viernes 30  de  mayo 2025
OPINIÓN

La trompada

El tema es que Francia necesita con urgencia una remodelación de liderazgo, y esta trompada empeorará todo, le pasará una mayor factura al presidente

Diario las Américas | ZOÉ VALDÉS
Por ZOÉ VALDÉS

No una caricia, no fue una galleta, tampoco un puñetazo, lo que en apariencia le sonó la primera dama de Francia a su marido, el presidente Emmanuel Macron, fue una trompada a las dos manos, con agarre y empuje, directo al mentón. Podrán decir lo que quieran; -de hecho, el presidente salió enseguida a aclarar que se trataba de un juego entre ellos. No obstante, tarde, y mal.

Iban a descender del avión que los conducía a un viaje oficial a Vietnam, de pronto se abrió la puertecilla del avión, se vio al presidente en plena faena de esquivar la trompada que, si Philipp Roth estuviera vivo y escribiendo todavía, la clase de novela que se hubiera mandado no tendría precio; le habrían otorgado por fin el Nobel que le escamotearon. Macron, entonces, al percibirse descubierto, en semejante infortunado instante de ridiculez, hizo una de sus muecas fingidas de “aquí no ha pasado nada”, fingió sonriente, saludó al viento, a nadie sabe quién… Pero la trompada se vio en technicolor, cinemascope, y estéreo. Luego, en ralentí, más tarde en cámara rápida chaplinesca. La trompada por fin ha comprobado que en el Elíseo alguien posee una buena derecha, y esa es la de la Brigitte, quien por demás siempre ha votado a la derecha, como bien ha confesado ella, o elle, según Candance Owen y compañía.

Aunque Macron negara después que se trató de una trifulca matrimonial lo que, estamos de acuerdo que tendría que ver con la vida privada de ambos, según parte de la prensa francesa- además se notó que la primera dama, o dame, rechazó en la bajada de los peldaños asirse del brazo de su marido como hubiera sido natural en ella, dado su edad, su figura, y los taconazos que invariablemente calza. Esta vez, con la cara amarrada le negó el brazo que ‘Manu’ le tendió más embarazoso que caballeroso.

En la explicación que posteriormente ofreció Macron expuso que estaba cansado de que cada uno de sus gestos fuese meticulosamente estudiado, que si se tocaba la nariz era porque había cogido perico, que si abrazaba a alguien era que por si tal rasgo amanerado de su personalidad. Lo cierto es que cada uno de los gestos de un presidente de la república siempre ha sido y será escudriñado, máxime si es cierto que se toca demasiado la nariz, si toquetea a los hombres constantemente, y sobre todo si su mujer a punto de saltar del avión le da por entrarle a trompadas durante un viaje oficial.

Macron, que fue elegido en olor de santidad, de centro izquierda, o de centro derecha, según el cristal que a él mismo le convenga mostrarlo, ha perdido una enormidad en popularidad; la última vez que estudié cifras estaba en un 7 por ciento. Ningún presidente anterior ha tenido semejante tumbe de popularidad, y mucho menos se han atrevido a tener la desvergüenza de no convocar de inmediato a elecciones.

Para los que vivimos en Europa desde hace más de 35 años y hemos llegado de afuera para integrarnos y no para destruirlo, sabemos que el continente, y Occidente, se derrumban frente al islamocomunismo y el islamosocialismo de la mano de Bélgica, ya más para abajo del abismo, y de la mano de Francia, arrastrada entre sus propios escombros, de Alemania, que intenta reincorporarse, lo mismo ni lo logra, y que España será en breve el primer país castrochavista de la Unión Soviética Europea, para placer de la presidente que nadie eligió, otra puesta a dedo, al igual que en Cuba Miguel Díaz-Canel Bermúdez y en USA Rosa María Payá -sí, aunque sea quien sea, por mucho honor que los encumbre, cuando no se ha sido electo democráticamente lo de “puesto a dedo” califica igual para todos. Y al que no le guste, ya saben, “mulsogar”.

El tema es que Francia necesita con urgencia una remodelación de liderazgo, y esta trompada empeorará todo, le pasará una mayor factura al presidente, que en escándalos domésticos ya acumula la factura del libro Becoming Brigitte, más la factura del affaire Alexandre Benalla, el guardaespaldas más íntimo, que también escribió un libro en su día, y que en lugar de caer para abajo, cayó para arriba, y ahí sigue, haciéndose millonario -dicen- viviendo del cuento de lo que un día fue, como casi todos de los de esta estirpe de jineteros galos.

El que tildaron del “Mozart de la economía” no ha resultado ser siquiera el Chepin Chopen de los negocios, ha hundido a Francia, acumula desastres tras desastres a nivel internacional, se vendió como el mejor negociador en la guerra entre Rusia y Ucrania, al final lo que logró fue extenderla en el tiempo y en el horror, la invasión de ilegales no se detiene bajo su mandato, y el informe del ministro del interior, Bruno Retailleau, de los Republicanos, con relación a la infiltración de la Hermandad Musulmana en el gobierno y en la sociedad francesa con la intención de hacer de Francia un país esclavizado bajo las leyes de la Sharía, es demoledor. Es hora de que Macron y Brigitte se larguen de una buena vez a amarse a trompadas o como les dé la real gana, allá a Le Touquet, y que den paso a quienes conseguirán enderezar el país. Sin demora. Por cierto, ¿cómo se les llama a las mujeres que abusan de los hombres? ¿Maltratadoras?

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