lunes 4  de  noviembre 2024
ARTES VISUALES

César Castillo: el arte como acto purificador

Sin narrativas victimistas y agradecido por las oportunidades de una sociedad libre, Castillo ha vuelto a reconectar su obra con los circuitos de artes visuales, ahora en Estados Unidos

Por Yoe Suárez

MIAMI.- Al flujo interminable de almas de la Cuba de hoy se le puede llamar éxodo no solo desde lo formal, sino también por sus proporciones bíblicas. Cerca de 740 mil entre 2021 y abril de 2024 han arribado a la frontera sur de los Estados Unidos.

También salen a España, México, y casi cualquier otro sitio del planeta que, como la isla, aún no se haya hundido. En esa marejada humana salió al exilio César Castillo, un joven pintor que no tuvo miedo de contar con su obra la verdad de vivir bajo la tiranía socialista que otros, para sorpresa de muchos expatriados, quieren copiar acá en Norteamérica.

Sin narrativas victimistas y agradecido por las oportunidades de una sociedad libre, Castillo ha vuelto a reconectar su obra con los circuitos de artes visuales, ahora en Estados Unidos. A dos años de exilio no olvida el precio por contar la verdad en un país que la detesta, y se prepara para su primera exposición personal, en la voraz ciudad de Chicago.

-Tu recorrido inicial como artista estuvo marcado por una primera migración: del oriente cubano a la capital.

Estudié en la Academia de Artes Plásticas Carlos Enrique en Manzanillo, donde me gradué en 2009. Tras graduarme, cumplí con el servicio social obligatorio durante dos años en una Casa de Cultura en Niquero, Granma.

Al finalizar el servicio, decidí mudarme a La Habana, donde había más oportunidades para crecer como artista independiente.

En La Habana, tuve la oportunidad de participar en un proyecto con artistas de Cincinnati, lo que resultó una exposición colectiva tanto en La Habana como en Cincinnati, EE. UU.

Desde siempre tuve inquietudes y deseos de expresar mi verdad sobre mis vivencias y la realidad de Cuba, y fue clave el encuentro con el artista Julio Lorente. Su experiencia en el Instituto Superior de Arte me ayudó mucho a desarrollarme como artista.

En 2019, realizamos una exposición colectiva en el antiguo Palacio Presidencial de La Habana, hoy Museo de la Revolución, titulada “Tres historias”, junto a Alberto y Julio Lorente. La intención siempre fue aprovechar ese espacio para transmitir un mensaje claro. Mi obra, “Homenaje al combatiente desconocido”, que incluía una imagen camuflada de Huber Matos bajo el concepto fidelista de Revolución fue retirada y censurada al día siguiente.

La pieza generó muchas preguntas entre los asistentes, pero su censura marcó el inicio de una prohibición total de mi obra. A pesar de esto, mi obra continuó manteniendo un enfoque político y ha sido publicada en revistas como CdeCuba Art Magazine y Artepoli y plataformas como Hypermedia Maganzine e Incubadora

-Has trabajado la crítica al sistema socialista cubano desde la ironía. ¿Cuál crees que es el rol de un artista en un régimen totalitario como el cubano?

El rol de un artista en un régimen totalitario como el cubano es, sin lugar a dudas, un acto de resistencia y desafío. Cuba se asemeja a un charco de agua estancada, un espacio donde las ideas y la vida se ven atrapadas en un ciclo de descomposición. La experiencia de vivir y crear en una dictadura totalitaria, donde la censura y la represión son la norma, me ha llevado a explorar la crítica al sistema socialista desde la ironía, sí, como un antídoto que contrarresta la toxicidad del ambiente.

La ironía se convierte en un poderoso recurso, un ácido que erosiona las capas de oxidación que cubren la realidad nacional, desenmascarando las contradicciones inherentes a un sistema que proclama la libertad mientras constriñe la individualidad y el pensamiento crítico. En este contexto, mi obra se transforma en un acto de purificación, una manera de deshacerse de la corrosión ideológica que permea la realidad de Cuba.

-¿Por qué y cuándo saliste de Cuba?

