sábado 19  de  julio 2025
RELATO

Definir a un cubano

Vivencias que toman forma de relatos y conducen a la reflexión

Diario las Américas | CAMILO LORET DE MOLA
Por CAMILO LORET DE MOLA

“¡Les están haciendo un favor!” grita molesto el más bajito, desentonando con el grupo que se reúne a discutir de política en la ventanilla de un popular restaurante cubano en la calle 40 del sur de Miami.

“Aparecen como hormigas, pero de a poquito y buscándose con la vista mientras ordenan algo” me dice con cara de pocos amigos el hombre vestido de uniforme que atiende del otro lado de la barrera de los toros.

Ninguno ha probado de los vasitos desechables que reposan sobre el mostrador y en los que se enfría el café desde hace varios minutos, aunque antes los viera justificando su llegada con la imperiosa necesidad de tomar una taza del preciado líquido.

El gritón lleva rato tratando de imponer que los cubanos, venezolanos, haitianos y nicaragüenses que han deportado a una nación recóndita del África deben agradecerlo, porque peor fuera que los devolvieran a sus países de origen.

Hay quien se ríe y hasta quien lo manda a callar, lo que lleva al hombrecito a perder los estribos y transformar en decibeles su frustración. El tipo no escucha a quien le asegura que la opción de volver a Cuba no existe porque la dictadura se niega a recibirlos de vuelta.

El dependiente tiene cara de frustración, con complicidad me asegura que esto es todos los días, que desde que Trump volvió aquí se viene a pelear y no a desayunar como antes.

“Si fueran jóvenes al menos”, me dice “quizás discutirían, pero como mis hijos: en silencio y a golpe de mensajes en sus celulares”.

Le contradigo: este nunca ha sido un sitio de jóvenes cibernautas, aquí la cosa es entre aspirantes a tenores y la edad promedio es de 40 a 100 años y sin tecnología a bordo.

“Olvídate de los tinayerss”, me dice el dependiente arrastrando las “eses” finales en un intento de demostrar su inglés, “ya se acabó lo de los cubanos llegando por toneladas, no hay relevo, hay que conformarse con esto hasta que se acaben”.

Tampoco estoy de acuerdo, hay una inmensa masa juvenil cubana que llegó durante el mandato de Biden y que a pesar de ello es republicana en esencia. Los vemos dominando los sitios públicos del sur de la Florida, fáciles de distinguir por su peculiar forma de vestir, su gestualidad y la música que han impuesto como moda.

“Esos no son cubanos”, nos interrumpe uno de los informales integrantes del grupo, “hace mucho tiempo que los cubanos dejaron de ser lo que eran para convertirse en ese engendro que nos llega ahora y que ojalá, Trump los devuelva de una sola vez”.

“Ahora sí se revolvió esto” me adelanta el camarero tocándome con confianza el hombro para que me voltee y no me pierda los argumentos que se cruzan de un lado a otro.

No hay bandos, es como un todos contra todos, a veces dos están de acuerdo y medio minuto después se atacan como enemigos de toda la vida.

“Los cubanos de ahora” con esa frase todos comienzan su exposición, que casi nunca pueden terminar porque otro ya les interrumpe con su versión.

Hay quien dice que cuando cada uno llegó también fue criticado por el exilio anterior; que los veían como chusma comunista o muertos de hambre gritones y vagos. Otro para apoyar esta posición le dice que cuando el Mariel lo veían como un ladrón venido de la cárcel y que ha demostrado todo lo contrario.

Se burlan, le dicen que cuando llegó no era ladrón, pero con lo que cobra ahora por los servicios en su taller “Ladrón con mayúscula es poco para la clasificación que le toca”.

Uno intenta poner orden y piden que sigan con los temas serios, y de inmediato cuela que Trump se ha vuelto un farsante. “¡si aquel se convirtió en ladrón con los años, tú te volviste comunista compadre!” le gritan desde lejos y ahora hay hasta invitación a pelear, pero el dependiente me calma, “no se preocupe que la sangre no llega al río, ya los verá en un rato como hasta se van en el mismo carro”.

Me atrevo a lanzar una pregunta desde mi esquina del anonimato, ¿Cómo definirían el prototipo del cubano perfecto?

Me ignoran, quizás no tienen la respuesta, tal vez no les importe, o posiblemente están seguros de que el cubano perfecto es el de la generación o el grupo que ellos representan.

Es que Cuba es un ente con vida, un espacio con universo propio que se va transformando con cada año que pasa y aunque les pese a mis queridos porfiadores, la Cuba que muchos defendemos no pasa de ser el recuerdo de nuestros mejores momentos, algo irrepetible en la realidad que existimos, en este mundo de combustibles de nuevo tipo donde nuestros viejos motores no tienen cabida.

“Alto que llegó el reparto”, suena el estribillo de la canción que uno de los polemistas lleva a todo volumen en su auto, (enorme, ochentero y cuadrado), en el que ha emprendido la retirada del popular restaurante. una dicotomía más de las que nos caracteriza, de las contradicciones que nos identifican como cubanos.

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