sábado 26  de  julio 2025
OPINIÓN

Darle pa' atrás

Vivencias que toman forma de relatos y conducen a la reflexión

Diario las Américas | CAMILO LORET DE MOLA
Por CAMILO LORET DE MOLA

“El chequeo médico era la señal de que estábamos embarcados, de ahí a montarte en una guagua y mandarte pa’ México fueron solo minutos”, me comenta Sergio; deportado cubano que a duras penas consigue mantener la conexión con la cámara de su teléfono celular desde un motel de Tabasco, “es que soy nuevo en esto”, me dice cada vez que reiniciamos la llamada por zoom.

Sergio asegura que le tomaron el pelo: tras diecinueve años viviendo en Estados Unidos aceptó un arreglo judicial para cumplir solo 11 meses de cárcel por un delito del que se declaró culpable, “me prometieron que no tendría consecuencias y que podría regresar a mi casa con la residencia permanente y todo, pero de la cárcel me sacaron para el centro de migración y vengan papeles y vayan abogados para nada”.

Él pensaba que su caso era especial: no era un recién llegado y tenía residencia, pero en el pabellón de los “deportables” descubrió que su caso era un común denominador, “allí somos la mayoría, más el único comemierda que fue voluntario pa’ la reja fui yo, ¡total!, no me sirvió de nada”.

Fueron treinta y seis horas montado en un bus hasta su destino en territorio azteca, “por mi cuenta, unos trescientos entre varias guaguas. Íbamos parando de cárcel en cárcel, recogiendo tipos tan asustados como yo cuando me monté, porque solo te dicen lo elemental: que vas a México porque en Cuba no te quieren y tú explicando que el abogado ya presentó la apelación, que esperen unas horas, pero nada… ni te oyen”.

En el viaje aseguraban que le darían dinero para varios días y documentos para las autoridades mexicanas, pero los soltaron “como ganado salvaje” me dice Sergio. Gracias a un taxista que los repartió por los moteles de mala muerte pudieron encontrar donde dormir. “esto sí que es un limbo bro, no tenemos papeles, ni dinero, ni familia que nos ayude, nos quedamos como novia de pobre, como dicen aquí”.

Le han prometido que podría legalizarse y por eso está registrándose en una oficina local de inmigración, “el otro problema es que somos muchos, cuando llegamos éramos la novedad, pero luego de semanas de guaguas y de inmigrantes esto se ha saturado y ya nos miran con odio, hasta en los moteles que viven a costa nuestra nos ponen cara de berro”.

No hay trabajos por la izquierda y con tanta mano de obra los pocos trabajos que apareen cada vez pagan menos. “estoy saqueando los ahorros que le dejé a un pariente en Texas, ahorita no tengo de donde agarrar”.

Le pregunto sobre buscar la forma de volver a Cuba, porque consulado y embajada cubana si puede encontrar. “Esa no es opción bro, pa’ tras’ ni pa’ coger impulso. Yo estoy entretenido con lo de legalizarme aquí, pero como veo la cosa la única opción que me queda es rebobinar el casete, volverme a colar”.

Sergio está pensando en regresar como indocumentado a Texas, donde además lo tienen registrado como exconvicto, “por suerte me la pusieron en la mano al dejarme en México, que si me hubieran mandado para otro país la expectativa de virar no existiría”.

Le insisto: hay riesgos de enfrentar nuevamente a la justicia norteamericana como reincidente. Sergio se acerca al teléfono con el que nos comunicamos, lo toma en su mano y entre interrupciones y congelamientos de imagen consigue hacer un movimiento panorámico, un recorrido de 360 grados por su habitación. “el riesgo es este bro, ¿tú crees que voy a dudar en salir de esta mierda?, una cárcel allá es un paraíso comparado con esto”.

Insisto que hay desespero en su razonamiento, que lo piense un poco antes de tomar una decisión tan drástica, porque podría terminar cumpliendo sanciones y luego siendo deportado otra vez. Pero Sergio es cabezón, “desespero es poco, y no te preocupes que la justicia gringa es mejor que terminar preso aquí donde te desaparecen”.

Sergio le augura un mal futuro a algunos de sus compañeros de viaje que ya están ‘traqueteando” con la droga del lado de allá, “ellos creen que solo será un ratico para hacer agua y carbón, pero de eso no se sale a no ser muerto, porque olvídate de escrúpulos, aquí esto es al duro y sin guante”.

Sin variables, así lo veo en su desespero, porque la frontera que pretende pasar es muy distinta ahora de la que violó caminando hace dieciséis años, ni siquiera este hipotético plan tiene posibilidades.

“El dueño del negocio de aquí al lado ponía música cubana cuando llegamos, ya ni eso, esta obstinado. Fíjate que en confianza me llamó ayer para preguntarme ¿cuándo se acaba esto?, quería saber cuantos presos quedaban en la cárcel de donde nos trajeron, ¡muchacho!, la cara que puso cuando le conté que los renovaban diariamente”.

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