Salí de Cuba en gran parte debido a la censura y las restricciones que enfrentaba como artista, una experiencia que no es única para mí, sino algo que muchos artistas cubanos han vivido. El control del Estado cubano sobre las expresiones artísticas en Cuba ha sido siempre muy estricto, sobre todo cuando el trabajo toca temas políticos o cuestiona las estructuras de poder.

Quienes intentamos usar arte como una plataforma para disputar el sistema totalitario cubano y expresar verdades incómodas o desafiar la narrativa oficial, solemos ser silenciados. Vivir bajo ese constante escrutinio genera una sensación de asfixia. Salir de Cuba fue una decisión forzada por estas circunstancias.

Lo hice en 2022.

-¿Cuáles son los temas que más te atraen como artista visual?

Los temas que me atraen como artista visual son, en esencia, una lucha constante contra los fantasmas del poder. Nací y me crecí en una Cuba donde el control se cuela en cada resquicio de la vida, y eso ha dejado una huella imborrable en mi obra.

Me obsesiona explorar cómo las ideologías, esas grandes máquinas invisibles, suprimen la individualidad, arrinconan el pensamiento crítico y nos moldean a su antojo. Para mí, el arte es un acto de desacato, una forma de profanar esos íconos sagrados que la historia oficial ha elevado en pedestales de mármol.

-Cuéntame de tu proceso de migración. ¿Qué experiencias has vivido fuera de la isla que te han marcado en esta nueva etapa?

Mi proceso de migración ha sido un viaje complejo y transformador, impulsado por el deseo de libertad y la búsqueda de un espacio donde pudiera expresar mis ideas sin las restricciones que enfrenté en Cuba.

Al salir de la isla, me encontré en un entorno nuevo y lleno de posibilidades. Una de las experiencias más enriquecedor ha sido la oportunidad de conocer a otros artistas en Estados Unidos

Aunque estoy agradecido por las oportunidades que he encontrado, sigo llevando conmigo la profunda sensación de pérdida que conlleva el exilio. A través de mi obra continúo pidiendo por la libertad de Cuba.

-¿Cómo has logrado insertarte en el mundo artístico acá? Ya has tenido participación en algunas exposiciones colectivas en Estados Unidos.

Lograr insertarme en el mundo artístico de Estados Unidos ha sido un proceso gradual que he disfrutado, una travesía que, al igual que un laberinto, está llena de giros inesperados y encuentros reveladores.

He asistido a eventos, exposiciones que han sido verdaderas aulas de aprendizaje. He tenido la oportunidad de conocer a una comunidad vibrante y diversa de creadores, cada uno con sus historias y sus luchas. Estas interacciones han sido esenciales; no solo he compartido mi trabajo, sino que también he absorbido nuevas ideas y enfoques.

La última exposición fue en la Ford Gallery PDX. Allí tuve la oportunidad de mostrar mi obra La montaña mágica, llevar esa pintura que realicé en 2020 a una instalación había sido un sueño que siempre tuve desde mis días en La Habana.

-Vendrá pronto una exposición personal. Dame detalles de ese evento. ¿Qué temas y técnicas desplegarás en esta ocasión?

Me complace anunciar que mi primera exposición personal,“Soul” (Alma, en español),tendrá lugar en la 345 Art Gallery de Chicago, un espacio emblemático patrocinado por OHC Architecture Center, que promueve el diálogo entre el arte y la arquitectura contemporánea. En esta ocasión, presentaré diez obras al óleo sobre lienzo.

“Alma”se constituye en una inmersión meticulosa en el viaje humano, desnudando la experiencia a través de los ojos de un niño cuya existencia se ha forjado en el fragor de las dificultades. A través de esta serie, aspiro a tejer una narrativa que desentrañe las complejidades de su realidad, revelando un paisaje donde la lucha y la esperanza cohabitan de manera intrínseca y palpable.

Cada obra es un espejo que refleja su mundo, una ventana abierta a su alma, que invita al espectador a descifrar los entresijos de la experiencia del niño, espero, desde un lugar de profunda empatía y reflexión.

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