Uno a uno, fueron cayendo los rivales de Donald Trump en la que ha sido una carrera bastante escandalosa por la nominación republicana para la presidencia. El magnate de los bienes raíces está a un pie de ser designado oficialmente como candidato. Lo único que le falta es aprobar el examen final, durante la Convención Nacional Republicana.
Trump ha sabido “capotear” cuanta embestida han tratado de darle pero nada ha surtido efecto. De nada sirvió la alianza entre el senador Ted Cruz y el gobernador John Kasich, para derrotar al empresario. Y habiéndose esfumado el sueño, fueron Cruz y Kasich quienes salieron de la contienda. Al partido republicano tampoco le ayudó el esfuerzo de Mitt Romney. El excandidato presidencial pidió a los compañeros de partido unirse para impedir que el multimillonario se saliera con la suya.
A lo largo de estos meses de precampaña a Trump se le ha llamado de todo, incluso “rudo”, “misógino” e “ignorante”. El discurso usado por Trump durante este periodo de campana ha sido “farandulero más que político”, me decía el analista independiente y maestro de la Universidad del Sur de California en Los Ángeles, Octavio Pescador. “Sí, a la gente le encanta el show pero a la hora de tomar decisiones los aspavientos y discursos con tono despectivo podrían ser el pivote que cause asperezas con consecuencias serias para el país”.
Aunque me parece que el señor Trump le ha bajado un poco al tono despectivo y arrogante, todavía le falta aprender que en la política no todo es puñetazo tras puñetazo. Hay que conocer “la política de la política”, las reglas no escritas que mantienen el equilibrio entre las fuerzas y que ayudan a establecer alianzas entre quienes mueven los hilos del Gobierno, porque sería muy egoísta de parte de Trump el tratar de quedarse con todos los dulces que caen de la piñata.
La estratega republicana Maricruz McGowan decía en una entrevista con la cadena CNN, que aunque Trump no era su candidato preferido, reconoce que ha sabido “capotear” los ataques, críticas y burlas que él mismo generó en un principio con el estilo de su discurso. Trump fue implacable con los inmigrantes, sobre todo los mexicanos y, aunque es cierto que algunos han cometido crímenes mayores en Estados Unidos, Trump debe admitir que entre los ciudadanos de este país también hay narcotraficantes, violadores y asesinos.
A los republicanos les falta “refrescarse”, decía Pescador para dejar de ser percibido como un “partido de blancos y de votantes de más de 60”. En el voto de los Millennials está la clave para refrescar al partido del elefante, para formar líderes que generen estrategias adecuadas a nuestros tiempos y que incluyan a la tecnología como arma para generar negocios y empleos.
Si Trump se convirtiera en el próximo presidente de Estados Unidos, ojalá se rodeara de políticos que lo asesoren bien. Gobernar un país “no son enchiladas”, dirían en México y tampoco es lo mismo que administrar una empresa. La política es asunto de “estira y afloja”, de “tu das y yo doy” y por lo que hemos visto hasta hoy, a Donald Trump le falta una que otra clase.
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