy es investigado por la Corte Suprema por enriquecimiento ilícito y cohecho propio”, apunta.
“Pelea por cuotas”
La analista considera que la alianza de Petro y Márquez “nunca fue un matrimonio real”, sino un “cálculo electoral”, puesto que la líder social le daba al exguerrillero la “cuota simbólica que necesitaba” para hacerse con la presidencia.
Sin embargo, continúa, una vez se hizo Petro con el poder, la “arrinconó”, puesto que “en el fondo nunca la vio como un igual”. “La necesitó para ganar, pero no para gobernar”, resalta.
Lo que vive actualmente el gobierno de Petro, asegura, “no es una ruptura ideológica”, sino “una pelea por cuotas”. Así lo demostrarían las recientes denuncias de Márquez, quien afirmó que tras un año y medio de estar al frente del Ministerio de la Igualdad y la Equidad, el cual “creó desde cero”, Petro la apartó del cargo “cuando ya estaba lista para llevar la inversión a territorio”.
En su reaparición, luego de tres meses de mantener un bajo perfil, la vicepresidenta se refirió a las dificultades que ha presentado para “gobernar en un país que tiene un Estado racial y con un gobierno que también práctica el racismo y el patriarcado”.
Para Casas, las declaraciones de Márquez se deben a que “se le acabó la chequera y el protagonismo”, por lo que ahora pretende hacer “control de daños” con la intención de “lavar su imagen y marca distancia” del gobierno de Petro.
Asegura que Márquez es “parte activa del gobierno más corrupto e inepto de la historia más reciente de Colombia”. Menciona que el Ministerio de la Igualdad y la Equidad, por ejemplo, habría sido “un ministerio inventado para ella, un deslechadero de recursos públicos diseñado para tenerla contenta, con nóminas paralelas, contratos dudosos y cero resultados”.
“Cuando se lo quitaron, no por transparencia sino porque ya no era útil, Francia reaccionó como lo que es: una figura política sin base, sin resultados y ahora sin poder. Y ahí vinieron las denuncias: que el gobierno es racista, que es patriarcal, que la excluyen. ¿Ahora se dio cuenta? No. Lo que pasa es que ya no está en la mesa y le tocó gritar desde la esquina”, subraya la periodista.
Neutralizada
Petro, como acostumbra, respondió a las acusaciones de su vicepresidenta por la red social X, dejando ver que Márquez, a pesar de estar al frente de dos cargos al mismo tiempo, no “ejecutó de verdad”, sino que se habría dejado guiar por los “malos consejos de (Álvaro) Leyva”, su excanciller, a quien este 4 de junio acusó, nuevamente, de sufrir adicciones a estupefacientes, al igual que Benedetti, y de intentar provocar un “autogolpe de Estado” en Colombia.
Esta respuesta de Petro acentúa aún más la distancia entre ambos gobernantes. Casas estima que “a efectos prácticos”, el mandatario izquierdista habría “reemplazado” a Márquez. Desde febrero, por ejemplo, la vicepresidenta no acude a los Consejos de Ministros o ni se le ha visto en la Casa de Nariño.
“Francia Márquez hoy es decorado institucional. Y Petro se encarga de recordárselo cada vez que puede, con pullas, desautorizaciones y burlas públicas y hasta responsabilizándola de no ‘ejecutar’”, señala la analista política.
A su juicio, Petro, quien la “desprecia” porque “dejó de ser útil”, la habría “neutralizado”, al dejarla “sin agenda, sin voz y sin pesos”. “La humillación está hecha. Y lo más cínico: ella misma ayudó a construir el escenario desde el que hoy la expulsan (...) No nos engañemos: Francia también fue cómplice del proyecto que hoy hunde al país”, subraya.
Aunque Márquez podría postular su candidatura a las elecciones presidenciales de 2026, Casas considera que se encuentra “quemada políticamente” en este momento. “La tienen tan subyugada y arrinconada, porque son unos misóginos enfermos en ese gobierno”, precisa.
Señala, además, que el “quiebre” de Petro con su vicepresidenta es “apenas la fachada de un gobierno que se vino abajo desde adentro”, por lo que sería la “confirmación total” de su fracaso gubernamental.
Sostiene que el mandatario, pese a que vendió “el cambio”, lo que hizo fue gobernar con “el mismo clientelismo de siempre, solo que más burdo, más prepotente y corrupto”. “Llenó el Estado de incompetentes leales, normalizó el desgobierno y acabó por dinamitar hasta su propia fórmula vicepresidencial”, resalta.
“Ni siquiera pudo mantener la farsa con quien lo ayudó a ganar. Ni con la cuota simbólica más poderosa logró sostener una mínima coherencia política. La traición no es solo a Francia Márquez —que tampoco es ninguna santa—, es a todos los que creyeron que esto era un proyecto de transformación. Petro no solo fracasó: se burló del país mientras lo hacía. Lo de hoy no es una fractura, es el derrumbe de un gobierno que se sostiene en mentiras, egos inflados y promesas huecas”, asevera.
Petro enciende alarmas en Colombia
En medio de este escenario, Petro anunció la noche del 3 de junio la convocatoria, vía decreto, de la consulta popular para imponer sus reformas socialistas, que el Senado rechazó dos veces, encendiendo las alarmas de toda Colombia, por lo que podría ser considerado como “un golpe de Estado”.
“Petro, al imponer una consulta ya rechazada por el Senado, rompe con el orden constitucional. Estamos ante un dictador. Cuando un gobierno desconoce las decisiones del Congreso o de los jueces, e intenta imponer su voluntad por fuera de la ley, está violando abiertamente el Estado de Derecho”, menciona Casas.
Estima que en la nación cafetera vendría un “pulso directo contra la democracia”, con el que Petro buscaría imponer su narrativa socialista en la que los demás poderes del Estado son “enemigos del pueblo” para lanzar una Constituyente o bloquear las elecciones del 2026.
“Aunque fracturado, aún controla recursos públicos, operadores leales y palancas clave del poder. Tiene narrativa, calle y una institucionalidad debilitada que le permite avanzar. Tiene la chequera del Estado”, advierte la analista, al emplazar a los partidos democráticos a unirse en un rechazo contundente y a la Corte Suprema de Colombia a oponerse al intento de golpe de Estado de Petro.
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