MIAMI.-El expresidente de Costa Rica, Miguel Angel Rodríguez, cree que la antipolítica es un síntoma de la banalización, de la instauración de la “sociedad del espectáculo”. Pero no el problema de fondo.
MIAMI.-El expresidente de Costa Rica, Miguel Angel Rodríguez, cree que la antipolítica es un síntoma de la banalización, de la instauración de la “sociedad del espectáculo”. Pero no el problema de fondo.
Rodríguez fue uno de los invitados al foro sobre la reinvención de los partidos políticos, organizado por la Cátedra Mezerhane, el Grupo Idea y el Miami Dade College.
¿Cuál debe ser la posición de la comunidad internacional frente al caso venezolano y cómo lo debe enfrentar la región?
La región tiene mucho rato de estar trabajando en tener una defensa interamericana de los derechos humanos. Y dentro de ella está incluida la defensa de la democracia. Eso lo establece con toda claridad la Carta Democrática interamericana, que por cierto se aplicó por primera vez en defensa del presidente Chávez cuando el golpe de abril de 2002. De modo que en el caso venezolano tiene una atinencia mucho más importante la carta.
Ha sido difícil su aplicación porque en la realidad internacional las decisiones colegiadas de naciones se enfrentan con, por una parte, los principios y las decisiones que deberían estar basadas en los valores y procedimientos jurídicos, y por otro lado, están los intereses inmediatos de alguna entidad, la hacen actuar en contra de los intereses de largo plazo. Los humanos padecemos de un cortoplacismo complicado, nos damos cuenta de que cuando ponemos en riesgo los valores y nuestro propio futuro.
Eso no debe ser un obstáculo para seguir luchando en el ámbito internacional para que haya claridad. Venezuela, ahora con la elección de los gobernadores y de la constituyente, cada vez se vuelve un lugar donde no se puede hablar que haya democracia, división de poderes, no se respeta el Parlamento en sus funciones legislativas, ni del control del gasto, ni de control político.
¿Pero hoy en día, con la declaración del presidente Trump de posible intervención militar en Venezuela, qué tanto ayuda eso a que haya un consenso en la votación de la OEA para tratar de destrabar el tema venezolano?
No hay duda de que para los Latinoamericanos, que en el curso del siglo XIX y XX sufrimos agresiones unilaterales de Estados Unidos, hay una sensibilidad importante en la región que es justificada al vivir en un continente con un vecino muy poderoso que en el pasado , en muchas ocasiones, ha actuado por su cuenta. Todo el proceso de construcción de las conferencias panamericanas de finales del siglo XIX en adelante, es un proceso de tratar de crear un derecho interamericano que nos pusiera en una condición de poder convivir de manera pacífica y construir conjuntamente soluciones. Ese ha sido un proceso con altas y bajas, como todas las acciones humanas.
Hoy tenemos una posición mucho más clara en principios, y es indudable que no conviene una posición unilateral de Estados Unidos frente a Venezuela porque uniría a los venezolanos a favor del gobierno de Maduro, ese es el resultado que se obtendría, como se obtuvo, en mi opinión, en el caso del embargo a Cuba, que le dio justificación a un régimen dictatorial. Se le dio una excusa que jugó a favor del mismo gobernante. La solución está en que los latinoamericanos tomemos nuestros asuntos en nuestras manos. Por eso es tan importante el grupo de Lima y las posiciones del secretario Almagro que hacen que seamos los latinoamericanos los que les digamos al mundo lo que está ocurriendo en Venezuela.
Una situación muy distinta a la de Venezuela…
Por supuesto porque no sería lo mismo entrarle a un ejército como el venezolano, con la riqueza del petróleo, con la cantidad de armas que tiene, con el apoyo de Rusia y de China, que entrarle al caso de Panamá.
¿Cuáles serían los principales desafíos que tienen los partidos políticos en la actualidad para reinventarse?
Sin duda el problema no es solo latinoamericano. Estados Unidos, Centro América y el Caribe, Europa, viven esa situación. Es un fenómeno que no es causado por una sola dirección. Una manifestación de eso es la antipolítica, que es resultado pero no la causa principal. Sale de muchas cosas. Por ejemplo, todo el cambio del tipo de cultura que estamos viviendo. Estamos viviendo la sociedad del espectáculo, como lo dijo Mario Vargas Llosa. Lo hemos banalizado todo: la prensa, la información, el arte, la política, la violencia. Todo es motivo para crear entretenimiento. También el fin de la confrontación de la Guerra Fría, se dejó de lado el enfrentamiento de los grandes valores. Los que han hecho la anti política son políticos, que lanzan eso para surgir frente a otros políticos. No son los medios, los escritores o los grupos sociales. Crean relaciones directas con la gente que carecen de soporte, de un partido, de una estructura, de pensamiento y equipo, cuando llegan al gobierno.