SONIA SCHOTT
@schottv
En el partido simbolizado por el elefante las preferencias han variado de debate en debate, aunque Donald Trump se ha mantenido al frente
SONIA SCHOTT
@schottv
De todas las frases políticas que conocemos, hay una que engrana muy bien con el diario vivir en Washington: una buena crisis nunca debe ser desperdiciada.
Esa frase nos ayuda a entender por qué hay un independiente jugando a ser demócrata y otro que se hace pasar por republicano mientras lidera las preferencias de los votantes, y con buenas posibilidades de sobrevivir con éxito la larga contienda electoral.
Preguntamos si estos “outsiders”, que miran desde afuera, podrán, contra todo pronóstico, doblarle el brazo a la rígida maquinaria partidista que hace los cambios necesarios para que la balanza se incline a su favor, bajo el poderoso argumento de que son ellos quienes conocen el descontento popular.
Sin embargo, esta contienda electoral difiere de otras porque, a todas luces, denota la búsqueda de una nueva identidad política que quiere romper con el viejo orden. Si ese no es el caso, entonces cómo entender los discursos de Bernie Sanders que asombrosamente están teniendo una buena acogida y llaman a la “revolución” que usualmente relacionamos con otras latitudes.
Y mientras la lucha por los votos continúa entre la continuidad de la tradición y la renovación de ideas, las corrientes más afectadas son las llamadas dinastías políticas.
Luego que muchos dieran por hecho el triunfo de Hillary Clinton, la exsecretaria de Estado se enfrenta ahora a la necesidad de convencer a los que ya creía conquistados de que ella es la candidata adecuada con experiencia.
En el partido simbolizado por el elefante las preferencias han variado de debate en debate, aunque Donald Trump se ha mantenido al frente.
Sin embargo, está claro que las cifras actuales no son definitivas y que podrían cambiar a medida que los candidatos reajusten sus posiciones, incluyendo la resurrección del ideal de los votantes que creen que el sueño americano les ha pasado de largo.
Con la agenda internacional en la contienda electoral, bajo la premisa de que Estados Unidos recupere el liderazgo mundial, están las cargas políticas heredadas de otras administraciones, como el tema de la paz en Siria, que recuerda mucho a la guerra en Iraq, las olas de refugiados que ponen de relieve la falta de políticas migratorias efectivas, el tema de los emails de Hillary Clinton y las estrategias frente a la Rusia de Putin que busca reconquistar su espacio geopolítico.
Si la democracia se inventó en la antigua Grecia, en Estados Unidos la proclamamos como esencia histórica ante todo el mundo. Es por eso que el inesperado fallecimiento del juez de la Corte Suprema, Antonin Scalia, y la necesidad de nombrar ahora o no su reemplazo podría ser un arma de doble filo si se percibe como un ansia de poder e influencia.
En política no hay nada escrito. Hasta los muertos pueden resucitar y tal vez el último en la carrera hoy resulte ser el primero más tarde, el que se lleve la llave y abra la puerta de la Casa Blanca.