A pesar de que los demócratas llevan semanas organizando audiencias legislativas para recabar información que siente las bases para un juicio político en contra del presidente Donald Trump, que pueda costarle el cargo, la capacidad de reacción del Partido Republicano para defender a uno de los suyos, ha dejado mucho que desear.
Si bien es cierto que las interpelaciones en el Congreso se han celebrado a puerta cerrada, gran parte del contenido se ha filtrado a los medios y por eso se sabe que hasta el momento, diferentes testigos han aportado material comprometedor que perjudica a la Casa Blanca.
Sin embargo, aparte de las declaraciones del mandatario en rechazo a la investigación de juicio político que se se cierne sobre su persona, no hay signos evidentes de un plan de contraataque republicano para proteger a Trump e intentar contrarrestar a los rivales políticos.
A primera vista, los demócratas están logrando reunir numerosas pruebas contra el Presidente sobre el tema de Ucrania en relación con la llamada telefónica de Trump, en julio pasado, al recién electo presidente Volodymyr Zelenskiy, en la que presuntamente buscaba la ayuda del joven mandatario para investigar a los demócratas Joe Biden y su hijo Hunter.
En todo caso, pareciera haber un progreso significativo en la elaboración de elementos acusatorios que puedan llevar a una destitución presidencial, en particular luego de las declaraciones de funcionarios y diplomáticos que dieron su versión de la historia de Ucrania.
La semana pasada por ejemplo, se presentaron dos testigos clave: el embajador interino de Estados Unidos en Ucrania, William Taylor, quien afirmó que Rudy Giuliani, el abogado personal de Trump, habría sido clave en presionar a Zelenskiy para que investigara los vínculos de los Biden con una compañía de gas en Ucrania o de lo contrario enfrentaría una suspensión de la ayuda militar; y Laura Cooper, subsecretaria adjunta de Defensa, que fue interrogada sobre el programa de ayuda militar del Pentágono al gobierno de Kiev.
De sus propias declaraciones se desprende que los demócratas están tan seguros de haber recopilado suficiente material para construir su caso, que incluso han insinuado que no llamarán al denunciante anónimo de la CIA, quien desató las alarmas sobre la llamada telefónica entre Trump y su homólogo ucraniano.
Pero en lugar de apoyar al Presidente contundentemente, sobre la seria acusación, los republicanos parecen no estar seguros de cómo responder. Es como si lo hubieran dejado a su suerte peleando su propia batalla, a ver qué pasa.
Aunque es cierto que unos 30 republicanos de la Cámara de Representantes interrumpieron los procedimientos en la audiencia del Comité de Inteligencia de la Cámara la semana pasada, donde la funcionaria del Pentágono, Laura Cooper, estaba para dar declaración, es difícil ver cómo solo una protesta pueda ayudar a la causa del Presidente, especialmente luego de que una alta funcionaria del Pentágono fue a presentar pruebas.
Es posible que los republicanos, como el propio Jefe de Estado, estén contando con que aun si los demócratas descubren algo, Trump nunca será acusado porque en el Senado y la Cámara, de mayoría republicana, votaría en contra.
Es a todas luces incuestionable que en esta etapa inicial del proceso político, los demócratas están ganando todos los argumentos porque han logrado que testigos con las referencias y la experiencia adecuadas, presenten evidencia potencialmente dañina y porque su testimonio es del dominio público.
Ahora bien, el reciente y sorpresivo anuncio de que el líder del grupo yihadista Estado Islámico, Abu Bakr al Bagdadi, se suicidó detonando un chaleco explosivo luego de que miembros de las fuerzas especiales estadounidenses Delta lo atraparan en un túnel en Siria, fue un gran triunfo para la administración justo cuando su estrategia en Siria estaba siendo criticada.
El asunto en cuestión no es solo que sirvió para mandar un mensaje a sus críticos, sino también a sus propios compañeros de partido, de que tiene suficientes recursos para imponerse políticamente ante sus adversarios.
Esta victoria puede representar una buena cortina de humo para desviar la atención de los votantes sobre el tema de juicio político, pero la pregunta es ¿por cuánto tiempo?