domingo 15  de  junio 2025
ESPIRITUALIDAD

Drum Circle: una fiesta sin etiquetas bajo la luna llena de Miami Beach

Un espacio donde la luna se convierte en anfitriona de una experiencia que conecta cuerpo, mente y espíritu

Por Carlos Armando Cabrera

MIAMI BEACH. – La noche del miércoles fue diferente para mí. Acudía a una invitación con un grupo de amigos sin imaginar que la luna se robaría todos mis aplausos y también el de los presentes. Desde temprano, el cielo despejado dejó ver cómo ese enorme reflector natural comenzaba a elevarse por el horizonte marino. En la intersección de la 7901 Collins Avenue, justo donde la arena se funde con las primeras olas del mar, se reunieron decenas de almas con un mismo propósito: vibrar al ritmo de los tambores, celebrar la vida y dejarse guiar por la energía de la luna llena.

No había un escenario, ni listas de invitados, ni etiquetas. Tampoco se pidió dinero a la entrada ni se exigieron pulseras VIP. Solo bastaba con llegar, abrir el corazón y dejarse llevar por los instintos.

Un ritual colectivo que trasciende culturas

El evento, conocido como Drum Circle, se realiza mensualmente coincidiendo con la aparición de la luna llena. Más que una fiesta, es un encuentro espiritual, una especie de ceremonia sin religión, donde cada quien aporta su energía desde sus creencias o simplemente desde su deseo de estar presente.

A medida que el sol se despedía, los primeros ritmos comenzaron a emerger. Círculos de tambores improvisados marcaban el pulso de la noche. Algunos llegaban con maracas, djembés, shakers, panderos o incluso con botellas recicladas que convertían en instrumentos o simplemente cuando caminando por la playa se percataban de la multitud. La música nacía de la espontaneidad y crecía con cada nueva palma, cada pie descalzo danzaba golpeando la arena.

“Esto es como resetearme. Cuando vengo aquí me olvido del trabajo, del estrés, de todo. Me río, me dejo llevar por los toques de los tambores, respiro hondo y me alineo. Es como darle un respiro al alma”, comenta Julio César, un joven cubanoamericano que no falta a ningún encuentro y que asegura, entre risas, que este ritual le ayuda a “poner la cabeza en su sitio y el corazón más liviano”.

Un espacio libre e inclusivo

Lo más conmovedor del acontecimiento es la variedad de asistentes. No hay un solo perfil. Hay madres con bebés en brazos, abuelos con bastones que aplauden desde la distancia y mirando desde sus balcones, jóvenes filmando todo para sus redes sociales, y entre tanto hasta parejas que se abrazan sin decir nada, simplemente dejándose envolver por la vibración.

“Es la primera vez que vengo y la he pasado genial. Compartiendo con mis amigos, viendo cómo todo el mundo se conecta con el momento y, sobre todo, disfrutando la belleza y la magia que tiene la luna llena cuando la ves desde esta playa”, contó Ronaldys, residente en Hialeah y quien prometió volver de nuevo.

Tambores, fuego y espiritualidad

Además de la música, la noche se llena de rituales personales. Algunos encienden velas, otros colocan cristales sobre la arena, hay quienes prenden incienso, bailan con ojos cerrados o simplemente se sientan en silencio a contemplar el cielo.

Alrededor del círculo, se realizan pequeñas ceremonias: baños de sonido, meditación guiada, liberaciones simbólicas de cargas emocionales, bailes con fuego; mientras la luna llena se convierte así en un símbolo de renovación.

“Tiene algo especial. Es como si la luna te diera permiso para soltar. No importa de dónde vengas, aquí todos estamos en lo mismo: respirando profundo y dejando que la música te limpie por dentro”, confiesa Abraham, quien está de visita en Miami desde España y se topó con el evento casi por casualidad. “No sabía que existía algo así, y terminé metido en medio del círculo, con los pies en la arena y la cabeza más despejada. Es un regalo inesperado del viaje”.

La magia tiene horario

Aunque la energía podría durar toda la noche, a las 10:30 p.m. la policía de Miami Beach marca el cierre del evento. Aunque entre anuncios, luces y sirenas lo hacen de forma respetuosa, casi ritual también. Saben que no es una fiesta cualquiera. Es una tradición que se ha cultivado durante años, incluso sin organización formal ni permisos comerciales.

“Cuando llega la hora de cerrar, nadie quiere irse porque la energía está en su punto más alto, pero todos entendemos que hay que respetar las leyes y cerrar con respeto. Es parte del ciclo, es como despedirse de un momento bonito, sabiendo que volverá con la próxima luna llena”, comentó Pedro mientras recogía sus pertenencias.

Luna llena, alma llena

El Drum Circle de Miami Beach no es solo un evento: es un refugio emocional. Un espacio donde las etiquetas se quedan en casa y donde la luna se convierte en anfitriona de una experiencia que conecta cuerpo, mente y espíritu. Un ritual mensual que no necesita promoción, porque quienes lo viven, lo recomiendan de boca en boca y de corazón a corazón aunque tiene su propio perfil en Instagram.

“Aquí no importa quién seas ni de dónde vengas. Lo que importa es la energía que compartimos, esa que nos une y nos eleva. Es como regresar a casa, a un lugar donde el alma se siente libre y el corazón encuentra su ritmo”, dice Bryan, quien asegura que aquí encontró un espacio para sanar y renacer con cada luna llena.

Y para quienes llegaron ayer, como yo, nos fuimos distintos. Y quienes no sabían que existía, ya cuentan los días para volver bajo la próxima luna llena. Porque a veces basta con un tambor y una intención para sentirse parte de algo más grande.

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