Desde su fundación en 1717, La Nouvelle Orléans no logró desarrollarse tranquilamente, pues su existencia registra varias nacionalidades y condiciones de gobierno. En 1763 Francia le cede a España el territorio de la Louisiana, en compensación por La Habana, que había sido tomada por los muchachones del Imperio Británico.
Tras un largo período de protestas, revuelo y descontento, New Orleans volvió a manos francesas para ser vendida definitivamente a los Estados Unidos de Norteamérica, que ya la usaban como puerto desde 1785, pero en 1803, fue comprada para formar parte de la gran nación.
Toda esta trayectoria, con sus intensos capítulos de dolor e inmigración abierta a los hacendados franco-haitianos que llegaron huyendo de la tea incendiaria de Toussaint Lovertur en los - ya en ese momento de incorporación definitiva- lejanos años 90 del siglo XVIII; el arribo de cubanos tratando de sobrevivir de la Guerra de Independencia de Cuba y las medidas bestiales de Valeriano Weyler, y la llegada de habitantes de Latinoamérica y El Caribe, buscando mejor calidad de vida y oportunidades, fueron ingredientes para la fusión de razas, presente en la ciudad, en su arquitectura, gastronomía y expresiones artísticas, que le dan un tono peculiar a la histórica y pintoresca ciudad del Sur.
Ya el importante puerto del Mississippi era un importante punto de desembarco del comercio de esclavos, que no sólo trajo dolor y vergüenza, también las costumbres de las distintas etnias africanas, que unidas a las costumbres francesas, españolas, inglesas, y caribeñas, contribuyeron a la formación de una herencia multicultural muy especial, sobre todo en el campo de la música, que disfrutan y enriquecen los neworleaners de hoy, a pesar del huracán Katrina en el 2005 y el derrame de petróleo en el golfo del 2010, que afectó a toda la Louisiana en su ecología, su industria pesquera y varios factores más, pero hoy, la ciudad se ha ido recobrando para recuperar su posición comercial y su credencial de importante destino turístico.
Nueva Orleans es una de las cunas del jazz, “la música de los músicos” e incluso se le llama estilo New Orleans a la música que crece desde el barrio de Story Ville y se convierte en uno de los pilares para el desarrollo de este modo de hacer.
La ciudad vio nacer el jazz con su estilo propio, allí nació el dixieland, que se fusionaría en varios aspectos con el ragtime de Chicago y vio nacer músicos de la estatura de Louis Armstrong, Wynton Marsalis y Harry Connick Jr. entre otras luminarias del campo de la cultura.
El pianista Ferdinand "Jelly Roll" Morton (1885 o 1890 -1941) considerado uno de los patriarcas del jazz al estilo de la pintoresca ciudad, producto de expresiones propias de las influencias ambientales, hablaba de su música, mencionando lo que él llamaba el “spanish tinge”.
Ese “toque español” en los números de Morton, coincide con la acentuación rítmica de las famosas habaneras, por lo que es comprensible la expresión de “toque español” pues cuando el origen de esas influencias, aún se consideraba a Cuba como parte de España.
Las llamadas orquestas típicas que le dan vuelo al danzón en Cuba, tenían un formato instrumental muy parecido a las bandas del dixieland y a partir de las primeras grabaciones hechas por compañías norteamericanas en la Isla, en los albores del Siglo XX, de 1905 a 1907, el danzón llegó al mercado norteamericano y por ende al oído de los músicos, que en sus inicios bien pueden haberse influenciado en su forma de expresión, por la similitud del papel del cornetín - o trompeta posteriormente - trombón y clarinete, como atestigua el Maestro Cristóbal Díaz Ayala comentando las grabaciones de la Original Dixieland Band de 1917.
Incluso, entre lasinter influencias de los estilos y formas musicales, hay que mencionar a un personaje que algunos calificaron de leyenda, aunque hoy está demostrado que existió, con documentación comprobada: Manuel Pérez.
Este cubano nació en La Habana en 1863 y falleció en New Orleans, en 1946. Hay una versión de que nació en New Orleans de madre cubana, pero varios historiadores sostienen que nació en La Habana y que emigró a la ciudad del Mardi Grass muy joven, para ejercer su oficio de cornetinista y su primer trabajo, tras haber perfeccionado la trompeta con Sylvester Coustat, fue en la orquesta de baile de John Robichaux en el Antoine`s Restaurant en 1895. Posteriormente ingresó en la Onward Brass Band – “la mejor banda que había escuchado en su vida”, según decía el gran Louis Armstrong – que una nutrida cantidad de sus integrantes estuvo en Cuba como banda militar cuando la guerra Hispano - Cubana – Americana en 1898 y en esa temporada que pasaron en Cuba, sus integrantes tienen que haber escuchado nuestra música siempre interesante, por sus acentos agógicos y sus síncopas, para los oídos profesionales.
En su idiosincrasia, Nueva Orleans ha adaptado la música de banda militar a los funerales, cuando en el cortejo que acompaña al difunto dicha música se mezcla a himnos religiosos y música triste. Tras ello, los dolientes regresan del cementerio al son del jazz, más alegre, como una expresión mezcla de consuelo y euforia por dejar atrás la muerte y volver a los trajines de la vida. Los funerales con jazz son una peculiar atracción para los visitantes.
En el jazz de Nueva Orleans se detectan influencias de la música antillana, afroamericana, francesa y norteamericana. Son muy evidentes las influencias latino-caribeñas. Más adelante también nació en Nueva Orleans el rhythm and blues, de gran influencia en el estilo rock and roll. Otros estilos de música practicados en la ciudad son la música cajún, zydeco y delta blues.
Después, nuestro Manuel fue director de la Imperial Orchestra y la Creole Band, tocó en Chicago y otras ciudades, para dirigir a su regreso en 1923, la Orquesta de Manuel Pérez, así que este cubano, mulato y excelente músico está en la historia de Nueva Orleans con alta distinción.
Al igual que Carlos Gardel, que tanta discusión formó alrededor de su nacimiento, con la reclamación de Toulosse en Francia, Buenos Aires, Argentina y al fin, Tacuarembó en Uruguay, Enmanuel, como aparece en algunos documentos o Manuel Pérez a quien familiarmente debiéramos llamar Manolo, como estilan los cubanos, debía ser más conocido para los amantes del jazz de lo que es actualmente, porque sea hijo de una cubana o nacido en Cuba, es un orgullo nacional y pariente de todos los amantes del jazz.