
La emergencia de salud obliga a que los podios de los candidatos estén muy separados entre sí y se evite entre Trump y Biden el tradicional apretón de manos
El debate previsto para el martes por la noche ofrecerá una enorme plataforma a Trump y a Biden para que expongan sus visiones completamente diferentes para un país que enfrenta varias crisis, como protestas contra la injusticia racial y una pandemia que ha provocado la muerte de más de 200.000 estadounidenses y millones de despidos.
La emergencia de salud ha trastocado los elementos habituales de una campaña presidencial, dando una mayor importancia al debate. Pero en medio de una intensa polarización política, quedan pocos votantes indecisos, lo que plantea interrogantes sobre cómo, o si, el debate podría dar forma a una contienda que ha estado definida por su acritud y, al menos hasta ahora, por su estabilidad.
El manejo del presidente al coronavirus probablemente dominará gran parte de la discusión. La fuerza de la pandemia será tangible debido a que los podios de los candidatos estarán muy separados entre sí y se evitará el tradicional apretón de manos.
El impacto del debate, o de los dos que se realizarán en las próximas semanas, sigue siendo incierto.
La agitación que se vive en 2020 es difícil de superar: el COVID-19 ha reescrito las reglas de la vida diaria; las escuelas y negocios están cerrados, y las protestas que exigen justicia racial se han extendido por toda la nación luego de una serie de muertes de afroestadounidenses a manos de la policía.